SE TENÍA QUE DECIR: La VERDAD detrás de las palabras de la Federación Cubana de Beisbol

Por Reynaldo Cruz Díaz

Las recientes declaraciones del nuevo presidente de la Federación Cubana de Béisbol (FCB), Juan Reynaldo Pérez Pardo, dejaron bien clara la posición del gobierno cubano respecto a la naciente Asociación de Peloteros Cubanos Profesionales (ACPBP, por sus siglas en inglés). Justo después del nombramiento, el nuevo federativo no demoró en asumir una posición al respecto, y luego de una conferencia de prensa, se emitió un Comunicado dirigido específicamente a la Asociación y a su intención de integrar un cuadro cubano independiente.

Tal parece que, luego de estar acéfala por casi un año a partir del lamentable fallecimiento de su polémico presidente, Higinio Vélez Carrión, por causa de la COVID19, era una cuestión de vida o muerte nombrar a alguien para que se le diera rápida respuestas a la Asociación. Por esa razón, designaron al Comisionado Nacional para que asumiera los cargos de Presidente de la FCB, algo que, repetimos, no se daba desde finales de 2014, cuando el exitoso ex manager santiaguero fue liberado de la dualidad de su cargo y Heriberto Suárez fue nombrado Director Nacional de Béisbol.

Para aquel entonces, y estando todavía muy reciente el nombramiento, ninguno de los dos respondía a la llamada de “Comisionado”, algo que los que asistimos al Coloquio por la Refundación del Salón de la Fama del Béisbol Cubano pudimos constatar.

En estos momentos, Pérez Pardo tiene ante sí uno de los más complicados retos que ha enfrentado un federativo del béisbol en la Isla. Debe conformar un equipo al Clásico Mundial de Béisbol de 2023, evento que tendrá lugar en menos de un año, y hacerlo por primera vez con la presión de los peloteros cubanos que se desempeñan en las Grandes Ligas.

Por eso, la primera acción del nuevo “jefe” del béisbol cubano ha sido declarar la inconformidad de las autoridades cubanas con el nuevo proyecto, al que se suman cada vez más seguidores entre peloteros y fanáticos, no solo en Estados Unidos, y no exclusivamente en Miami, como pueden querer que se haga ver.

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Sin embargo, las palabras, de las cuales se han hecho eco muchos medios, están totalmente llenas de contradicciones.

En sus primeras declaraciones, publicadas en el semanario cubano JIT y replicadas en Swing Completo, el funcionario llamó “engendro creado por enemigos de la Revolución” a la ACPBP, usó la frase “show mediático”, y la acusó de que “… no oculta sus propósitos marcadamente políticos y discriminatorios, ajenos a los preceptos que rigen el movimiento deportivo internacional.”

Ahora, vale que nos preguntemos si esta declaración en sí–como TODAS las que han salido de la FCB en los últimos años–no deja clara una postura política y discriminatoria. El uso de la frase “enemigos de la Revolución” y no “enemigos de Cuba” deja bien claro dónde están las prioridades: para ellos es más imprescindible tener una posición política favorable al sistema imperante en el país que cualquier otra cosa. A su vez, refiriéndose al Acuerdo entre la FCB y la MLB, anulado por el entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump, dijeron que: “La anulación del Acuerdo demostró la politización del deporte por parte del gobierno de Estados Unidos, influido siempre por los enemigos históricos de la Revolución Cubana.”

Esa misma postura, que ha ignorado a los peloteros cubanos de la MLB durante cuatro ediciones de los Clásicos Mundiales de Béisbol, dejó esperando a Henry Urrutia para el equipo cubano que jugó en el Preolímpico de las Américas el pasado año. El conjunto, por cierto, jugó mucho mejor de lo que se esperaba con lo que tenían, y habría sido beneficiado con la presencia del jardinero tunero. Pero Urrutia no ha sido el único que ha expresado en alguna ocasión su interés de vestirse con el uniforme de Cuba aun viviendo fuera.

