Abril en la pelota: El debut de Orestes “Minnie” Miñoso en MLB

Por Andy Lans

Si un pelotero deja estadísticas sobresalientes en su carrera, merece cierto reconocimiento por parte de la afición y la prensa, pero cuando el atleta en cuestión trasciende el panorama deportivo para convertirse en un ícono social, entonces su nombre enmarca toda una época.

Este es el caso de Orestes “Minnie” Miñoso, quien un 19 de abril de 1949 pasó a la posteridad como el primer negro latino en jugar Grandes Ligas sin tener que mentir sobre su procedencia.

Ídolo de Chicago…

La primera experiencia del oriundo de la provincia Matanzas en el béisbol de los Estados Unidos resultaron las Ligas Negras. De la mano del nacido en la finca La Lonja, municipio Perico, los  New York Cubans de Alejandro Pomzez obtuvieron la Serie Mundial de 1947, frente a los Cleveland Buckeyes. Miñoso bateó esa temporada para 336. De 1945 a 1948 promedió un average ofensivo de 294 en las Ligas Independientes de Color. Acerca de su paso por este circuito, comentó en una ocasión en forma de jarana:

“Yo nunca he visto tantos negros juntos en toda mi vida como en este juego.”

Aunque Miñoso debutó en la Gran Carpa con los Indios de Cleveland, su realce empezó en la campaña 1951 con el conjunto de sus amores los Medias Blancas de Chicago. En su primer año con los White Sox, el “Cometa Cubano” terminó segundo en el liderazgo de bateo con 326 y en carreras anotadas con 112, encabezó los triples con 14 y las bases robadas con 31. Recibió un 36% de los votos para Jugador Más Valioso (MVP), la revista Sporting News le otorgó el premio de Novato del Año en la Liga Americana y ostentó el privilegio de ser el primer cubano en un Juego de Estrellas.

Gracias a “Minnie” Miñoso, la fanaticada de los Medias Blancas creció enormemente. Cada vez que el cubano llegaba a las almohadillas sus seguidores le adulaban “¡Go, go!”, por eso su equipo era apodado los “Go Go Sox”.

El desempeño de Miñoso, movió por primera vez a la directiva de los Yankees de New York para contratar a un negro. Al verlo, el mánager de los Mulos del Bronx Casey Stengel exclamó: “Ojalá lo tuviera en mi club. No me preocuparía por la pérdida de Joe DiMaggio. Es como si fueran dos o tres jugadores plasmados en un solo esqueleto humano.” Sin embargo, en la Cuidad del Viento se opusieron a cambiarlo por tres pelotetos de los Yankees.

Además de las ya mencionadas incursiones de Miñoso con los Medias Blancas y los Indios, el prodigioso matancero vistió las franelas de los Cardenales de San Luis y los Senadores de Washintong. Pero solo en estadio de los Chicago White Sox, el “Minnie” exhibe una estatua y un dorsal inmortalizado.

A pesar de que su retiro oficial de las Grandes Ligas data del 5 de julio de 1964, Miñoso regresó al cajón de bateo con los Medias Blancas en 1976 y 1980 por razones emblemáticas. El 12 de septiembre de 1976 se convirtió en el jugador más longevo en pegar hit en Las Mayores con 50 abriles y en octubre de 1980 se categorizó como el segundo jugador en actuar en la Gran Carpa en cinco décadas distintas junto al lanzador Nick Altrock. En la década del 90` no se le permitió tomar turno al bate en el Big Show para preservarlo del peligro, no obstante jugó en Ligas Menores con el Saint Paul y el 16 de julio de 2003, a los 80 años de edad, reapareció con dicha escuadra para encumbrarse como el primero en incursionar en siete décadas diferentes en el béisbol organizado. 

A lo largo de toda su trayectoria en MLB, “Minnie” Miñoso disputó 1839 encuentros, pegó 1963 indiscutibles, promedió para 298, pisó el home en 1136 ocasiones y propició que sus compañeros lo hicieran en 1023. Disparó 186 jonrones y robó 205 bases. Ostentó la marca de mayor cantidad de dead balls de por vida (189) hasta 1984. El hecho de caminar hacia la bola para conectarla, le propició numerosos pelotazos.

El “Cometa Cubano” incluye en su palmarés tres Guantes de Oro como jardinero izquierdo y cinco All Stars Games. En tres ocasiones comandó los triples y las estafas. Desafortunadamente, el tardío debut ocasionado por la segregación le impidió engordar sus cifras.

La bola baila el cha-cha-chá

Orestes Miñoso estaba sentado en la Plaza de Marte de Santiago de Cuba un día de su cumpleaños (en aquel entonces defendía los colores del club semiprofesional Cuban Mining), cuando le comunicaron que debía asistir a unas pruebas con los Tigres de Marianao de la Liga Profesional Cubana. Así comenzó la amorosa historia entre Miñoso y el Marianao, franquicia a la que representó durante 14 temporadas en las contiendas cubanas entre 1945 y 1961.

El “Minnie” debutó por todo lo alto en la Liga Cubana con el premio de Novato del Año en la campaña 1945-46. En su país bateó 839 inatrapables en 2992 turnos oficiales para un rendimiento de 280.

En todas las ediciones del certamen profesional cubano, Miñoso aparece como sublíder en anotadas (504), triples (51) y cuadrangulares (66), ocupa el tercer lugar en hits (839), biangulares (125) e impulsadas (393).

Entre sus récords logrados en una temporada, figuran sus 67 anotadas (1952-53) y 13 tripes (1947-48). En la 1956-57 quedó champion bate con 312. Encabezó tres veces la Liga en anotadas y dos en tribeys. Se proclamó MVP en la 1952-53 y 1956-57. Posee la marca de más cuadrangulares consecutivos (5 en 4 partidos).

Asistió con el Marianao a par de Series del Caribe, las cuales se llevó en 1957 y 1958. En los Clásicos del Caribe, bateó para 356 en 12 encuentros con 8 anotaciones y 9 empujadas.

Los batazos de Orestes Miñoso inspiraron al maestro Enrique Jorrín para componerle un pegajoso tema que decía: “Cuando Miñoso batea, verdad, la bola baila cha-cha-chá.”

Salones de la Fama… 

Una vez concluido su recorrido por MLB, Miñoso se desenvolvió como jugador y entrenador en las diversas ligas mexicanas, donde ya se había probado antes. De 1965 a 1973, hasta casi cumplir 50 años, el matancero jugó la Liga de verano, la del sureste y la invernal de México, en las que era capaz de batear soberbiamente todavía, tanto así como para alcanzar a formar parte del Salón de la Fama de la nación azteca.

Curiosamente, en 1976 mientras el cubano dirigía y jugaba con Puerto Vallarta en la Liga del Sudeste, él y su hijo Orestes JR endosaron jonrones seguidos en el desafío final de los playoff, para adjudicarse el triunfo. En 2005, el de La Lonja ascendió al Salón de la Fama del Caribe y en 2014 al restaurado Salón de la Fama del Béisbol Cubano del Estadio Latinoamericano. Sin embargo, al morir en 2015, el “Minnie” no pudo disfrutar de una placa en Cooperstown, injusticia que significa una deuda del deporte de las bolas y los strikes hasta el día de hoy.

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