El 29 de diciembre merece más respeto y consideración por los que amamos el béisbol cubano

Por Yasel Porto

Ahora el tema no es quién tiene la razón sobre el dichoso primer juego oficial. Si lo que prevaleció mientras existió pelota profesional en Cuba hasta 1961 en favor del 29 de diciembre de 1878 o la fecha del 27 del mismo mes, pero cuatro años antes en Matanzas, el cual luego tomó más fuerza y que hoy la mayoría maneja como el gran punto de partida para el béisbol cubano.

Considero que ambos juegos tienen una trascendencia indiscutible. Causas en común y otras particulares de cada uno los encumbran como los dos desafíos más importantes del deporte de Cuba en todo el siglo XIX. Una etapa fundamental por tratarse de la génesis y desarrollo inicial de algo que se convertiría en un fenómeno y símbolo sociocultural de una nación entera.

No me interesa entrar en un debate para resaltar más a uno sobre el otro. Por tantos años dedicado a la profesión de historiador e investigador pudiera escribir un libro entero sobre el tema pero no son tiempos de crear más divisiones y polémicas en algo que al final no nos va a llevar a ningún fin práctico. Aquí lo único que importa es el béisbol y los elementos que tanto le han aportado en 150 años de existencia dentro de la patria de Martí.

Pero lo que sí resulta injusto y hasta irrespetuoso es que se haya querido multiplicar por cero prácticamente lo que sucedió aquel 29 de diciembre de 1878. Después que fue erradicada la pelota profesional en Cuba aquel ha ido quedando casi que borrado en cuanto a su relevancia histórica junto con la eliminación de las tradiciones alrededor de la fecha.

Desde 1940 se había establecido como “El Día del Béisbol” precisamente al 29 de diciembre, en honor a aquel juego entre Habana y Almendares que dejó inaugurado los campeonatos oficiales en Cuba. Cada año se celebraban diversas actividades conmemorativas y como parte del día sobresalía el acto de exaltación al “congelado” Salón de la Fama del Béisbol Cubano.

Después de 1961 fue quedando en un plano bien secundario y prácticamente quedó en el olvido de la mayoría. Se buenas a primeras ya no existía más «El Día del Béisbol». Muy pocos periodistas se encargaron de que no se extinguiera por completo el recuerda de aquella semilla sembrada por los clubes Habana, Almendares y Matanzas, junto con esos íconos decimonónicos como Esteban Bellan, Emilio Sabourín, los hermanos Amieva, Guilló y Zaldo, entre tantos más.

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Sin eso que sucedió aquel día en un campo todavía muy rústico (terreno Siboney) donde el Habana logró la primera de las victorias que permitiría el título de la primera liga cubana, nada de lo mucho que ha trascendido después individual y colectivamente con la pelota cubana hubiese sido posible.

Todo el mundo habla del 27 de diciembre de 1874, y qué bueno que se hable y que se haga dentro y fuera del Palmar de Junco. Yo mismo he participado en varios de esos eventos y también me encargo de promocionar el famoso encuentro donde el Habana venció 51×9 a la novena local en el que sigue siendo el estadio en activo más antiguo del mundo.

Sin embargo, hoy apenas un puñado de historiadores, periodistas y aficionados se acuerdan del otro gran juego de esa centuria. Eso es algo que no tiene justificación y es cruel con un 29 de diciembre que de haber sido tomado en cuenta como “Día de Béisbol” y como una fecha de un significado grandioso, en la actualidad casi que transcurre como un día como corriente en lo concerniente a nuestra pasión nacional.

Desde hace tres años el proyecto comunitario “Béisbol de Siempre” ha intentado rescatar al menos el recuerdo de aquel suceso memorable en la historia de la pelota cubana a través de algunas iniciativas físicas. Pero se está muy lejos de lo que merece la fecha, tan lejos como la distancia en el tiempo que nos separa ya de aquel 1878.

En 2018, al cumplirse los 140 años de ese trascendental juego, se convocó a decenas de personas para el parque de Tulipán y Falgueras en el Cerro (ahí estuvo ubicado el terreno donde jugaron el primer partido) con el objetivo de evocar aquel hecho y reconocer de un modo original a todos los participantes del mismo. Luego se hizo una peregrinación hasta el cementerio de Colón que finalizó en el panteón de los peloteros en la que se rindió tributo a figuras del béisbol fallecidas y en activo.

Un año después fue elegido el 29 de diciembre para fundar un monumento en la tumba donde se encontraron los restos óseos después de un proceso investigativo de muchos años, de la figura más notable del partido de marras, Esteban Bellán, el primero cubano y latino que jugó en el béisbol de Estados Unidos al máximo nivel.

Y después de un 2020 inactivo por el COVID, vuelve a recordar este grupo lo que fuera una vez el día de celebración más importante de nuestro béisbol. De nuevo en el actual parque donde un día tomaron vida nuestros campeonatos se agruparon historiadores, periodistas, aficionados y veteranos del béisbol no solo para reconocer y tributar, sino sobre todas las cosas respetar algo tan sagrado en Cuba como es nuestra pelota.

Pero con ellos no es suficiente. El 29 de diciembre merece recuperar el espacio protagónico que una vez le quitaron. El 27 y el 29 de diciembre deben marchar juntas como fechas imprescindibles del béisbol cubano. Cada cual con su justo y enorme mérito.

La prensa cubana y las autoridades del béisbol y el deporte en la Isla tienen que darse cuenta y cambiar su postura sobre el tema y no dejar todo en manos de algunos entusiastas de Béisbol de Siempre de la Sociedad Cultural José Martí, o aquellos que les nace aportar al tema a título personal. Esto es parte de los deberes institucionales tras la declaratoria como patrimonio cultural de Cuba. Respetar todo lo que se ganó ser respetado.

El béisbol cubano es uno solo aunque haya quienes sigan insistiendo en divisiones absurdas y dañinas. 1874 o 1878, profesional y amateur, emigrados y no emigrados. Es el béisbol que hemos amado por más de un siglo millones de cubanos y que ha sido parte inseparable de nuestras vidas.

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