¿Hasta cuándo Higinio Vélez?

Por Pablo Pichardo

Si hacemos una encuesta en Cuba sobre los personajes más odiados teniendo en cuenta todas las esferas, Higinio Vélez Carrión estará sin dudas en el top ten del listado.

Personaje ácido, escurridizo y oscuro, su gran mérito ha sido siempre acatar sin discutir las órdenes que bajan del Olimpo beisbolero, cualidad que lo ha mantenido al mando de la Comisión Nacional de Béisbol primero, y luego de la Federación, durante largos años.

Alérgico a la prensa y amante del secretismo más férreo, se ha convertido en detonante de las llamadas «bolas callejeras» y de chismes de barrio.

Escudado detrás de frases vacías y verborreas políticas, ha encontrado la fórmula para mantenerse en la cuerda floja en medio de huracanes violentos que nacen de los descalabros internacionales y los problemas internos de nuestro deporte nacional.

Tocarse los genitales delante de miles de personas en un terreno de béisbol en el medio de los Estados Unidos, lo catapultó al éxito. Esa pura virilidad criolla en las narices de la potencia más fuerte del mundo, le dio el boleto para, a pesar de su incapacidad, manejar los hilos de este deporte por tiempo indefinido.

Un libro con docenas de capítulos pudiéramos escribir con su mala gestión al frente de este deporte: Olvido de las glorias deportivas, divorcio total con las categorías infantiles, medidas antipopulares, mal manejo de los recursos, y haber dejado el béisbol a la buena de Dios con su consiguiente descalabro en escenarios internacionales, son sólo algunos puntos que engrosarían esa primera edición.

Higinio, después de anulado el acuerdo con la MLB, ha quedado sin palabras porque no tiene poder de mando alguno en este tipo de decisiones «de alto nivel», ha sido incapaz de prever y demostrar que el dinero que ganaría la Federación Cubana de Béisbol sería usado íntegramente para el desarrollo del béisbol en la isla. No tiene escudos ni armas contundentes para encontrar soluciones ni para proponer caminos alternativos y se ahoga en su verbo repetitivo y obediente.

¿Hasta cuándo Higinio?

¿Cuánto tiempo más tendremos que caminar, nosotros los aficionados, con una piedra en el zapato?

¿Cuántos años más de derrotas internacionales, de fugas masivas, de descontentos y abandono tendrá que sufrir nuestro deporte nacional para que uno de esos dioses invisibles lo convierta en una estatua de sal?

Esperemos que en algún momento se ilumine y pueda predecir el futuro por primera vez en su existencia…y renuncie antes que se abran ciertas puertas de bisagras oxidadas y salgan los perros hambrientos a devorarlo.

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