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En el pasado, otros peloteros opinaron al respecto, y algunos personalmente dieron sus opiniones al respecto. En entrevista que diera Aroldis Chapman a Universo Béisbol en 2017, el supersónico tirador holguinero declaró:

“Creo que la mayoría de los jugadores cubanos que están acá, querrían poder participar en ese evento con el equipo Cuba. Muchos de los que están en Cuba, tanto activos como inactivos, no quieren, entonces, no sé. Te soy sincero, si ahora mismo hacen el evento y el Team Cuba me llama, no tengo ningún tipo de problemas en jugar por Cuba, pero tampoco tengo problemas con que no me inviten.”

Ese mismo año, otros atletas como Rusney Castillo y Roenis Elías, ambos en aquel entonces con los Pawtucket Red Sox, también dieron opiniones similares al mismo medio.

¿Qué ha cambiado en esos atletas? Pues nada. La mayoría de los peloteros cubanos se han cansado de esperar un cambio de postura por parte de la FCB, que NUNCA les ha hecho la llamada para unirse a las filas de la escuadra nacional, y no ha perdido la oportunidad de lanzar ofensas cada vez que uno de ellos decide abandonar el país.

Entonces, luego de tanto silencio y discriminación hacia los atletas que se han ido de Cuba por diversas causas y vías, ¿qué otra opción tenían ellos sino intentar buscar una forma para tratar de jugar en el torneo de selecciones nacionales más exigente que ha visto la historia de este deporte? Es evidente que por los estatutos de la Confederación Mundial de Béisbol y Softbol (WBSC, por sus siglas en inglés) nadie que no sea las Federaciones nacionales puede formar un equipo a ningún evento que esté sancionado por este organismo, pero esos peloteros están más que nada tratando de mandar un mensaje.

Muchos de los jugadores extranjeros de los que participan en el Show son miembros de sus equipos para el WBC. Cada país llama a sus atletas a integrar la selección, y no hay ningún impedimento para que no lo hagan, excepto la forma deportiva. Por eso, no era nada extraño que Magglio Ordóñez y Miguel Cabrera estuvieran en el equipo nacional, aunque no compartían la misma ideología. Este ejemplo es el más cercano, pues Venezuela tiene un sistema muy similar al cubano y ha sido por varios años el principal aliado político de la mayor isla caribeña.

Algunos de los beisbolistas que representan una nación en el WBC sencillamente nunca han jugado en sus respectivos países, y muchos de ellos han nacido fuera del mismo o residen en Estados Unidos desde la infancia.

Si bien la posición de frontalidad política de la ACPBP puede ser criticable, no ha sido más que un reflejo de o una respuesta a cómo la mayoría de sus miembros–sobre todo uno de sus líderes, Orlando “El Duque” Hernández–han sido tratados por el gobierno cubano, su prensa, el Inder y las autoridades beisboleras.

La mayoría de los peloteros cubanos, salvo algunas excepciones, se mantuvieron bien neutrales en el tema político durante un buen tiempo, pero sus actitudes nunca fueron reconocidas por los decisores en Cuba, y muchos de los logros de atletas que solamente se centraban en sus carreras deportivas fueron silenciados por la prensa cubana. Pero llegó el ridículo y nefasto episodio, cuando José Dariel Abreu fue mencionado en el programa Con Filo, sencillamente porque en ese momento les convenía, actitud que fue duramente criticada–con toda razón– por varios atletas cubanos.

Referente al acuerdo, aunque es cierto que éste habría beneficiado mayormente a los atletas, y no solo en el plano económico, también hay que admitir que el mismo estuvo basado en una mentira, pues la Federación Cubana de Béisbol, como es más que evidente en estas declaraciones, no es un ente independiente del Estado–este es también un obstáculo para lograr la membresía plena de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe (CBPB), por la que también dicen estar luchando, aunque siempre responsabilizan de todo a fuerzas externas.

