Fernando Sánchez: «Matanzas ha perdido demasiados prospectos por el championismo» (Parte I)

 Por Andy Lans

   Evocar a familias beisboleras de nuestras Series Nacionales (SNB) nos remite a tres núcleos que, al entender de este autor, sobresalen como los de mayor aporte a los diamantes locales: los Urrutia de Las Tunas, los Gurriel de Santi Espíritus y los Sánchez de Jovellanos (Matanzas). 

   Entre estos últimos, sobresale por su integridad como pelotero Fernando “El Increíble” Sánchez, quien a criterio de varios especialistas ostenta la categoría de “cinco herramientas”. 

   En su largo recorrido por las SNB (1971-1994), Fernando Sánchez intervino en 23 temporadas con los equipos matanceros. Se ubica tercero en el listado de peloteros con mayor cantidad de hits conectados en los circuitos cubanos (2215), bateó para 307 en 8 mil 269 comparecencias al plato. Al momento de su retiro de las justas cubanas, Fernando aparecía en el quinto escaño de dobles hilvanados con 338 y en total de bases con 3 mil 523, cuarto en empujadas con mil 223, octavo en triples con 65, noveno en anotadas con mil 115 y onceno en cuadrangulares con 280.  

Fernando, ¿qué recuerdos atesora de su padre René Sánchez en su época de jugador?  

   —Vengo de una familia de 11 hermanos, siete varones y cuatro hembras. Arturo y yo somos los de menor edad; pero gracias a diversas conversaciones con los hijos mayores y algunos vecinos que vieron jugar a mi padre, sé que este mostró su calidad en la Liga Amateur Pedro Betancourt. 

  »Por tal razón, cada uno de nosotros despuntó como pelotero en distintas etapas. Felipe, el primero en debutar en la Serie Nacional, solo jugó cinco campañas debido a su edad. René, no participó porque asumió cargos directivos después del triunfo revolucionario; sin embargo, Wilfredo, Armando, Arturo y yo si compartimos en el terreno y cuando escuchábamos las excelentes valoraciones sobre el béisbol de nuestro padre, sentíamos la presencia de un patrón a seguir.

En su primera temporada, usted le conectó a José Antonio Huelga uno de los ocho jonrones que él permitió a lo largo de su carrera dentro de Cuba. ¿El Héroe de Cartagena le dijo algo al respecto?  

   —¡Sí, cómo no! Huelga se me acercó mientras recorría las bases, se quitó la gorra, y se dirigió a mí: “Sánchez, sigue el ejemplo de tu familia, que vas a ser grande.” Sentí una gran emoción con ese batazo porque Huelga ya era indiscutible en el plantel nacional. 

¿Algún otro recuerdo de aquel turno al bate?  

   —Como el primer lanzamiento pasó cerca de mi cabeza, seguro a más de 90 millas, calculé que en el siguiente envío vendría al medio, y en ese instante, aproveché para sorprenderlo. 

En 1975, usted consiguió el liderazgo de vuelacercas con seis, y en 1978, título de bateo con promedio de 394. Dada la calidad del picheo de antaño, ¿qué tan complicados le resultaron esos logros?  

   —Al principio de mi carrera pasé mucho trabajo porque de niño nunca asistí a una Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) ni a una academia. Cuando llevaba par de meses en la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA), me halaron para el servicio militar. Durante tres años de estancia en la unidad, jugaba pelota pero sin rigor competitivo. 

   »En mis tiempos, te encontrabas dos pitchers de calidad en cada subserie. Entonces, entre conexiones y ponches pulí mis deficiencias hasta alcanzar mis objetivos. 

El 20 de marzo de 1984, el estadio Victoria de Girón acogió una de sus grandes hazañas. Le disparó tres cuadrangulares a Camagüeyanos en el marco de la X Serie Selectiva. ¿Se preparó para esa faena o simplemente se la debemos a la casualidad?  

   —Ya para ese momento, me sentía forjado como pelotero. Mis contribuciones a Henequeneros me favorecieron a la hora de formar parte del conjunto Matanzas. Casi siempre alineaba de tercer bate, dispuesto a impulsar carreras y ayudar todo lo posible.

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Al completar su trayectoria deportiva, Fernando Sánchez robó 135 bases en 211 intentos. Sin embargo, hoy en Cuba escasean los estafadores de almohadillas ¿Cómo podemos aprobar esta asignatura pendiente de nuestro béisbol?  

