Lázaro Vargas: «La rivalidad entre La Habana y Santiago era el alma de la pelota cubana»

Michel Contreras

Cuando jugaban entre sí los equipos de La Habana y Santiago de Cuba parecía que se paralizaba el país, estimó Lázaro Vargas.

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En un tiempo donde el béisbol cubano vivía un momento de esplendor, la rivalidad entre los equipos de La Habana y Santiago de Cuba devino la sal y la pimienta del pasatiempo nacional. Lázaro Vargas, quien estuvo en el mismísimo centro de aquellas inolvidables pulseadas, tuvo a bien recordarlo en una aparición en “El Show de Swing Completo”.

“Yo creo que esa rivalidad representaba el alma, la vida de la pelota cubana. El eje de esa pelota era cuando jugaban Industriales y Santiago de Cuba. Parecía que se paralizaba el país”, consideró Lázaro Vargas, quien en 2015 emigró junto a su hijo Miguel Antonio, actual jugador de Chicago White Sox.

La caída en picada de la calidad del béisbol cubano, lamentablemente, arrastró consigo los apasionados enfrentamientos entre ambas escuadras, pero a esas alturas ya los duelos entre Azules y Avispas habían legado innumerables páginas de oro al mayor pasatiempo deportivo insular.

“Eso ya no existe por diferentes razones. Pero yo nunca jugué en estadios tan abarrotados, lo mismo si el partido tenía lugar en La Habana que en Santiago”, comentó el otrora antesalista de la capital.

En las décadas finales del siglo pasado, decir Industriales versus Santiago era sinónimo de altas temperaturas en el diamante y las tribunas. Se trataba de conjuntos plagados de jugadores de calibre, muchos de ellos integrantes de los equipos Cuba.

Jugador de Industriales celebrando una carrera

Lázaro Vargas y la anécdota con un aficionado santiaguero

En el caso particular de Lázaro Vargas, tenía su contraparte oriental en el slugger Gabriel Pierre, y las gradas alimentaban febrilmente la comparación de uno con otro. Eso, aunado a la singular personalidad del oriundo de San Miguel del Padrón, lo colocó a tiempo completo en la diana de la afición del Guillermón Moncada.

Precisamente esa circunstancia dio pie a la jocosa anécdota que Lázaro Vargas relató durante su comparecencia en “El Show…”.

“Yo recuerdo esas series con mucho cariño. Incluso hay algo que se quedó como una frase que repetían los peloteros, a partir de que un día se me acercó un santiaguero y me dijo: ‘Oiga Lázaro Vargas, hay que ver que usted es payaso… pero es bueno, compadre’. Eso te daba la medida de que la gente de allá quería ganarte, pero disfrutaba lo que estabas haciendo”.

Entre las numerosas convocatorias del número ‘20’ al equipo nacional, descollaron las que lo convirtieron en bicampeón olímpico en Barcelona 1992 y Atlanta 1996.

Su carrera en el béisbol cubano se resumió en 22 certámenes, cuatro títulos, un récord de 31 partidos consecutivos bateando de hit que estuvo vigente entre 1985 y 1995, average ofensivo de .317 y más de dos mil indiscutibles.

En medio de su apogeo, alguna vez se autoproclamó “mejor tercera base de Cuba”. Entonces le preguntaron: “¿Y Omar Linares qué?”, a lo cual Lázaro Vargas respondió: “Ese es el mejor del mundo”.

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