HISTORIA: La mentira mejor contada: Che Guevara y el nombre de Industriales

Por Yasel Porto

Es posible que ya muchos de ustedes hayan leído o escuchado la aclaración sobre uno de los grandes mitos o falsedades en la historia del béisbol cubano, pero la existencia de un grupo numeroso de confundidos y sobre todo de varios “especialistas” que siguen confundiendo me motiva una vez más a profundizar en el tema que titula esta publicación.

Aquello de que Ernesto “Ché” Guevara es el autor intelectual del equipo más ganador de las Series Nacionales, los Industriales, es una de las leyendas más famosas y antiguas de los clásicos beisboleros que ya andan por su edición 60, y aunque no se sabe a ciencia cierta quién es el responsable de convertir la bola de nieve en una avalancha al final lo más importante de todo es entender por qué es un craso error repetir o creer en tal planteamiento.

Como quiera que mi edad no me permitió haber vivido en los años iniciales de la década del sesenta, como muchas otras investigaciones de sucesos no vividos por mí me apoyo en testimonios de aquellos que sí lo hicieron más el respaldo indispensable de la prensa de la época.

Mi principal sustento está en Eddy Martin (destacadísimo cronista e historiador que participó en la conformación de los nombres de los primeros equipos a las Series Nacionales) , Ismael Sené (reconocido historiador que atendía a Industriales por la UJC) y Pedro Chávez (una de las estrellas de Industriales).

Si para usted no tienen validez esos nombres entonces le recomiendo que no siga perdiendo su tiempo con sus consideraciones sobre el origen del equipo más controversial que ha existido y existe en las Series Nacionales.

De las tres personalidades que cité dos han fallecido, aunque por fortuna el video que encontrarán más adelante es la garantía absoluta para mí para que nadie piense que estoy poniendo palabras nunca expresadas en boca de quienes por desgracia ya no están entre nosotros.

Aquí les hago una síntesis con el testimonio dado por los tres a este periodista para programas o documentales a fines con el tema:

¿Cuándo surge el equipo Industriales?

Aunque se ha publicado indistintamente que el nacimiento de este equipo fue en 1962 y 1963, fue en 1961 cuando surgen en realidad incluyendo su participación activa. Hay que ubicarse en el contexto de aquel tiempo, donde ya se había erradicado la pelota profesional y fue creada una nueva estructura totalmente amateur y muy distinta a lo que había antes.

En aquel momento las Series Nacionales tenían un formato muy diferente al actual, ya que existían las llamadas Series Regionales en las que participaban dos representantes de cada una de las entonces seis provincias cubanas (Pinar del Río, Habana, Matanzas, Las Villas, Camagüey y Oriente). Los conjuntos que ganaban las Regionales Occidental y Oriental avanzaron a la primera Serie Nacional (Habana y Azucareros) y entonces se conformaron dos selecciones con el nombre de Occidentales y Orientales integradas por los mejores peloteros del resto de los cinco equipos de estas lides regionales.

Como Industriales fue segundo lugar de esta justa regional de 1961 no pudo tomar parte de la fase final o Serie Nacional que se inició el 14 de enero de 1962. Su participación fue el aporte individual de más de la mitad de los jugadores que asistieron como Occidentales, a la postre campeón de aquel torneo.

A finales de 1962 es que Industriales logra ganar la II Serie Regional que le da derecho asistir a la Nacional (empezó el 10 de febrero de 1963) en la que se proclamaron campeones para así iniciar su insuperable cadena de cuatro títulos consecutivos.

Aclarado lo referente al momento de debut de Industriales en los distintos niveles existentes en aquel momento, ¿por qué el equipo recibe ese nombre?

En una de las reuniones celebradas para la organización del nuevo campeonato se oficializaron los planteles que representarían a las seis provincias existentes. Según Eddy, participante activo de todo aquel proceso, habrían seis equipos en total con el mismo nombre oficial del territorio, integrado por los peloteros de quien ganara la Serie Provincial junto a algunos refuerzos.

