«Regresar y jugar con Industriales seguirá siendo una opción», asegura pelotero capitalino

Por Darien Medina

   A los siete años Jorge Tartabull ya jugaba béisbol, los resultados lo llevaron al equipo provincial de Ciudad de La Habana en los campeonatos nacionales. En la categoría 11-12  llegó a ser parte de la selección cubana que participó en un torneo amistoso en Taipéi de China.

   Entró en la EIDE con 13 años y ahí comenzó a actuar como lanzador por las condiciones mostradas y siguiendo los consejos de su entrenador quien le aseguraba que desde esa posición, su llegada a la Serie Nacional se produciría mucho más rápido.

   Nadia podía imaginar que su vida en el deporte y en lo personal sufriría un giro radical cuando a los 17 años una lesión en la columna lo alejara del montículo. La única opción para continuar su carrera en el deporte era regresar a los jardines.

   Su paso por el béisbol cubano se extendió a cinco Series Nacionales, las tres primeras con la Isla de la Juventud, equipo con quien llegó a discutir el título.

   Las otras dos temporadas fueron con los Industriales. En la capital logró su mejor campaña en cuanto a números individuales. A los jardines de los Leones parecía llegarle otra estrella, tuvo un promedio ofensivo de 336, cinco cuadrangulares, dos triples, 13 dobles, empujó 37 carreras y anotó 54.

   Pero la afición azul se quedó con los deseos de volver a ver a Jorge Tartabull, ese muchacho que sin temor a equivocarse fue a buscar oportunidades al equipodel municipio especial porque estaba consciente de que en la capital las opciones de juego serían escasas.

   «Vi una oportunidad en la Copa Antillana de Acero donde participaban varios equipos de las Serie Nacional, alguien podía fijarse en mí y jugué por el equipo del Cotorro. Así fue como el director de la Isla de la Juventud, Armando Johnson, se interesó en mis habilidades para incluirme en su equipo», cuenta el jugador de 27 años en exclusiva con SwingCompleto.

   Los objetivos estaban claros, una etapa de crecimiento y desarrollo que lo ayudaran a hacer realidad el sueño de jugar con Industriales por lo que asegura que «fue una bonita fase, ya estaba en el máximo nivel del béisbol en el país. A la Isla por darme esa oportunidad y aceptarme en el equipo le debo gratitud».

   Tartabull asegura que se fue a ese equipo «con un acuerdo para  jugar uno o dos años y luego regresar, pero me lo extendieron un año más ya que aún no consideraban que estuviese listo para jugar con Industriales».

   En ese tiempo con los Piratas disfrutó la posibilidad de discutir el campeonato frente a Ciego Ávila y fue uno de los protagonistas de aquella histórica actuación.

   «Fue un año duro pero siempre nos mantuvimos positivos de que jugaríamos al ciento por ciento cada vez que entráramos al terreno y sin temerle a la tradición de los equipos a los que  nos enfrentábamos y eso fue lo más importante de llegar tan lejos en la Serie Nacional de ese año», recuerda.

   El último año de su estancia en el conjunto isleño sería el más complicado, tan solo participó en 23 juegos en la temporada por lo que la despedida dentro de ese equipo no fue la más deseada.

   Interrogado por las causas de tal situación explicó que «venía del torneo sub 23 con una lesión del menisco de la rodilla izquierda, pero a pesar de eso seguí jugando, tomé medicamentos e hice fisioterapia todos los días con la ayuda del equipo. En el partido número 23 con un fly de Roel Santos me tiré para capturar la bola y me fracturé un dedo de la mano de fildear y eso me sacó de los terrenos por toda la campaña».

   Un año después, cuando Javier Méndez asume el mando de Industriales, Tartabull hizo equipo sin embargo las lesiones que lo afectaron durante su estancia en la preselección del equipo mermaron en su rendimiento nuevamente. «Para esa temporada mi rodilla ya no aguantaba más y tuve que ser intervenido quirúrgicamente en el hospital Frank País con el doctor Hugo el cual había operado a Frederich Cepeda una semana antes que a mí y eso me llenaba de esperanza de seguir jugando».

   Entonces, apenas vio acción en 13 juegos, algo muy distante de las aspiraciones con las que llegó al conjunto de la capital. Ese año los azules no lograron la clasificación a los playoff, aspecto determinante en su preparación con vista a la siguiente temporada.

   Tartabull no defraudó, su rendimiento estuvo entre los mejores de toda la temporada dentro del equipo aunque destaca que la adaptación se dificultó desde un inicio.

   «El trato de los compañeros al principio no fue fácil ya que era diferente con respecto al equipo de donde venía. En Industriales existe la jerarquía: se diferencia mucho entre los jugadores titulares y los de cambio. Eso no me lo esperaba, pero me sirvió de motivación para ganarme un puesto en tan lujosa alineación», confiesa.

   Otro momento fundamental fue haber estado dirigido por Víctor Mesa, motivación y exigencia que lo hacían mejorar cada día en el terreno de juego. «Sabía que iba a jugar aunque no estuviera en la alineación porque conocía sus característica y desde el primer día en la serie contra el equipo de la Isla de la Juventud me sacó de emergente en la novena entrada y decidí el juego empujando dos carreras. Eso me ayudó mucho mentalmente ya que sabía que me pondrían más seguido en la alineación y así fue hasta ganarme la titularidad».

   Tras su última y mejor temporada las aspiraciones de Tartabull cambiaron. Su presencia en el equipo nacional en una serie amistosa frente a Nicaragua despertó el interés de ojeadores extranjeros. «Después de haber llegado al equipo Cuba decidí probarme en otro béisbol, primero por lo económico y luego porque veía que podía seguir desarrollándome al ser  más exigente que en Cuba».

   Ya en República Dominicana estuvo durante seis meses realizando tryouts, ante casi 12 organizaciones de Grandes Ligas, Cleveland Indians, Texas  Rangers, San Diego Padres y Houston Astros fuern los equipos que más interés mostraron.

   «Con el paso de los días me decían que con 26 años de edad era bien difícil que me dieran una oportunidad», comenta.

   Decidió moverse a México con un contrato para jugar en la liga Norte y allí intervino en la etapa final del torneo de 2019; ese mismo año participó dentro de la Liga Meridana con los Azulejos de la Dolores Otero, logrando el título además de llevarse el liderato en cuadrangulares.

   Para este 2020 había acordado participar con los Algodoneros de San Luis nuevamente de la Liga Norte de México, pero la expansión de la pandemia por COVID-19 no permitirá que se concrete su presencia.

   Las aspiraciones de Tartabull siguen estando en el béisbol mexicano, aunque en torneos de mayor exigencia. «Mi sueño ahora es jugar en el máximo nivel de la pelota en México que es la Liga Mexicana de Béisbol y Liga Mexicana del Pacífico».

   De poder concretar este paso en su carrera, podría ser definitorio para un posible retorno a su país natal donde se hizo pelotero: «Regresar y jugar con los Industriales seguirá siendo una opción luego de lograr mi sueño».

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