El hermano de Omar Linares y luchó contra fantasmas que ensombrecieron su vida

Por Swing Completo

El béisbol y la vida en general han sido bastante duras con Juan Carlos Linares Izquierdo, el hermano de ese pelotero tan extraordinario que fue Omar Linares. Juan Carlos, en su época, no recibió el reconocimiento merecido. Incluyo a los mismos fanáticos, pinareños y en general, quienes junto a muchos periodistas y peloteros se olvidan casi siempre del jardinero e inicialista cuando se habla de su etapa y al confeccionar listas determinadas.   

Lo que hizo Juan Carlos es digno de admirar, no solo por resultados de alto nivel sino porque lo hizo pese a la presencia de fantasmas diversos y peligrosos en algunos casos. Tan peligrosos que un descuido de su parte le hubiera traído consecuencias funestas y fatales.

El primer fantasma que enseguida le vendrá a la mente a muchos de ustedes es el de vivir a la sombra del que casi todos señalan como el pelotero más talentoso de su generación. Para mucha gente Juan Carlos era el hermano de Omar Linares aún con todo lo bueno que logró, situándose como uno de los bateadores zurdos más destacados de su época y quizá un poco más allá.

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Solo un reducido porciento más trataban a ambos por igual, empezando por sus padres y familia. Y aunque parezca que no, sin dudas hay que trabajar duro para que el favoritismo desbalanceado no sea un gran problema en lo psicológico.

Está claro que Omar tuvo más talento y resultados, pero el olvido con Juan Carlos era extremo y eso es algo que lógicamente se ha acrecentado con los años. Tanto que hoy es raro encontrarse alguna mención sobre el hijo más parecido físicamente a Fidel Linares, la primera estrella pinareña en Series Nacionales.

Tan valedero lo del reconocimiento por su lazo con el “Niño” que tuve que usar a éste último en el título de este artículo para conseguir el objetivo de atraer más personas a leerme y hasta entender esta dura historia. También se agravaba su escaso alcance mediático por tener un carácter todavía más introvertido que su hermano y que posiblemente lo hizo la figura estelar que menos “ruido” hacía dentro de Pinar. Entre mis vastos archivos todavía estoy por encontrar su primera entrevista.

Pero aún con su bateo sólido e integral, y haber sido en la primera parte de su vida deportiva un buen defensor de los jardines su acceso al equipo nacional principal se redujo solamente a 1993. Fuera de eso lo que le tocó fueron preselecciones y eventos de segundo nivel.

Lógicamente que no se puede dejar de mencionar la equipo competitiva en extremo que tuvo que enfrentar, en la cual eran muchos los defensores de los jardines con altísimo nivel. Recordemos que eran tiempos de Víctor, Estrada, Ermidelio y Gurriel, junto a otros que casi nunca o nunca hacían el grado pese a su calidad como Javier, Fausto, Miranda, Machado y el mismo Bruzón, que ese año 1993 también hizo el Cuba por primera y única vez como pasó con nuestro protagonista.

En 17 temporadas (1990-91 al 2004-05) dejó un average formidable de .322 con 1544 hits, 106 jonrones y 771 carreras impulsadas.

Mas la grandeza de Juan Carlos no solo se centra en su rendimiento de excelencia pese a la lógica fama mayoritaria de Omar, tanto por llegar primero que él como por sus condiciones y resultados superiores. La salud fue su mayor enemigo y de hecho todavía hoy se mantiene el acecho como en sus tiempos de pelotero.

El conocido número 5 de las escuadras pinareñas tuvo que reponerse de una grave lesión en el hombro, la cual lo hizo cambiar de los jardines a la inicial de manera irrevocable. Pero eso no fue lo peor que atacó a este callado jugador desde el punto de vista médico.

Juan Carlos ha tenido que cargar casi toda su vida con una epilepsia a la que combate a diario con la utilización de medicamentos. Y si bien el uso de los mismos controla casi por completo esa afección cerebral también trae algunos daños secundarios que casi a diario tuvo que afrontar.

En una reciente intervención en el show de Swing Completo el ex segunda base vueltabajero Yobal Dueñas, hizo algunas historias donde se incluyó la situación médica que golpeaba al “menor” de los Linares. El compañero de equipo por más de una década de los hermanos Linares ratificó la lucha constante del protagonista de mi artículo con el tema de la epilepsia y las consecuencias que a veces le traía tomar o no los medicamentos indicados.

Quizá no muchos sepan que este problema acompañó y todavía está presente en la vida del destacado exjugador pinareño, pues cuando se habla de esta enfermedad el nombre que casi siempre le viene a la mente a las personas es el del exjardinero capitalino Luis García. Entre otras cosas, por el ataque epiléctico que le dio en medio de un partido transmitido por la televisión. Ni en eso Juan Carlos logró que se hablara frecuentemente de él.

La epilepsia es un trastorno en el que se interrumpe la actividad de las células nerviosas en el cerebro y provoca convulsiones.

Puede ocurrir como resultado de un trastorno genético o una lesión cerebral adquirida, y también producto a un derrame cerebral. Durante una convulsión, una persona experimenta comportamientos, síntomas y sensaciones anormales, incluso la pérdida del conocimiento, y que de no recibir atención adecuada puede resultar en una muerte cerebral.

Los fármacos más utilizados para prevenir son la Carbamazepina, Fenitoína, Topiramato y Felbamato, entre otros. En todos los casos, como un buen grupo de medicamentos dirigidos al sistema nervioso trae efectos secundarios muy variados, a los cuales tuvo que superar en muchas ocasiones Juan Carlos, según lo dicho por Yobal.

Sin dudas admirable en grado sumo lo alcanzado por él pese a todos estos fantasmas que tanto daño le hicieron y aún le hacen. De ahí el respeto doble por una carrera deportiva que merece y hasta necesita un reconocimiento superior de nuestra parte. Pinareños y no pinareños, pues cierto es que Omar fue un gigante, pero no fue el único Linares digno de resaltar. Su padre y su hermano también tienen un espacio importante en la historia de su provincia y hasta del béisbol cubano.

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