Pero se creó entonces un segundo equipo donde se reunieron los jugadores de mejor rendimiento de las restantes selecciones del torneo provincial (llamada selección de perdedores). A estos se les bautizó en función del renglón más importante de los territorios del país (Vegueros-Pinar del Río, Henequeneros-Matanzas, Azucareros-Las Villas, Granjeros-Camagüey, Mineros-Oriente e Industriales-Habana).

Como la capital era la región más industrializada del país adoptó esta denominación, conjuntamente por el hecho de la rima final que se asemeja con Almendares, uno de los equipos clásicos de la extinta pelota profesional. También tenían como puntos de coincidencia el color azul, la tipografía de la letra que identificaba su uniforme y representar a la misma ciudad. No se sabe con exactitud quien sugirió lo de Industriales entre los que estaban en esa reunión de periodistas y funcionarios del deporte y en la que el “Ché” no era uno de los asistentes.

¿De dónde y por qué surge entonces el mito de la paternidad del Che Guevara?

En los torneos provinciales había decenas y decenas de equipos que a diferencia de la época actual que representan municipios, en esos años se vinculaban con empresas, instituciones, centrales, cooperativas y ministerios. A partir de la nueva efervescencia que estaba teniendo la pelota en Cuba y la vinculación de muchos de los organismos estatales que se habían sumado a los campeonatos provinciales, no es de extrañar que en el momento en el que el “Ché” fue el Ministro de Industrias pudiera haber sugerido la idea de que su entidad pudiera ser parte también de aquel proceso beisbolero.

Es una posibilidad, aunque también es real que el béisbol nunca fue un deporte que interesara al argentino más allá de su esporádica presencia en el estadio. Una cosa es un equipo del Ministerio de Industrias para jugar una Provincial y otra muy diferente el nombre de Industriales para contender en el nivel superior.

Hubo gente que dice haber trabajado con el “Ché” y que asegura que éste dijo algo sobre el tema, pero no hay una prueba contundente para confirmarlo. Y ahí precisamente se justifica el por qué, ya que algunos colegas y aficionados con un nivel de fanatismo extremo aprovecharon para darle fuerza a estos testimonios sin sustento alguno y así fortalecer y hasta intentar oficializar por los medios de comunicación tal falacia. Algunos promotores de tal mentira (dos o tres en realidad), lo han hecho para tratar de engrandecer aún más la historia de un equipo que no necesita de estas cosas para ratificar su clase dentro de la pelota cubana, mientras otros más bien han repetido, por desconocimiento, lo escuchado por los primeros.

Mi conclusión

En mi búsqueda en los registros de prensa de la época, tanto periódicos como videos, no encontré ni una sola referencia que vincule al “Ché” con los Industriales. Y con una figura política de su trascendencia dentro de Cuba no creo que algo así hubiera pasado inadvertido, sino todo lo contrario.

Incluso digo más, y es que cuando el equipo capitalino ganó su cuarto campeonato en 1966 el líder revolucionario que enarbolaban a través de varios cuadros que agitaban en el festejo, era Camilo Cienfuegos y no Guevara.

Alguien podrá pensar que las leyendas alimentan el deporte y la vida en general, que son necesarias, pero existen otros entre los que me incluyo, que defendemos la verdad por encima de todo, por mucho que le duela a quienes prefieren creer otra cosa.

No se trata de lo que queremos pensar o lo que hubiera sido mejor, sino la realidad apoyada con pruebas gráficas y testimoniales que pienso yo tienen más peso que tendencias o deseos desmedidos y deshonestos de tergiversar la historia.

Si bien hay un refrán que una mentira repetida muchas veces llega a convertirse en verdad, mi filosofía siempre será que al césar lo que es de él, o en este caso, al “Ché” y a los Industriales lo que realmente le toca. Ser respetuosos con la verdad no nos hace defensores o críticos de ambos, sino consecuentes y honestos con nosotros primero, y después ante la vida y su sociedad.

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