Preocupación por el vínculo de Festival San Remo con estadio más antiguo de La Habana

Por Yasel Porto

La celebración durante esta semana del Festival de San Remo en La Habana ha generado también su debate en el campo deportivo, sobre todo porque uno de los terrenos de más arraigo en la capital cubana ha servido como escenario para este evento cultural.

Ha sido el centro José Antonio Echevarría (antiguo Vedado Tennis Club) uno de los espacios protagónicos de esta actividad, lo que ha provocado la preocupación de algunas personas vinculadas de una u otra manera con el béisbol.

La incertidumbre sobre las condiciones reales en las que quedará el terreno al término de este Festival es lo que más inquieta a varios, especialmente padres que tienen a sus hijos desarrollándose en el que ha sido el sitio más popular en la práctica del béisbol en el municipio Plaza de la Revolución.

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Roberto Ortega, abogado de profesión y jugador de torneos populares de béisbol y softbol, hizo una publicación en su perfil oficial de facebook, con un llamado de atención sobre lo que está aconteciendo.

«No voy a hacer muy extenso en palabras más allá de ubicarlos en contexto. ¿Recuerdan hace unos días mi última publicación anunciando lo que pasaría en el Echevarría? Pues aquí les traigo la evidencia fotográfica de lo que ya viene sucediendo. Lugares hay muchos en La Habana, que por demás están creados para estos fines; pero no, es preferible seguir vilipendiando la historia y los valores que nos identifican como cubanos. Ese terreno de béisbol es el más añejo que tiene la capital, es la segunda casa del profe Gallego, es el cuartel general de los Azules de la ONBC que es el equipo social con más años ininterrumpidos de movimiento deportivo-laboral; pero nada de eso importó… Y sí, me duele muchísimo porque amo la pelota, quiero a mis compañeros de equipo y profesión y sobre todo porque soy CUBANO, oíste CUBANO!!!».

Varios comentaron éste post y el anterior de Roberto, algunos molestos y otros con más preocupación por un desenlace nefasto para esa parte de la instalación.

Llamado Vedado Tennis Club desde su fundación en la primera década del siglo XX y hasta inicios del sesenta, el terreno de béisbol de este complejo deportivo es el más antiguo de todos los que se mantienen activos en La Habana. Incluso a nivel nacional solamente es superado por el Palmar de Junco.

Las imágenes de pelota cubana en video más añejas que se conservan, son de un partido celebrado allí en 1926. Fue la sede principal de la única serie dramatizada infantil que se ha producido en Cuba (los Pequeños Campeones).

Además, en ese sitio jugó el equipo más laureado de la extinta Liga Nacional Amateur, se efectuó el torneo de béisbol de los Centroamericanos de 1930, y varios de los jugadores más trascendentales que tuvo Cuba antes de la etapa de las Series Nacionales tuvieron labor protagónica en ese diamante. Adolfo Luque y Martín Dihigo fueron dos de los más significativos.

Ya con el nombre de José Antonio Echevarría, de ahí salieron muchísimos peloteros reconocidos de las Nacionales, de los cuales un gran porciento ha tenido el aporte del exlanzador Ihosvany Gallegos. A pesar de varias dificultades y de la edad, este veterano aún se mantiene dando lo mejor de sí en pos del bien de los demás. Sin dudas que él figura entre los entrenadores todavía en activos que más merece respeto y admiración.

El béisbol y el softbol desarrollaron innumerables competencias oficiales y populares que lo mantuvieron entre los mayores epicentros de estas dos disciplinas dentro de la capital.

El centro fue manejado a lo largo de las décadas por un sinfín de instituciones, incluido el INDER, y hace ya un tiempo que se demolieron las gradas que estaban pegadas al Malecón (zona de tercera base) por considerarse en peligro de derrumbe.  

Años después se corrió la bola que todas sus áreas deportivas serían suprimidas para llevar a cabo un proyecto constructivo con un objeto social totalmente diferente a lo que ha sido este lugar. Por suerte en todo el proceso constructivo que se ha llevado a cabo los terrenos de béisbol y softbol se han mantenido intactos pese a no gozar de la calidad de antaño.

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Ojalá y la satisfacción de los que disfrutan de este Festival no se convierta en el dolor de muchos, incluidos niños, y que el llamado de alerta o preocupación actual no vaya más allá de malos pensamientos. El béisbol cubano merece que un sitio tan especial como éste se mantenga vivo en todos los sentidos.

Por cierto que cuando se recuperó temporalmente el proyecto del Salón de la Fama la mayoría de las miradas de los asistente el coloquio se dirigieron hacia el Echevarría. En ello incidió su excelente infraestructura y una historia que ya resumimos y en la que más que incluir, tendríamos que resaltar algo extraordinario.

Me refiero al hecho confirmado que en algún punto de su geografía los hermanos Guilló y Enrique Porto hicieron aquella demostración en 1864 que sirvió de semilla para todo lo que vino después y convirtió a este deporte en patrimonio de Cuba. Más que por un decreto oficial, por el sentir de la mayoría de los cubanos, y eso hay que respetarlo y cuidarlo.

No prevenir con tiempo sobre ciertos peligros o quedar callado de existir las consecuencias nos haría cómplices de los que del béisbol solo sienten el sonido cuando mencionan esa palabra, con acciones que a lo único que contribuyen es a matar una parte de su esencia y su tradición.

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