En Cuba es el Estado quien controla prácticamente todo, desde la conformación de un equipo a la Serie Nacional (siempre tiene que ser “con la presencia del Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba en la provincia”) hasta quién va al equipo Cuba y quién no. El mismo Higinio Vélez, en una comparecencia televisiva, refiriéndose a dicho status de independiente, declaró que “¡Nosotros nos debemos a nuestro organismo rector!” hablando, en este caso, del Inder. Esas palabras fueron obviamente utilizadas como evidencia por quienes se oponían al acuerdo.

Incluso, la divulgación de la infame “lista de talentos”, tema que fue abordado en estas declaraciones como una acción positiva de su parte, no era más que una muestra del poder restrictivo y de veto que tenía la FCB sobre los peloteros. Los scouts de los clubes de la MLB deberían haber recibido el derecho de inspeccionar toda Cuba, pues podrían haber encontrado talento tal vez jugando hasta en la Liga Azucarera o en las Series Provinciales.

Por otra parte, la FCB estaba empeñada en fungir prácticamente como agente de los peloteros para los futuros contratos de MLB. La evidencia es que algunas de las agencias representativas que intentaron acercarse a los peloteros o los federativos se encontraron con muros más infranqueables que la Zona Desmilitarizada entre las dos Coreas. Como resultado, entre diciembre de 2018 que se anunció el acuerdo y abril de 2019 que fue cancelado por el gobierno estadounidense, ningún pelotero cubano estuvo en contacto con equipos del Show: hablamos de un período de cuatro meses, y de una lista donde había atletas que incluyen algunos que están ya en organizaciones de Grandes Ligas.

Si de verdad les interesaba tanto el bienestar de los peloteros, como tanto enfatizaron en estas declaraciones, debían haber renunciado a todas las ganancias por las contrataciones una vez que comenzaron a aparecer las presiones de Trump. Esa decisión habría sido vista como una muestra de buena voluntad, habría acabado con el flujo ilegal que ellos tanto critican, y les habría sido más fácil discutir estos temas con posterioridad, pues el pacto todavía habría estado vigente hasta fechas recientes que se llegó un acuerdo sobre el nuevo Convenio Laboral entre la MLB y la MLBPA.

Parece ser un tanto hipócrita que declaren defender “… una relación respetuosa con los jugadores cubanos insertados en otras ligas,” cuando han ignorado a los peloteros que juegan en la MLB y no han sido respetuosos ni siquiera con los que firman bajo su amparo, a quienes han tratado como propiedad y han movido a su antojo.

Incluso su Comunicado del día siguiente tiene una enorme contradicción, pues dicen que “En un país, donde el beisbol es parte de su identidad nacional, la Federación Cubana de Beisbol seguirá comprometida con la historia de nuestro deporte y con sus atletas en la defensa de sus derechos.” Menuda manera de comprometerse con la historia del deporte, cuando son ellos quienes han saboteado todos los intentos porque Cuba tenga su Salón de la Fama del Béisbol, y recientemente permitieron que se utilizara una institución de valor patrimonial como el terreno del Centro José Antonio Echeverría (antiguo Vedado Tennis Club) para el festival San Remo, hecho que, debido a la presencia y movimiento de vehículos pesados, dañó la estructura de la instalación–algo que quienes no saben nada de béisbol no pueden entender.

Definitivamente, la única cosa con la que los que han dirigido la pelota en Cuba han sido consecuentes es su posición política. Ésta ha sido, junto con la falta de autonomía para tomar decisiones que de verdad beneficien al deporte, parte del Modus Operandi de quienes han sido puestos o designados para sus respectivas posiciones, las cuales cuidarán y defenderán con uñas y dientes, incluso en detrimento de la pelota, la historia, los peloteros, los entrenadores, los árbitros y los fanáticos.

Al final, quien sufrirá será la fanaticada cubana, que podría en marzo venidero ver incluso cómo se pierde hasta la clasificación directa para el siguiente Clásico Mundial.

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