Pese a denuncias y consecuencias previas siguió la INDOLENCIA e IRRESPETO sobre un patrimonio

Por Yasel Porto

Hace semanas atrás amplificamos desde Swing Completo alguna de las denuncias hechas en público por la utilización de un importante estadio de béisbol para fines extradeportivos, y las consecuencias que ello podía traer a partir de varios factores de consideración.

Los dos terrenos de béisbol del centro deportivo José Antonio Echevearría (infantil-softbol y el de mayores), limítrofe con el malecón habanero, han tenido múltiples afectaciones por años en lo que tiene que ver con sus condiciones.

Aunque la majestuosa instalación fue reparada cuando los 500 años de la fundación de La Habana (fue renombrado club 500), el béisbol no fue parte del proceso de remodelación.

Falta de un mantenimiento notable de los responsables del club, ha obligado a que muchas veces sean los padres de los niños entrenados por el gran profesor Ihosvany Gallegos, junto con los que organizan la liga bancaria y algunos torneos de softbol, quienes busquen alternativas para que no se pierda por completo un espacio lleno de historia pero también con un presente bien activo.

Pero la realización de eventos culturales, como el Festival de la Salsa y el de San Remo, han dejado huellas negativas en el sitio a partir lo que han denunciado los propios afectados de las actividades beisboleras. Y no solo ha sido a través de las redes sociales, sino que varios de ellos, abogados sobre todo, han tratado de buscar alternativas con las instituciones responsables. Ya sea las que deben velar por la instalación o aquellas que encuentran allí el rincón ideal para conciertos bailables sobre todo, sin que exista una preocupación posterior del estado en que quede el lugar.

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Ahora se viene una nueva fiesta convocada en el «club 500» por el grupo Palmares, tan pronto como este sábado mismo. O sea, sin dejar que el terreno se pueda recuperar después de la última afectación acontecida hace menos de un mes.

Aquí los dejo con el post de Luis Alberto Martínez, para no ser yo, ni Swing Completo, quienes desarrollemos la crítica en primera persona. Este abogado del bufete de La Lisa, junto a su colega Roberto Ortega, han sido quienes más han denunciado la situación que ha sufrido este sitio, especialmente los terrenos de béisbol y softbol.

«¡PASEN SEÑORES, PASEN!

Un grupo de niños se dirigían al terreno de pelota del Echeverría, pensaban efectuar un encuentro entre las selecciones de los municipios de Plaza y Playa, pero su alegría pronto tendria un triste final. A su llegada se encontraron que su querido terreno estaba colonizado por camiones, autos, escenarios, torres de luces, y kioscos. Entre asombros preguntaron, ¿No hay juego?, sus padres algo contrariados no sabían que responder, pienso que hasta vergüenza sentirían. Los juegos de béisbol se suspenden por lluvia, por transporte o por otras causas ajenas a la voluntad de los organizadores, cómo explicarles a los niños que la causa de la suspensión es una «tormenta musical» anunciada para el próximo sábado, «el día del Son».

Imagino que los pequeños peloteros se preguntarán ¿Y que tiene que ver el son con la pelota?, o lo que es peor, ¿Que daño le habrá hecho la pelota al son para que sus exponentes se venguen de esa forma? Con toda sinceridad a veces no logro entender las cosas que a veces pasan a la vista de todos, a la vista de quienes deben velar por el cuidado de nuestras instalaciones deportivas, cómo es posible que un país que no tiene recursos destruya lo que tiene.

En el municipio Plaza existe un solo terreno de béisbol en el que pueden jugar y practicar las categorías inferiores y otros adultos que lo hacen como parte de la masividad que tiene o que tuvo, ya en verdad ni sé, el deporte en nuestro país, y ese terreno se destruye con la celebración de conciertos musicales, donde el andamiaje, el escenario, los kioscos, y la alta afluencia del público bailador se convierten en un desvastador huracán para su estructura.

Ya los efectos del fenómeno musical comenzaron a verse, niños tristez, terreno masacrado, y sueños rotos pero no se pongan así pequeños que todo sea por el son, que todo sea para que los que odian el béisbol también se diviertan.

Lo peor está por llegar, delante de uno de esos muchachos un transeúnte preguntaba, ¿Cuánto cuesta la entrada?, un señor, evidentemente uno de los responsables de la masacre, respondió, 300 pesos y no hay sillas. Luego de eso el transeúnte siguió su camino indignado, en cambio yo irónicamente sonreí y miré aquel señor al que de inmediato le dije ¿Ah pero sillas también?, el respondió, no, no las habrá, son muchas personas, lo gracioso es que ni él ni el transeúnte repararon que estaban en un terreno de pelota, no en un teatro o en la Tropical.

