ESPECIAL: 10 grandes historias de madres de peloteros cubanos que TE EMOCIONARÁN

Por Yasel Porto

No creo que haya que convencer a nadie sobre la trascendencia de una madre en el juego de la vida. Por eso iré directo a la esencia de mi escrito, que son diez historias de madres dentro del béisbol cubano que merecen respeto y admiración. Ya sea por lo que ellas significaron en la vida deportiva de determinadas figuras como por otras situaciones especiales que en muchos casos sirven como referente.

Kendrys Morales
No se puede hablar de sus grandes logros sin el gran aporte de su madre, quien tuvo que asumir todos los roles tras la muerte prematura del padre de Kendrys. Se esforzó mucho desde bien temprano para su desarrollo como pelotero y unido al tremendo talento de su hijo, éste se convirtió en una sensación en cada categoría hasta llegar en 2002 con Industriales a la Serie Nacional. Su impacto popular y deportivo fue brutal, como ningún novato ha logrado hasta hoy en la pelota cubana, lo que lo llevó al equipo Cuba hasta como cuarto bate. Pero un año después comenzaron los problemas por sus intenciones migratorias, y luego de ser suspendido tras ser regresado de Panamá, y del complejo proceso a su alrededor por intentar irse tantas veces de forma ilegal, fue clave la ayuda de todo tipo de ella para seguir hacia adelante y lograr finalmente el objetivo de firmar con un equipo de Grandes Ligas. Incluso para el difícil trayecto en el mejor béisbol del mundo.

Yoenis Céspedes
Como pasó con Kendrys, el papel jugado por Estela Milanés en la vida deportiva de «La Potencia» fue indispensable. Ella no solo jugó su papel como madre, sino que asumió un protagonismo significativo en el desarrollo de su hijo en el deporte. Sin dudas que su nivel extraordinario como softbolista fue un elemento de gran peso para Céspedes, tanto como influencia como lo que ella trabajo con él en lo deportivo. Ella asumió muchos roles y fue un puntal en todos los sentidos para el jardinero granmense, primero en su paso brillante por las categorías menores y después en la Serie Nacional y el equipo Cuba. Luego, al emigrar, ahí estaba presente también Estela en el difícil proceso por el que tienen que pasar muchos cubanos para llegar a la MLB. El vínculo de ellos es tan fuerte que ella vive con él todavía en su rancho de Port Saint Lucie, poniéndole la dedicación ahora a un nieto que parece mantener la tradición familiar.

Liván Hernández
El nombre de Miriam Carreras se hizo famoso en 1997, en el momento más importante en la carrera de Liván. Se trató de su llegada a Estados Unidos en medio de la discusión del título de las Grandes Ligas, tras una gestión especial que posibilitó llevarla desde Cuba para reencontrarse con su hijo. El impacto de aquello fue tremendo, y resultó un impulso emocional que necesitaba el lanzador oriundo de Isla de la Juventud para finalizar una temporada inolvidable en la que fue elegido jugador más valioso de la Serie de Campeonato y la Serie Mundial, un contribuyente de lujo para la primera coronación de los casi recién nacidos Marlins de la Florida. Resultado que ella pudo celebrar junto a él después de más de dos años sin verse.

Luis Tiant Jr.
Fue una historia idéntica a lo que sucedió con el también lanzador Liván Hernández. Aunque un poco más duro, pues el tiempo que llevaba Tiant sin ver a su madre y su padre era mucho mayor. Hablamos de más de diez años, pues había salido de Cuba en 1961 y no fue hasta 1975 que se reencontró por primera vez con su familia. Si bien quien más trascendió fue su padre, por haber sido lanzador en Estados Unidos y ser invitado a lanzar junto a su hijo la primera bola en Fenway Park, la madre del «Tiante» fue componente indiscutible de lo que pasó en esa temporada. El pitcher de los Medias Rojas tuvo un final de temporada excelente y en la Serie Mundial no solo fue el líder de la rotación, sino que en sus tres salidas fue un coloso frente a la mismísima «Maquinaria Roja» de Cincinnati en lo que muchos consideran aún el «Clásico de Octubre» más famoso de la historia. Su madre no faltó a un solo juego y luego de eso fue su mayor apoyo en los Estados Unidos, especialmente tras la muerte poco después del «viejo» Tiant.

Orlando Hernández
Una situación similar a la de su hermano Liván, y un poco más atrás con Tiant. Los Yanquis de Nueva York lideraron un proceso de negociación con Fidel Castro, y así el lanzador cubano logró tener junto a él otra vez a su madre y parte de su familia. De ellas se había separado tras salir de Cuba en 1997 y comenzar en 1998 su carrera de Grandes Ligas cuando tiempo atrás parecía imposible tras una suspensión del juego en 1996 cuando estaba en la élite del pitcheo cubano. Clave fue el apoyo de su madre en medio de aquello, donde se cerraron casi todas las puertas, muchos dieron la espalda y otros hasta atacaron moralmente. Reencontrarse con ella en octubre de 1998 representó un estímulo psicológico tan poderoso que fue formidable su cierre de campaña. Ni en lo que vino tiempo después al ser protagonista en los tres títulos consecutivos de los dirigidos por Joe Torre con actuaciones antológicas, en una de las historias de «big leaguers» cubanos más legendarias que han existido.

