“En mi época con pocos recursos se jugó con más pasión que hoy y…”, dijo ícono de las 1ras Series Nacionales

Por Yasel Porto

Muchos que vivieron la etapa de las primeras Series Nacionales surgidas en 1962 coinciden en señalar la pasión y entrega demostrada por los protagonistas del juego, y varios se volvieron grandes íconos de una etapa inolvidable, romántica y nostálgica. Esos hombres fueron capaces de convertirse en nuevos héroes beisboleros a la altura de esas leyendas profesionales que tuvieron que buscar otro destino después de 1961.

El lanzador villareño Aquino Abreu fue uno de esos. Resultó uno de los lanzadores más representativos de aquella era pionera de los actuales clásicos cubanos y si bien sus dos famosos no hit no run de forma consecutiva lo marcaron y marcarán por siempre, no fue lo único que lo hizo trascender más allá del tiempo que le tocó jugar.

Uno de los fundadores de las Series Nacionales, el natural de San Fernando y residente desde hace mucho en Cumanayagua (actual provincia de Cienfuegos) fue un as del staff de pitcheo de los equipos de la antigua provincia Las Villas y también a nivel internacional. En esa década del sesenta vistió indistintamente el uniforme de Azucareros y Centrales, aunque su primer equipo en el máximo nivel fueron los Orientales que bajo la batuta de Pedro “Natilla” Jiménez estuvieron presentes en la lid inaugural de 1961-62.

Con Aquino tuve la posibilidad de conversar en Santa Clara sobre temas bien variados que irán saliendo en los diferentes espacios con los que tengo vínculo, pero un aspecto hizo notar el afable veterano casi a la altura misma de sus disímiles proezas deportivas.

Se trató precisamente del amor con el que jugó toda esa generación encargada de mantener el interés de los aficionados por un béisbol totalmente nuevo, carente ya de las figuras profesionales habituales que habían sido endiosas con toda justeza por sus resultados dentro y fuera de Cuba.

“La pelota de aquel tiempo era una pelota muy distinta a la de hoy”, comenzó diciendo Aquino. El argumento de esa aseveración tan categórica se basó sobre todo en las condiciones existentes en esos años iniciales dentro de un país que había sufrido un cambio drástico social, política y económicamente.

 “La situación de los estadios, las guaguas eran bastante discretas. A veces íbamos desde Santa Clara hasta Santiago de Cuba en un transporte con asientos bastante tiesos y sin comodidad alguna. Sin embargo, la gente llegaba al terreno y se entregaban. Jugaban la pelota de corazón”, señaló el hombre que pasó a la historia el 25 de enero de 1966 por ser el único cubano con dos juegos de cero hit cero carreras consecutivos, además de segundo y último en todo el mundo (el primero fue el norteamericano Johnny Vander Meer en 1941).

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“Jugábamos una pelota con un tremendo interés. Incluso a veces cuando perdíamos los compañeros ni comían. Había una afición tremenda con el béisbol y un compañerismo grandísimo. Un equipo era una sola gente, nos ayudábamos los unos y los otros, nos aconsejábamos. Existía una gran unión dentro del equipo. Yo estoy fuera desde hace un tiempo de las interioridades de los equipos en la Serie Nacional de hoy, pero se nota que ese interés y entrega se ha perdido en el béisbol. En mi época con pocos recursos se jugó con más pasión que hoy”, concluyó Abreu.

Aquino Abreu fue uno de los miembros de las selecciones de la Isla que ganaron los torneos beisboleros en los Juegos Panamericanos de Sao Paulo 1963 y los Centroamericanos y del Caribe de San Juan 1966.  También fue parte del plantel que participó en la controvertida lid regional de Kingston en 1962.

Además de haber llegado con casi 30 años a las Series Nacionales, otro factor que lo privó de tener una carrera mucho más dominante fueron las lesiones. De hecho, en el momento que dio su segundo no hit no run tuvo que hacer un esfuerzo adicional al encontrarse con problemas físicos. Pero de ese tema volveremos pronto pues esa es una historia llena de atractivo que no merece valorarse de forma tan superficial.

Pese a un balance perdedor en 14 temporadas de 63-66, dejó un formidable promedio de efectividad (2,25). Su récord adverso se debió en buena medida a que en aquellos años de cuatro o seis equipos participantes a Aquino le tocó actuar la mayor parte del tiempo en selecciones con más fracasos que los partidos ganados.

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