Me pregunto si quienes anunciaron anoche en el NTV el espectáculo en el club 500 sabrían que se efectuará encima del único terreno de béisbol con el que cuenta el municipio, me pregunto de quién fue la idea de cambiar el histórico nombre de ese sitio, al menos con mi voto no contaron ni contarán para eso, para mí siempre se seguirá llamando José Antonio Echeverría, ese mártir de la revolución cubana cuya estatua está aun a la entrada de la instalación, lo siento, soy patriota. También me pregunto, acaso ya nos están sobrando los recursos, acaso los organizadores destinarán un solo centavo de lo que recauden para paliar los daños que ya están ocasionando.

A estas alturas no sé si los niños pudieron efectuar su desafío, escuché que se iban a un terreno en el municipio Playa para intentarlo, ojalá que a su llegada no se hayan encontrado un rodeo, una feria agropecuaria o un festival de la rumba en el centro de la media luna.

Al público bailador solo les digo, lleven tacos o spike, sus zapatos no se gastarán pero terminarán llenos de hierba y tierra porque eso no es una pista de baile sino un lugar donde se practica béisbol, no danza. En cualquier caso aprovechen la oferta única que le ofrecen los organizadores, es más, ya me parece escuchar a alguien pregonando,…. «oferta señores, por un módico precio tienen la oportunidad de bailar al compás de orquestas de renombre y destruir un terreno de pelota, son solo 300 pesitos, ¡PASEN SEÑORES PASEN!

Nota: Dedico la presente a todos los amantes de nuestro deporte nacional. Y todavía se preguntan porque los niños prefieren el fútbol, es evidente que lo pueden jugar en cualquier espacio de un parque, el béisbol. Firmado, Luis Alberto Martínez».

Para los que puedan tener dudas de la veracidad y gravedad del asunto, no solo lean el post, sino los anteriores de este abogado, de Roberto Ortega y otros más que han comentado en estas publicaciones o han hecho las suyas propias para ver si alguien se sensibiliza de una vez.

Desgraciadamente en lo único que se fijan ciertas personas es en la crítica, por conveniencia, oportunismo o ceguedad, y enseguida empiezan a desvirtuar por aquí y por todas partes el sentido de las cosas. Hablando de si solo se señalan errores, que si tenemos una campaña enemiga contra de éste o más cual evento cultural, contra el país, cuando se sacan a la luz problemas reales que no acaban de encontrar solución. Por eso no hay avances con las cosas que tienen que ver con lo interno.

Ahora la única campaña es evitar la destrucción de algo sumamente importante, que tal parece que solo lo es para un grupito, y es de lo que no quieren acabar de darse cuenta algunos con el absurdo de las justificaciones y el mirar para el lado que les conviene, y no para el que se necesita.

Por fortuna una vez más son los propios afectados, varios de ellos simpatizantes del sistema que impera en Cuba desde 1959, quienes publican las quejas en su desesperación de ver la indolencia perenne y no solo con el Echevarría como instalación, las ligas que allí se juegan o el trabajo de Gallegos con su grupo de muchachos. Es con el béisbol, el deporte nacional de Cuba, y el que fue declarado patrimonio nacional para ser protegido de todas las formas posibles. Al menos ese era el objetivo verbal. Pero así ni se cuida ni se respeta un patrimonio.

Una post data necesaria…

El actual club 500, antes Echevarría, y mucho antes Vedado Tennis Club, es la instalación deportiva en activo más antigua de la capital cubana. Allí se han desarrollado eventos deportivos de alta trascendencia, incluso internacionales (Centroamericanos 1930), y de su grama han salido o jugado múltiples figuras estelares. Las imágenes de pelota en video más antiguas son de un partido en 1926 en ese recinto, y la única serie dramatizada de nuestro deporte nacional tuvo el mayor porciento de filmación ahí.

Además, es la casa de trabajo desde hace décadas del que tendrá el récord eterno en PCL para el béisbol cubano, quien ha sido y es aún uno de los entrenadores más valiosos que ha habido en toda Cuba. Y el final, que más que todo es el principio, en esos contornos los hermanos Guilló y Enrique Porto hicieron una primera demostración de fongueo en 1864 considera el punto de partida para lo que hoy nombramos patrimonio. ¿Hace falta decir más?

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