Reutilio Hurtado
Hace un tiempo hicimos la historia de Reutilio y su madre, lo que ella representó y su importancia en uno de los gestos más famosos que ha acompañado a un pelotero cubano tras conectar cuadrangular. La famosa «avioneta» del estelar exjardinero santiguero fue en honor a su fallecida progenitora, una figura que tuvo que sacrificarse mucho en la vida para sacar adelante a sus hijos, dos de ellos convertidos después en exitosos deportistas. Estando ya enferma ella le pidió que la dedicara un jonrón y antes de su siguiente juego recibió la noticia de su fallecimiento en 2007. Tras regresar al terreno el empeño por su dedicatoria lo llevó a botar la pelota ese mismo día y mientras daba la vuelta al cuadro hacer como un avión que volaba por el cielo en el que él quería pensar que se encontraba su creadora.

José Fernández
La historia de Maritza Fernández y su hijo José fue tan especial que fue tema de varios documentales de cadenas de televisión importantes. Ella jugó un papel decisivo en el desarrollo de «Delfín» dentro del béisbol, primero en Cuba en las categorías menores y después cuando viajaron por mar hacia Estados Unidos donde él continuó su camino hasta llegar a las Grandes Ligas y convertirse en una de las estrellas del pitcheo. Pero muchos conocen lo que pasó en el mar cuando José salvó a su madre de la muerte al caerse del bote que los llevaba al sur de Florida. El 25 de septiembre de 2016 su muerte en su yate impactó a millones de personas, pero nadie sufrió y todavía sufre más que Maritza. Ella convirtió pase de la casa en un santuario en honor a su hijo al cual también honra a través de diferentes iniciativas, además de dedicarse a su nieta con el mismo esmero y amor.

Hermanos Suárez y Sánchez
Aunque ha habido muchos hermanos en el béisbol cubano, los más destacados en cuanto al total en las dos etapas fundamentales que han existido fueron los Suárez y los Sánchez. Y aún cuando en ambos casos la figura paternal estuvo presente en vida y dio el apoyo necesario en el béisbol, en este caso quiero resaltar a las madres por tan amplia contribución con la pelota y con sus hijos desde la parte puramente biológica. Los Suárez (Orlando, Raúl, Alfredo, Antonio, Elio y Arnaldo) nacieron en el poblado habanero de Regla y se destacaron en las décadas del cuarenta y cincuenta sobre todo. La mayoría trascendió sobre todo en el amateurismo al máximo nivel. Con respecto a los Sánchez (Fernando, Wilfredo, Arturo, Armando y Felipe) lo hicieron en las Series Nacionales desde los sesenta, con los dos primeros convertidos en jugadores de excelencia con Matanzas y con el equipo Cuba durante muchos años.

José Israel Barrero (García)
Esta es una historia distinta a las anteriores. La importancia de la madre de este jugador llegó a niveles tan altos, que luego de su deceso en Cuba víctima de la pandemia, el talentoso José Israel decidió rendir tributo a su mamá utilizando su apellido como el oficial. Es válido recordar que en Estados Unidos se reconoce solo el primer apellido a diferencia de los países hispanos. De ahí que muchos se confundieran en un momento determinado, pues los primeros pasos en el béisbol profesional habían sido con el apellido de su papá, el exjardinero de Industriales Luis «El Fino» García. Cuando debutó en Grandes Ligas con Cincinnati, si bien su madre no pudo disfrutarlo, en su uniforme sí estuvo presente desde ese momento y lo estará mientras esté en un terreno de pelota. Un gesto único en la historia de la pelota cubana.

Rolando Verde
Con la historia del estelar exjugador y preparador también existen grandes particularidades en comparación con los ejemplos precedentes, aunque se parece de algún modo al caso de José Israel. Sobre todo por el hecho de retribuirle a su madre lo que hizo en su formación como persona y el aporte a la vida como deportista. El multicampeón nacional con Industriales y titular mundial en 1984 se dedicó a ella en cuerpo y alma por muchos años, al extremo que renunció no solo a mantenerse en la Serie Nacional sino a muchísimos contratos de trabajo en el extranjero. De haberse convertido en uno de los mejores entrenadores de Cuba, Verde quedó en un plano bien secundario al priorizar la atención perenne con su nonagenaria progenitora. Y no solo se trató de lo profesional, sino que hoy día sufre las consecuencias físicas de tantos años de esfuerzo y entrega.

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Hoy el torpedero habanero Alfredo Rodríguez, que juega en AAA con los Nacionales, compartió un post emotivo en extremo en el que habló de su dura realidad por la ausencia de la creadora de su vida desde el año 2002. Ella falleció precisamente el domingo de las madres cuando era apenas un niño, por lo que tuvo que ha tenido que afrontar la mayor parte de su desarrollo como atleta y en lo personal sin su compañía.

Lógicamente que ha habido muchos casos a lo largo de la historia del béisbol cubano que son dignos de resaltar. Y es que por regla general, las madres han sido y son entes fundamentales en la carrera de los peloteros, desde que son bien pequeños. Nada más que hay que ir a un terreno, en la categoría que sea, para verlas en las gradas apoyando con todas sus fuerzas y hasta dando instrucciones. Junto con los sacrificios disímiles en muchos casos para conseguir un presupuesto cada vez más alto para que su hijo tenga todo lo necesario y así pueda seguir su desarrollo deportivo.

Si usted conoce de madres que merezcan un reconocimiento a la altura de los ejemplos aquí mencionados, ya sea por la trascendencia del pelotero o por el grado de importancia de ellas mismas, le agradeceríamos su colaboración.

Nunca será tarde para rendir tributo a esos seres que estén o no junto a nosotros físicamente, tendrán eternamente el lugar más importante en nuestros corazones. Es lo menos que podemos hacer por quienes no solo nos dieron la vida, sino que han vivido por ella, con o sin recursos, con o sin salud, con nuestras virtudes y nuestros defectos, hasta el último aliento.

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