Mientras la directiva del béisbol cubano sea oportunista y mezquina, no habrá pelota libre en Cuba

“… De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios…”
José Martí, La futura esclavitud, La América, Nueva York, abril de 1884

Por Roberto Machado

Han pasado más de 60 años desde que Cuba jugó su última Liga Invernal, animada en ese último certamen únicamente por peloteros cubanos. Los incidentes ocurridos el 25-26 de julio de 1959 en el Gran Estadio de La Habana, marcado por una balacera iniciada por fuerzas del triunfante Ejército Rebelde en pleno encuentro entre los Havana Sugar Kings y los Rochester Red Wings de la Liga Internacional Triple A fueron el pretexto utilizado por la directiva de las mayores y la administración estadounidense para no solo declarar a Cuba “no segura” para los peloteros norteamericanos, sino también despojar a la isla caribeña de su franquicia de Triple-A, que estaba según muchos a un paso de legar al Big Show.

Quedaba además el furor de la victoria insurrecta sobre el dictador Fulgencio Batista, que terminó huyendo para evitar una casi segura pena de ejecución, y en la situación en la que estaba el país, más la creciente tirantez en las relaciones con Estados Unidos, no quedó más remedio a Castro que poner fin a la pelota profesional. Eso, claro, sin contar con que para muchos entendidos, incluso muchos norteamericanos, el acuerdo de 1946 entre el béisbol cubano y la Major League Baseball convertía a la pelota cubana en “esclava” del béisbol organizado.

Con la ruptura de dicho acuerdo, vino asociado el fin de la tan venerada por muchos Liga Invernal Cubana o Liga Profesional Cubana, clásico que era animado por cuatro conjuntos. Entonces comenzaron las Series Nacionales de Béisbol, en un evento que el Comandante en Jefe del Ejército Rebelde Fidel Castro calificó entonces como el “triunfo de la pelota libre sobre la pelota esclava”. Pero, ¿era esto realmente así?

¿Pero fue lo que vino después realmente una pelota libre?

Tras el inicio de las Series Nacionales y el aumento del dominio de Cuba en los torneos internacionales, comenzó una odisea para los peloteros cubanos que pese a los avances todavía no llega a su final.

Los peloteros perdieron totalmente su autonomía, y la posibilidad de decidir qué hacer con su vida y con su futuro. Nadie podía firmar un contrato profesional sin que esto conllevara la expulsión vitalicia de los transgresores del movimiento deportivo cubano. Ahora, con las aperturas, persisten los elementos controladores, pues los peloteros que se gestionen sus propios contratos sufren desplantes, discriminaciones y a veces demoras en su activación para jugar en la Serie Nacional. Muchos peloteros fueron privados del equipo Cuba sencillamente por considerarse no confiables o por no caer bien a alguien que decide.

Pero los contratos profesionales no son la única problemática que aparece para acosar a los peloteros, porque este es un proceso reciente: aunque se ha ganado en este aspecto, las provincias se reservan el derecho de retener a ciertos peloteros, sancionarlos por razones estúpidas y sin argumentos, solamente con tal de dañarlos o de que no jueguen en su contra. En fechas recientes este proceso se tornó engorroso con una diatriba de comentarios en las redes sociales relacionados con el toletero granmense Yordanis Samón, que en la venidera serie estaría por su cuarto equipo.

Sin hacer mucho esfuerzo, se puede sacar la cuenta de más de dos centenares de peloteros que sufrieron abusos que destruyeron sus carreras deportivas o simplemente las interrumpieron temporalmente de manera injusta y arbitraria. Desde ser amigo de alguien que desertó, hasta recibir una llamada telefónica desafortunada, hasta saludar a uno que también abandonó el país mientras se juega en un torneo internacional, las barbaridades relacionadas con suspensiones, omisiones del equipo Cuba y otras son casi imperdonables.

Este problema no parece tener solución cercana, pues el sistema cubano no da ningún derecho a los ciudadanos cuando tienen que enfrentarse a las instituciones, y el representativo de las instituciones es casi intocable, incluso con evidencia sobrada de mal trabajo, abuso, atropellos y quién sabe cuántas cosas más. Mientras la directiva de la pelota cubana sea la que es: oportunista, servil y mezquina,  no habrá verdadera pelota libre en Cuba.

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