EL MEJOR CIERRE DEL AÑO: Cuba volvió a ser el país extranjero con más inmortales en Cooperstown

Por Yasel Porto

¡Por fin se hizo la luz¡ Y la justicia aunque tardó un poco acaba de hacer acto de presencia para dos de los mayores exponentes del béisbol cubano. Definitivamente el 5 de diciembre de 2021 quedará por siempre como uno de los días más trascendentales de nuestra maravillosa historia beisbolera. Parecía que el colofón iba a quedar en el MVP de Jorge Soler o los premios de Randy Arozarena y Yuli Gurriel pero no, el gran cierre para un año fantástico de la pelota de Cuba acaba de producirse con el nombramiento de Orestes Miñoso y Tony Oliva como nuevos miembros del Salón de la Fama de Cooperstown, Estados Unidos.

Ambos fueron elegidos como parte del Comité Especial de Veteranos «The Golden Days» y ahora Cuba retoma la supremacía en Cooperstown entre los países extranjeros con un total de 7 elegidos, 6 de ellos peloteros.

«Minnie» Miñoso fue uno de los jardineros más importantes de las Grandes Ligas en los años cincuenta, aunque desde mediados de la década del cuarenta ya había mostrado su valía en las Ligas Negras. En 1949 se convirtió en el primer negro latino en el béisbol organizado norteamericano en su nivel superior y dos años más tarde fue elegido mejor novato por la revista «The Sporting News». Luego pasó a ser la gran estrella de los Medias Blancas de Chicago y uno de los jugadores más integrales de la Liga Americana donde combinó su integralidad al bate con su capacidad para robar bases y mantener un defensa con guante de oro incluido. Además, fue elegido nada menos que nueve veces al Juego de las Estrellas. A solo un punto de los 300 de por vida, el oriundo de Matanzas registró además el récord de más décadas distintas jugadas en Grandes Ligas después de su aparición en 1980 con los patiblancos.

Con un carisma extaordinario Miñoso tocó las puertas de la inmortalidad en varias ocasiones pero finalmente no lo pudo conseguir. Murió poco después de al menos haber logrado la distinción en el Salón de la Fama de Cuba, que después de 50 años de paralizado se reactivó en 2014 por única vez, siendo el matancero uno de los diez que alcanzó el reconocimiento.

Oliva por su parte, fue otro jardinero de lujo que brilló en las décadas del sesenta y setenta con los Mellizos de Minnesota. Fue Novato del Año en 1964 y casi se lleva el MVP en 1965, temporada en la que lideró a su club para disputar la Serie Mundial contra los Dodgers de Los Ángeles. Fue campeón de bateo en tres ocasiones, además de liderar otros renglones importantes como hits y dobles. Se retiró con un muy meritorio average de 304, entre los mejores para peloteros latinos.

El zurdo pinareño estuvo a un solo voto la última vez que sesionó el Comité de Veteranos de su etapa, hace tres años, y a diferencia de Miñoso sí ha podido disfrutar en vida de la insuperable dicha que representa para un jugador de béisbol de Grandes Ligas ser exaltado a su Salón de la Fama.

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De esta forma llegan a siete los cubanos miembros de este recinto, seis de ellos jugadores. Antes habían conseguido la proeza Martín Dihigo (1977), Tany Pérez (2000), José de la Caridad Méndez (2006), Cristóbal Torriente (2006) y el empresario cubano-americano Alex Pompez. A ellos habría que sumar al barrador-comentarista deportivo Felo Ramírez con el premio especial para los cronistas.

Con orgullo gritemos todos los verdaderos amantes de la pelota y de la patria: ¡Orestes Miñoso y Tony Oliva serán parte del Salón de la Fama de Cooperstown! El béisbol cubano sigue haciendo historia en Grandes Ligas. Ha sido un 2021 extraordinario, posiblemente el mejor año para Cuba en la MLB con una combinación insuperable entre pasado y presente.

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