   —Eso va en la preparación de cada atleta. Si ocupas uno de los dos primeros turnos al bate, debes entrenar para tratar de robar y anotar. Al llegar a segunda, el empleo de las técnicas adecuadas te permitirá pisar el home con cualquier lance arrastrado. 

   »Mi arribo a Henequeneros, me propició aprender de grandes corredores como mi hermano Wilfredo, Félix Isasi y Rigoberto Rosique. 

¿Le molestaban las comparaciones con los demás miembros de la familia?  

   —Nunca tuvimos contradicciones en ese sentido. Más bien, nos ayudábamos unos a otros. Mi padre nos aconsejaba según nuestras particularidades.  

   »A Wilfredo, le insistía en el robo de bases y los toques de bola; con Armando, que bateaba por detrás del corredor, la prioridad era impulsar, y en mi caso, la tarea consistía en dar jonrones y correr fuerte. 

¿Cuánto aportó Fernando Sánchez en el bicampeonato de Henequeneros a principios de la década del 90?  

   —Henequeneros siempre aparecía como el elenco más débil de Matanzas, pero nutrieron sus filas con la incorporación de figuras jóvenes. Por tal motivo, yo me veía obligado a prepararme mejor para seguir como regular, y de paso, enseñar a la nueva generación. 

   »Muchos consejos salieron de mi boca con el fin de apoyar el crecimiento de los muchachos. En 1988 o 1989, logramos clasificar al playoff para colocar el cimiento de los títulos posteriores.  

   »La experiencia de Gerardo “Sile” Junco influyó enormemente en el resultado. 

¿Cómo se sintió con el reciente título de los Cocodrilos de Matanzas en la LIX Serie Nacional?  

   —Me llenó de satisfacción. No obstante, no puedo decir que para Matanzas en sí sea algo extraordinario. Hemos perdido demasiados prospectos por culpa del championismo. 

   »Traer a un pelotero establecido de otra provincia, significa que tiene que jugar. A raíz de ese movimiento, los talentos noveles pierden oportunidad de foguearse. He ahí un reto para los entrenadores de categorías inferiores, fomentar los juveniles para que Matanzas no regrese a los últimos puestos de la tabla.

De lo contrario, los Cocodrilos dependerán eternamente de los traspasos…  

   —Exactamente. Ahora ganamos la Serie Nacional, sin embargo solo contábamos con dos regulares matanceros y alrededor de 19 jugadores de otros territorios. 

¿No tiene el mismo sabor?  

   -Para mí como entrenador, no. Les reconozco su esfuerzo y les felicito, pero a diferencia de Henequeneros y Citricultores, no se consagraron con peloteros de aquí.  

   »Cuando ganó Henequeneros, recogimos de La Habana a Carlos Kindelan y a Eduardo Cárdenas, no obstante, ellos se hicieron peloteros en Matanzas. En la actualidad, vienen directamente a ocupar una posición, y eso, entorpece el trabajo de la base. Ahora no, pero dentro de unos pocos años, Matanzas volverá a carecer de peloteros aunque ciertas personas no quieran verlo así. 

Los Cocodrilos cuentan con una amplia estela de jardineros, dígase Javier Camero, Yadir Drake, William Luis, Eduardo Blanco, Juan Miguel Vázquez, etc… ¿Considera que su sobrino Ariel Sánchez pueda afianzarse como uno de los habituales del line up?  

   —He ayudado a Ariel en su preparación durante el confinamiento de la Covid-19. Él no ha perdido el tiempo desde que recibió la noticia de su reinserción en el equipo. 

   »Yo no aseguro nada, pero ten por sentado que el béisbol a todo su nivel radica en la ofensiva, y si usted no batea, no juega. Un torpedero o un receptor dependen en mayor medida de su defensa, más los jardineros, en especial los de esquina, cargan un gran peso ofensivo. 

   »A través de los años, Ariel Sánchez demostró excelente bateo con Víctor Mesa como director. Sin embargo, la indisciplina es imperdonable y la temporada perdida hay que revertirla. 

¿A qué se dedica Fernando Sánchez en la actualidad?  

   —Me mantengo como entrenador en la Academia “Palmar de Junco” y por las tardes enseño a los niños de la comunidad. Infantes de 5 a 12 años acuden a recibir el “abecé” de la pelota. 

   »Ahora bien, en Matanzas radican varias glorias y a veces nos sentimos un poco acorralados. Con nosotros no se cuenta para nada. Ni para una conferencia, ni para aportar un criterio. No nos falta disposición para transmitir nuestra experiencia, pero siempre nos dejan en espera. Solo anhelamos levantar el béisbol. Este deporte constituye nuestro pretexto para vivir.

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