«Miré a los lados y no había tierra. Yo no sé nadar», confesó pelotero cubano DURA HISTORIA sobre salida de Cuba

"Miré a los lados y no había tierra. Yo no sé nadar", confesó pelotero cubano DURA HISTORIA sobre salida de Cuba

Por José Alejandro Rodríguez

Guillermo Heredia, jardinero matancero con varias temporadas en las Mayores, fue un asiduo invitado al Show de Swing Completo. En una de sus apariciones en el programa, Heredia nos explicó la razón principal de su salida de Cuba y cómo fue el proceso para lograrlo.

“Fueron muchas cosas al mismo tiempo. Primero que todo, la verdad es que yo ya no me sentía cómodo en el equipo (de Matanzas). Y no era por los peloteros. Todos sabemos la polémica y las cosas que pasé en mi carrera deportiva. Ya no me sentía cómodo jugando béisbol en Matanzas.”

“En un momento determinado me agarraron tratando de salir del país. Fue algo fuerte, no sólo para mí sino también para mi familia. Aunque casi nadie sabía eso, mi papá, que siempre fue jefe, tenía mucha pena de salir a la calle y sobre todo en su trabajo.”

“Él era entrenador en los juveniles, en ese tiempo y todo el mundo en su trabajo sabía lo ocurrido. Aunque varias veces le dijeron: “Tranquilo Heredia, no pasa nada, no te vamos a hacer nada”, siempre se sintió un poco incómodo con eso”

El joven jardinero cubano contó en el show que, por aquellos tiempos “tenía muy poca madurez y mucha “chiquillada”. Era un “chiquillo” mantenido por mis padres, quienes me lo daban prácticamente todo. Cuando me agarraron saliendo del país, al otro día, ya yo estaba en la calle, como si nada”

“Sin embargo, al ver como estaba mi papá, le dije: “Papi, ahora mismo yo no estoy trabajando. Si tú no quieres morirte de hambre, entonces ve a trabajar que yo voy a “luchar”. Yo voy a ver qué pasa con mi vida, con mi carrera deportiva”. Mi papá empezó a ir a entrenar a sus muchachos”

Guillermo nos explicó en el programa que su padre igualmente le insistía a él que regresara a los entrenamientos con Matanzas y si no, pues que se fuera a jugar en Mayabeque o Artemisa. Su respuesta siempre era: “Si papi, lo voy a tener en cuenta. Cuando se acabe esta serie voy a ver qué pasa.” Eso fue en el año 2014.

“Pero sucedía que, después de lo ocurrido, yo ya no tenía mi mentalidad en Cuba. Hice cosas que nunca había hecho porque no tenía tiempo. Cuando uno es joven allá en Cuba, a veces quieres sentirte que puedes salir a donde quieras con libertad. Me fui a vivir a un apartamento yo solo, sin el control de mi padre. Salí a conocer cosas que nunca había conocido, a divertirme, a fiestar”

“Yo a las buenas o a las malas me iba de Cuba. Cuando me agarraron, los del Ministerio me dijeron que pidiera un autorizo para salir legal del país, poder tomar un avión sin arriesgarme, sin jugarme la vida. Yo siempre pensé que, si lo hacía, no me iban a dar nada, pero no importaba, porque yo me iba a ir, como fuera. A las buenas o a las malas, yo me iba a ir”.

“Y ya, a partir de ese momento, año 2015, solo me enfoqué en salir de Cuba. Tuve otra salida ilegal, pero ni llegué a la orilla. Ni supieron nada. Llegué a Matanzas al otro día y no pasó nada. Todo bien, todo tranquilo”.

“El 17 de enero, justo ese día, fue cuando se me dio todo. Se me dio esa salida. Y uno de los recuerdos más grandes y más “miedoso” que yo tengo en mi vida fue cuando me monté en la lancha. Yo miré para los lados y no había tierra. Y yo no sé nadar. Nado diez minutos y seguro me voy para el fondo. No he visto uno de mi color que sea bueno en natación”

“Yo me preguntaba constantemente que estaba haciendo ahí, en ese lugar. Sin saber nadar y sin conocer a nadie de los que estaban a mi alrededor. Todo fue a suerte y verdad. No sabía si estaba en lo correcto o si lo estaba haciendo bien. No sabía que iba a pasar con mi vida, no solo con mi carrera deportiva, sino con mi propia vida. Pero ya estaba ahí y no tenía vuelta atrás.”

“Gracias a Dios y a todo lo que existe, llegué vivo a México. Un lugar donde hablan español, aunque no es la misma cultura. No conocía a nadie y no tenía para dónde coger. O sea, si tenía, pero eso solo lo sabía la persona que se había encargado de mí. Yo, realmente, estaba ciego, ciego con los ojos abiertos, ciego con una venda”

“Cuando le di la noticia a mi padre, fue una noche de explicaciones bien larga. Él no sabía nada porque yo salí de Cuba, en ese intento, sin decirle. Antes de irme, lloré en la ducha, cayéndome el agua arriba, tomándome una cerveza y preguntándome si se lo decía o no a mi padre. Me llené de valor y decidí no decirle nada, ni tampoco ir a mi casa, porque desde que llegara, iba a ponerme a llorar, ponerme nervioso y hasta a arrepentirme de mi decisión”.

“Gracias a Dios, tomé esa decisión, la cosa se me dio y hoy estoy aquí”, concluyó Heredia.

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