Julio César La Cruz gritó su apoyo a la dictadura cubana tras decisión dividida

Por Swing Completo / contacto@swingcompleto.com

 El cuatro veces campeón mundial y titular olímpico de Río de Janeiro 2016, el camagüeyano Julio César La Cruz, aseguro este viernes medalla de bronce en Tokyo 2020 en su nuevo peso de los 91 kilos tras vencer a su coterráneo Enmanuel Reyes en un duelo que lleno de morbo y atractivo por diversos  motivos, especialmente políticos.

Tras el veredicto dividido de los jueces en el que salió favorecido el capitán de la escuadra cubana de boxeo, «la Sombra» dió el lamentable grito de «Patria o Muerte, Venceremos» a viva voz sobre el cuadrilátero de la capital japonesa, demostrando su compromiso con la dictadura de Díaz Canel en la isla.

Pero el exlider mundial de los 81 kilogramos no se conformó y a su paso por la esquina azul de la comitiva española a la que pertenece Reyes con cierto aire de prepotencia expreso «soy yo».

Al bajar del encerado el destacado boxeador fue en busca del presidente del Comité Olímpico Cubano, Roberto León Richard y el jefe de prensa del INDER Roberto Ramírez para celebrar con ellos el triunfo de una manera bien eufórica, de las pocas alegrías que el desgobierno de la isla aún puede celebrar, en el medio de un momento histórico, tras la sublevación del pueblo el pasado 11 de julio, que salió a las calles pidiendo libertad y fin a la dictadura.

Volviendo al combate, donde en algún momento ambos fueron a la lona, la reacción de Julio César estuvo motivada por las palabras previas de Enmanuel Reyes, a quien había vencido una vez cuando esté se encontraba en Cuba todavía.

Nacionalizado español después de un complejo proceso migratorio, y luego de alcanzar victoria por nocao frente al subcampeón olímpico de esta división en Río 2016, Reyes hizo fuertes declaraciones en las que condenó al régimen cubano y agrego que le arrancaría la cabeza a La Cruz para convertirse en el primer deportista que en los Juegos Olímpicos de Tokyo gritaría «Patria y Vida».

Estás declaraciones crearon un ambiente bastante particular con la consabida carga política consabida por  uno y otro lados, que en el caso de La Cruz iba más allá de su figura y se adentraba en parte de la delegación cubana, especialmente sus directivos.

Vale recordar que La Cruz había dejado claro en otras ocasiones su postura en favor del sistema comunista que impera en Cuba. Incluso en una ocasión llegó a decir que era un soldado de la mal llamada “Revolución”.

Con la medalla de bronce en el bolsillo el legendario púgil tratara de ganar sus dos siguientes peleas para reeditar la actuación de hace cuatro años y contribuir con la comitiva cubana dentro de una cita que se perfila menos productiva que en la ciudad carioca, con el deporte de los puños como principal baluarte en el aporte a los títulos y medallas en general.

El púgil más laureado de la escuadra de la Isla apelo a su experiencia, además de combinar mucho mejor su la golpes, una defensa y velocidad superior, a lo que se unió el desespero que en un momento evidenció su oponente, que quizá en el final se preocupó más por quedar bien con su reto y no pudo concentrarse lo suficiente frente a un adversario que sigue demostrando que pese a los años y al cambio de división sigue con tremenda forma.

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