EXCLUSIVA: Causas y consecuencias del accidente de una de las grandes estrellas de Industriales

Por Yasel Porto

Sin entrar en comparaciones ni ubicaciones exactas que solo traen contradicciones, lo que sí es incuestionable al menos para casi todos es que el habanero Juan padilla ha sido uno de los mejores segundas base que han pasado por las Series Nacionales.

El natural de Santiago de las Vegas se convirtió en una figura protagónica en extremo dentro de las selecciones capitalinas. Aunque fue titular en escasas ocasiones logró mantenerse por más de una década dentro de la selección nacional a pesar del excelente nivel en esa posición.

El legendario número 7 hoy vive junto a su esposa e hijastro en el reparto Casino Deportivo del municipio Cerro, muy cerca de la Universidad del Deporte, con una vida mucho más tranquila que hasta hace algún tiempo en el que todavía se le veía vinculado con el béisbol como entrenador en distintas categorías, así como chequeador de partidos de la Serie Nacional.

Aunque sus méritos deportivos se guardan de forma especial en el recuerdo de muchos, habaneros y no habaneros, la salida de Padilla del béisbol estuvo marcada por la tragedia, el dolor y el dramatismo.

Fue al término del playoff semifinal Pinar del Río-Industriales dentro de la Serie Nacional 1999-2000 cuando un accidente marcaría el destino del jugador que destacó por su virtuosismo con el guante y su oportunidad como bateador.

Si bien aquel golpe fortuito no puso en peligro su vida no cabe dudas que ésta dio un giro de 180 grados. Padilla perdió la visión de uno de sus ojos y aquello conmovió a millones de personas que en un principio tuvieron cierta esperanza de un regreso al juego de pelota. El propio integrante de los equipos olímpicos de Barcelona 1992 y Atlanta 1996 tuvo la seria intención de incorporarse a sus Industriales con el paso del tiempo, algo que finalmente no se daría.

Entre otros atributos o sellos de Juan Padilla estuvo su gran pivoteo

Su vuelta al deporte que tanto amó y todavía lo apasiona fue en un rol muy diferente. Para la Serie Nacional 2002-03 fue nombrado manager de Metropolitanos y allí estuvo hasta el cierre de la temporada 2005-06. Llegó incluso a estar al frente de un equipo Cuba que en el año 2003 se impuso en el famoso torneo de Rotterdam, su única experiencia internacional afiliada con el béisbol cubano.

Está claro que en el momento de su fatal accidente Padilla se encontraba a la altura de su campaña 17 y con 35 años (nació el 16 de septiembre de 1965). Sin embargo, apenas un año antes había destacado como segunda base titular de la selección nacional que se tituló en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999. Bateó en total 307 con 149 jonrones y 913 carreras impulsadas junto a un excelente promedio defensivo de 978.

Habría que ver con la presencia de un coloso como Antonio Pacheco (no estuvo en Winnipeg por lesión) y con el rendimiento de Oscar Macías y Yobal Dueñas, lo hubiesen tenido en consideración para eventos como los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 y la Copa Mundial de 2001. Tal vez no, pero al menos en Industriales se veía con la forma suficiente para tirar algunas temporadas más.

Los leones tuvieron que inventar mil estrategias para la Serie 2000-01 y al año siguiente fue transferido desde los Metros Enriquito Díaz. Si bien éste cumplió con creces sobre todo en el orden ofensivo y psicológico, hubo muchos que nunca lo asimilaron del todo. Su estancia por largo período en los rojos y el hecho que sustituyera a un jugador tan querido y tan difícil de suplir como Juan Padilla fueron las dos causas principales.

Pese a su trágico retiro, “La Maravilla” Padilla dejó los méritos y resultados suficientes para entrar en muchas de las discusiones que realizan fanáticos y especialistas a la hora de hablar de los mejores de su posición, entre las combinaciones short-segunda y lógicamente dentro de la historia de los Industriales.

Aquí los dejamos con el testimonio del propio exjugador y entrenador.

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