Después de las dos primeras rondas de este V Clásico Mundial de Béisbol, la angustia y el pesar se adueñaba de los aficionados cubanos.
Dos caídas ante Países Bajos e Italia eran pesados lastres que hundían las esperanzas en una triste oscuridad. El equipo de Cuba que había llegado con muchas expectativas estaba a punto de un inesperado naufragio.
Tras una histórica convocatoria de la Federación Cubana que sumó a jugadores de varios lares del mundo incluyendo atletas del sistema MLB parecía que el fracaso sería el premio.
Las posibilidades eran escasas pero comenzaron a hacerse realidad y el rostro de los cubanos comenzó a mostrar rayos de luz. La vida no donaría sus fracasos y obstáculos para los de la mayor de las Antillas. Los resultados de los rivales del grupo le comenzaron a favorecer, pero aún debían poner ellos su grano de arena y vencer en los dos juegos que restaban.
Los desafíos frente a Panamá y Taiwán resultaron el despertar de una ofensiva que se encontraba en letargo. El aporte de los jugadores de MLB Yoan Moncada y Luis Robert Jr. comenzó a hacerse evidente y el pasaje a la siguiente fase se tornó posible.
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Aún restaba otro importante aspecto que el destino le regalaría a Cuba. Una victoria de Italia frente al conjunto de Países Bajos en la última fecha de la etapa clasificatoria pondría en el primer lugar del grupo a los antillanos.
Esto significó no tener que cruzarse con el todopoderoso Japón, que se vislumbra como una de los grandes favoritos para reinar en este evento.
Una gesta se consolidó ante la mirada atónita de muchos. Cuando parecía todo perdido y la novena cubana se encontraba en el frío sótano encontraron el sendero de una increíble recuperación. Cual hilo de Ariadna entre los laberintos navegó esta historia.
Esperemos la llegada de los cuartos de final. El rival será Australia y parece al alcance de este inspirado conjunto, lleno de detractores pero también de seguidores. Esperemos el desenlace final.
