La polémica de un juego casi perfecto y la dura actitud de Lazo

Por Yasel Porto

Mucho se ha comentado de las polémicas declaraciones de Pedro Luis Lazo sobre su actitud con Juan Miguel Gordo al romperle aquel juego perfecto hace ahorita treinta años. La controversia no se ha armado solo por lo dicho en sí, sino por la manera de expresarlo. Es por eso que me decidí hacer una reflexión que como digo siempre no es una verdad absoluta ni impositiva. Simplemente es la mía.

Y un paréntesis antes que todo que me parece más que oportuno establecer. Mis relaciones con el cuatro veces olímpico han sido las mejores desde hace mucho. Incluso la última vez que fui al estadio Latinoamericano la única experiencia positiva que tuve de aquella fatífica noche de 2020 fue el particular debate que tuvimos antes y durante el partido Industriales-Camagüey en el que no paró de meterse y debatir conmigo en el mejor sentido de la palabra. De ese momento hasta hoy, el destino no nos ha hecho coincidir de nuevo.

A él lo admiré muchísimo en su etapa activa al extremo de que está entre mis pitchers favoritos, tanto por resultados como por un carisma inmenso que lo convirtió en uno de los peloteros con los que he tenido las mejores relaciones más allá de la capital.

Con él tengo pasajes extraordinarios, como aquella vez que participamos juntos en un evento en Miami donde compartió conmigo un regalo importante que le habían hecho después del homenaje nocturno organizado por la compañía “El Reencuentro”. Ni una sola vez me negó una entrevista y al contrario, en cada una de ellas ponía el énfasis para mezclar humor y seriedad al puro estilo Pedro Luis Lazo, contribuyendo así a que mi trabajo fuese mejor. Todas sus deferencias hacia mi persona las reconoceré siempre y me sirven para sentirme orgulloso de mi buena relación con él, que junto a muchos buenos ejemplos con otras personas ha hecho que su figura se enaltezca para mí de manera considerable.

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Pero en la vida a mí me gusta ser justo con lo que creo, aunque se trata hasta de mis amigos más cercanos. Y sincera y humildemente, creo que en lo publicado este lunes en Swing Completo Lazo se equivocó por completo.

Lo dicho con rudeza en el show nocturno y replicado en una nota reciente sobre la ruptura de un juego perfecto en 1995 tras un hit del tercera base tunero Juan Miguel Gordo a falta de un out para la hazaña, no fue la primera vez que salió de la boca de Lazo. Son muchas las ocasiones en que públicamente se ha evidenciado su ensañamiento con el jugador oriental, a quien dijo siempre buscó la manera de golpear desde el box hasta sacarlo del deporte activo.

Amén de cualquier tipo de celebración de Juan Miguel, incluyendo un gesto o palabra negativa, ello no justifica que un hombre de la grandeza profesional del “rascacielos” pinareño haya puesto empeño en sacarlo de circulación y no precisamente a base de un ponche o un out en general.

No hay récord, ni juego perfecto ni hazaña en absoluto, por muy memorable que sea, que justifique estas actitudes antideportivas y luego jactarse de ello como si fuera algo correcto. Por muy dolorosa que sea la frustración de no conseguir algo preciado, y por muy reprochable que haya sido la reacción del que lo echó a perder… la ética y profesionalidad de una estrella como Lazo está por encima de todo.

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De haber dominado a Gordo se hubiera convertido en el primero en propinar un juego perfecto en campeonatos oficiales en Cuba, pero ello no hubiera representado otra cosa que algo totalmente nominal. Una raya más para el tigre, trascendental claro está, para una más de tantas rayas doradas. Pero incluso, aunque el premio hubiese sido en metálico tampoco le asiste la razón en lo hecho y dicho por parte del pitcher con más victorias en Series Nacionales y el equipo Cuba.

Además de que esta frase de “Lo retiré del béisbol, no jugó más, bien merecido” no se ajusta enteramente a la realidad. Después de ese año de 1995 cuando la casi hazaña inédita, el antesalista y capitán por varios años de los Leñadores participó en seis campañas más. O sea, que si en verdad hubo un pelotazo que lo sacó del béisbol fue con carácter totalmente retroactivo.

Su adiós del béisbol al máximo nivel de la Isla fue al término de la justa de 2003-04. Ciertamente ni el deadball de Lazo ni el del resto de los lanzadores (recibió 40 en 12 temporadas) le provocaron lesiones de peso a Gordo. No bajó de 188 veces al bate hasta que en su año de despedida consumió apenas 74 turnos. Si no estuvo más tiempo fue debido a un pobre rendimiento de apenas 189 de average, sin jonrones y solo cinco remolques.

Tampoco considero correcto hablar de este atleta en tono tan despectivo desde el punto de vista cualitativo. Está claro que jugadores como los Urrutia, Amaury Suárez, Danel, Pedroso, Norlis o Pablo Civil tuvieron más resultados ofensivos, pero alguien que es nombrado capitán y que se mantiene titular por más de una década en un equipo lleno de buenos bateadores, no puede ser tan malo. Y en realidad no lo fue.

Por fortuna no se dio una situación más grave entre ambos atletas, pues conociendo el carácter fuerte del tunero no me parece tampoco que los pelotazos hayan sido considerables ni en cantidad ni en impacto. De lo contrario estoy casi seguro que los problemas hubieran sido para estar lamentándonos todavía.

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De Lazo haber materializado aquella proeza, hubiera sido un componente más de una carrera colmada de resultados trascendentes que lo llevó a la élite del pitcheo cubano. Lo que pudo hacer o no como respuesta a Gordo pertenece a un pasado que no tiene sentido alguno sacarlo a la luz, porque en la vida muy real con esas declaraciones es el propio exlanzador quien único se perjudica.

Muy pocos serán quienes estén de acuerdo con ese proceder y lo peor de todo es que muchos detractores de él se aprovecharán de sus palabras e incentivados por el regionalismo más enfermizo, e incluso hasta con componentes político y de racismo, que estoy convencido que también los hay, abrieron y abrirán fuego sin compasión.

Yo seguiré pensando que en mi balanza de aciertos y desaciertos vinculados con el dueño de tantos méritos en el béisbol cubano, el desdichado pasaje con Juan Miguel no va a ser lo suficiente gordo como para que el peso de lo negativo tenga mayor protagonismo, y su imagen positiva se marchite completamente.

Hay quien pensará que era mejor haberme quedado al margen del tema. Pero no, porque además de que pienso que es un error apañar lo mal hecho o dicho, venga de donde venga, es justo que todo el mundo reflexione y la imagen de esta leyenda de la pelota cubana no siga resquebrajándose por gusto.

El sol también tiene manchas y todos tenemos el derecho de cometer errores con el objetivo de rectificarlos. Ojalá y toda esa oleada de opiniones adversas sobre lo expresado por él, y quizá hasta algunos comentarios como éste mío, sean un motivo más que suficiente para que el gran Pedro Luis Lazo comprenda lo dañino de esto, simplemente porque en la vida casi todo es más importante que un juego perfecto.

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