Lanzaba descalzo y con ampollas en los pies pero llegó al equipo Cuba

Por Boris Cabrera con la colaboración de Elidia González

   Cayó el out 27 del juego. Yoalkis Cruz se lanza de rodillas en la arcilla y mira al cielo agradeciéndole a Dios por permitirle llegar a la gloria, mientras una multitud verdirroja y frenética estremece los graderíos con vítores y bailes estrepitosos.

    Es una imagen que se ha repetido a lo largo de 17 años desde que este lanzador tunero irrumpió en Series Nacionales. Su vida, es una de esas historias llenas de fe y sacrificios donde el héroe se levanta a última hora del fango y vence uno a uno a sus enemigos bajo la mirada atónita de los espectadores.

   Pocos imaginaron que el joven Yoalkis a sus 23 años y sin haber pisado jamás un terreno de pelota, pudiera convertirse en uno de los mejores lanzadores de Cuba. Nadie en su pueblecito de Gamboa, una localidad distante a más de 30 kilómetros de Las Tunas que se comunica por terraplén a la cabecera municipal, pudo predecir que uno de sus vecinos llegaría a inscribir su nombre en lo más alto de este deporte ni que llevaría a su provincia a conquistar el único título en su historia.

   «Mis pasión por el béisbol comenzó a los 14 años jugando con los muchachos del barrio. Mi interés por la pelota fue despertando y a los 23 escuché por la radio una convocatoria que se necesitaba pitcher para el equipo de Las Tunas», le cuenta Yoalkis a SwingCompleto.

   El recuerda que «me dirigí a la Comisión de Béisbol varias veces y siempre me decían que no tenían pistola para medir la velocidad, nunca me rendí porque ya sentía una gran pasión por el béisbol. A la quinta vez al fin me midieron la velocidad y logré tirar 83 millas pero tampoco me aceptaron».

   Como en todas las historias épicas, siempre aparece de la nada un “ángel” que cambia el curso del destino. Algo vio en él un simple trabajador del estadio y lo llevó a casa del profesor Jesús Guerra, en aquel tiempo preparador de picheo del Centro de Entrenamiento.  

   «Jesús, sin hacerme pruebas, me aseguró que si hacía todo lo que él decía me convertiría en uno de los mejores lanzadores de Las Tunas y de Cuba. Yo apenas sabía nada de béisbol, solo tirar pelotas, pero con su ayuda y la mano de Dios, hoy soy el lanzador #51»

   Fueron muchos los trabajos que tuvo que pasar este “guajirito” entrenando descalzo con unas ampollas terribles, durmiendo en el almacén donde guardaban las viandas porque no podía soportar el frío del aire acondicionado al taparse con una sábana pequeña que apenas le cubría parte de su espigado cuerpo.

   «Entrenaba con Jesús de martes a sábado en el Centro. Él vio que yo tenía actitud y su apoyo fue creciendo. Nadie me quería pero gracias a mi rendimiento en la provincial de ese año donde gané seis juegos con el municipio de Majibacoa, logré hacer el equipo. Mi calidad fue mejorando y me sentía muy motivado», nos cuenta.

   Así comenzó Yoalkis a labrar una carrera exitosa de 17 temporadas donde ha logrado 151 victorias encabezando el staff de Los Leñadores tuneros durante varias campañas. A sus 41 años aún se mantiene activo preparándose para la próxima contienda.

¿Qué estás haciendo en estos momentos de inactividad beisbolera?

   -Cumplo rigurosamente una disciplina de entrenamiento diario. Corro en las mañanas unos 30 minutos de resistencia porque ahora no se puede correr tramos de velocidad. Escucho mucho los consejos de mis entrenadores, en especial a Dios. Me mantengo haciendo pesas, soga, liga, dumble y abdominales.

¿Hay algún equipo específico con el que te esmeras encima del montículo?

   -Siempre me esfuerzo un poco más contra el equipo que quedó campeón en la pasada temporada. Se supone que es el equipo fuerte a derrotar

¿Crees que en el transcurso de tu carrera merecías más oportunidades de integrar los equipos nacionales?

   -Solo te puedo decir que mis resultados hablan por sí solo. No obstante viví momentos inolvidables y únicos dentro de las Series Nacionales, logrando insertarme varias veces en el equipo Cuba.

¿Crees que fue fundamental la labor de Pablo Civil en el título que lograron en la serie 58?

   -En realidad todos los directores anteriores han aportado para lograr eso que se ve hoy: un equipo consolidado en trazar metas para lograr el objetivo de ganar y ganar.

¿Cómo catalogas tu aporte a esa victoria?

   -Mi labor para alcanzar el campeonato no fue la decisiva porque todos jugamos alineados al propósito, pero si considero que fue muy importante pues me entregué con el corazón.

Tienes dos hijos que también juegan béisbol. ¿Cómo van sus carreras?

   -El mayor jugó en las provinciales donde quedaron campeones y se encuentra en la preselección del equipo Tunas para esta próxima serie y el más pequeño jugó la categoría 9-10, también fue campeón con su equipo.

¿De qué te arrepientes ahora con el paso de los años?

   -Me arrepiento de no haber comenzado mi carrera deportiva con menos edad, pero así lo quiso Dios. Eso me hubiera ayudado mucho a captarlo todo desde temprano para haber sido mejor.

¿Piensas ya en el retiro?

   -Por ahora me siento en forma y activo para seguir dando más de mí con los leñadores. El día que Dios me llame a servicio completo en el Ministerio de la Iglesia, pues sin dudas me retiraría del béisbol.

¿Te hubiera gustado jugar en Grandes Ligas? ¿Crees que hubieras podido desempeñarte en algunas de las ligas profesionales?

   -Eso es el sueño de todo atleta, a todos nos gustaría representar a nuestro país en otras tierras. En varias ocasiones se hicieron gestiones para mi contratación, pero todo se quedaba en la Habana. Me siento bien al lado de mi familia, esposa, mis hijos, mis pastores y hermanos en Cristo.

¿Con que sueñas ahora que tienes 41 años? ¿Cómo te ves en el futuro?

   -Me veo enfocado, capacitado físico y mentalmente para “echar garras” en la próxima serie.

¿Quieres decirle algo a esa afición tunera que tanto te admira?

   -Quiero darle muchas gracias a la afición por el respeto y el apoyo incondicional que nos brindan dentro y fuera del terreno. A ellos nos debemos y por ellos nos entregamos. Agradezco los aplausos y las críticas constructivas. Sólo me resta decirles que seguiré entregando lo mejor de mí en cada entrenamiento y en cada partido. Que Dios me bendiga a todos los cubanos dentro y fuera del país.

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