Pelota cubana: La ausencia de la mentalidad profesional

Por Boris Luis Cabrera

Dentro de los tantos problemas que aquejan al béisbol cubano de la actualidad, hay uno que me llama poderosamente la atención: la falta de un pensamiento profesional por parte de los atletas.

Los aficionados muchas veces se preguntan cómo es posible que determinados peloteros que han emigrado en un momento determinado han regresado al país mostrando una calidad superior, a pesar de no haber recibido muchos de ellos, los contratos profesionales que salieron a buscar al extranjero.

Por otra parte, el rendimiento de varios veteranos con las limitaciones físicas propias de la edad por encima de jóvenes en plenitud de facultades y con herramientas superiores para poder vencer en este deporte, también nos invita a pensar en este asunto.

Esa inmadurez mental de la que sufren muchos peloteros en la isla (sobre todo los más jóvenes), está conspirando contra su propia calidad individual.

Un profesional tiene que estar la mayoría de las horas del día pensando en su trabajo para lograr sus objetivos dentro y fuera del terreno de juego.

Mientras esté inmerso en el campeonato, debe visualizar todo el tiempo su entorno, limitarse en sus gustos personales y en sus horas de recreación, dormir las horas necesarias, y entrenar acorde a sus necesidades físicas.

En plena Serie Nacional, hemos visto a muchos atletas disociados en la banca en pleno partido, conectados a internet en horas de la madrugada, bailando o tomando en bares nocturnos a mitad de temporada, o escondiéndose de sus profesores en los entrenamientos para aligerar las cargas.

Los peloteros que han jugado en otras ligas profesionales y los más veteranos han aprendido estas cosas, algunos movidos por las circunstancias y otros, gracias a la experiencia acumulada en varios años de su carrera.

Así estamos perdiendo muchos talentos cada año y otros, que han logrado imponerse, e incluso han integrado selecciones nacionales, han decaído en su rendimiento o han sido víctimas de lesiones.

Ahora mismo, casi venciendo el segundo tercio de la etapa clasificatoria, los primeros 20 bateadores del campeonato tienen una edad promedio casi de 33 años y entre los tres primeros, dos son repatriados (Pavel Quesada y Lisbán Correa)

En el picheo, los primeros 20 lanzadores más efectivos promedian 30 años, liderados por uno que también regresa al país (Yasmany Insua)

¿De qué manera podemos cambiar la mentalidad de nuestros atletas?

¿Es posible esto bajo las condiciones actuales de nuestros campeonatos domésticos?

¿Es acaso un problema social o de motivación individual?

Mientras tanto, tenemos que aprovechar a los más veteranos y a estos atletas que regresan para los próximos compromisos internacionales, su pensamiento superior y la profesionalidad que han adquirido por su experiencia o fuera de nuestras fronteras, pueden ser los factores que inclinen balanzas a nuestro favor y nos limpien un poco ese polvo que se ha impregnado desde hace tiempo en nuestro prestigio beisbolero, que tanto nos quita el sueño y nos atormenta.

Nos vemos en el estadio.    

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