UN RAYO SEPULTÓ la vida de dos peloteros cubanos y APAGÓ LA LUZ de una estrella

Por Yasel Porto

Aunque la afectación a los seres humanos por las descargas eléctricas son bastante frecuentes, no han sido muchos los casos de peloteros cubanos que han sido víctimas de este fenómeno de la naturaleza. Es por ello que lo que sucedió aquel día de 1980 cuando dos jugadores de un mismo equipo perdieron su carrera deportiva y peor aún, su vida, fue algo totalmente exclusivo por desgracia.

Aquel suceso desgarrador trascendió sobre todo porque fue la causa de muerte prematura de un pelotero de gran talento como Ricardo Bent Williams, quien se encontraba en el momento de ascenso de un trayecto dentro del béisbol que lo pudo haber llevado a escribir una gran historia a nivel provincial y nacional. Y quién sabe si hasta más allá.

Con apenas 24 años de edad, el padre de quien años más tarde se convirtiera junto a Rodolfo Falcón en el primer medallista olímpico de la natación cubana, fue separado para siempre por la muerte de Neisser y de su otro hijo Lázaro, así como para el resto de su familia y amigos. Muy sentidas fueron las palabras del primero tras conseguir el bronce en Atlanta 1996, donde expresó que ese resultado estaba dedicado a su padre fallecido 16 años antes.

La desgracia ocurrió el 19 de junio alrededor de las 4:30 pm después de salir de festejar con sus compañeros en un cabaret de Báguanos. El motivo de la celebración era su inclusión por primera vez en un equipo internacional que tomaría parte en un torneo en Holanda.

Recién había jugado un último partido que nadie sospechó que tendría esa etiqueta. Fue el 15 de junio cuando Báguanos se enfrentó con Cayo Mambí en el estadio Rogelio Herrera del municipio Frank País. Bent Williams fue el que más sobresalió en la subserie del torneo provincial al pegar nueve hits en 13 turnos oficiales con tres dobles, cinco anotas, seis remolques y un cuadrangular. Por cierto, que según la información ofrecida por un gran conocedor del deporte como Papo Duarte, ese jonrón fue su última vez al bate en un partido de béisbol.

Su despedida de las Series Nacionales fue por todo lo alto luego de promediar para .371 como cuarto bate de Holguín en la temporada 1979-80. Llegó a estar de líder de los bateadores por varias semanas hasta perder el título con el torpedero de Metropolitanos Rodolfo Puente. En la Selectiva de seis equipos apenas, con un nivel competitivo mucho más elevado, concluyó con .290 de average dentro de un equipo Orientales donde solamente jugar ya era un mérito.

Ricardo Bent Williams era la principal figura ofensiva de Holguín al momento de su muerte

Aunque Bent vivía en Báguanos al momento de su muerte, en realidad había nacido en el central Guatemala (Mayarí) y su perfeccionamiento en el deporte de las bolas y los strikes fue en la Academia de Santiago de Cuba. Tan rápido evidenció su talento que en 1972 fue el primera base del Cuba que terminó jugando con el protagonismo del holguinero, un torneo especial tras la cancelación del Mundial Juvenil de Maracaibo.

En 1973 todavía estaba en edad juvenil, lo que le permitió estar en el certamen del orbe junior de México. Ahí se llevó los máximos honores y no solo dentro del equipo. Concluyó como puntero en hits, impulsadas y anotadas, fue cuarto en average (21-9, .429) y uno de los dos bateadores que conectó jonrón en el espacioso estadio del Seguro Social. Curiosamente aquel título colectivo lo convirtió primer holguinero campeón mundial juvenil del deporte.

Luego llegó a las Series Nacionales y ahí se erigió como jugador estelar desde el principio mismo. En total asistió a siete clásicos de la Isla, los cuatro primeros vistiendo el uniforme de Mineros, y desde la llegada de Holguín al béisbol cubano en 1977-78 hasta su citada temporada final en 1979-80.

Pero al inicialista y jardinero lo acompañaba otro miembro de las selecciones holguineras, de quien poco se habló con el paso del tiempo. Su nombre era Oscar Paneque, de quien no trascendieron demasiados datos.

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Amigo y compañero de Bent, Oscar murió junto a él tras ser sorprendidos por una fuerte tormenta y alcanzados directamente por un rayo. Lo que sobrevino después de conocerse aquello hizo que por mucho tiempo se viviera un dolor inmenso en el pueblo de Báguanos y en todo Holguín. Se trató de la vida de dos personas, una de ellas la gran estrella ofensiva de la provincia y uno de los jugadores de mayores perspectivas en toda Cuba.

Como referí antes su hijo Neisser desarrolló una excelente trayectoria aunque como nadador, con resultados de escala mundial en la década del noventa que lo hicieron el segundo mejor exponente histórico de esta disciplina en Cuba. Lázaro sí se decidió por la pelota, y si bien tenía unas condiciones físicas impresionantes, su mayor mérito recayó en haber formado parte del único equipo holguinero campeón de la Isla. Individualmente no pudo hacerse justicia en su corta estancia en Series Nacionales.

Pero la nororiental provincia cubana no solo sufrió el impacto de los rayos con Bent y Paneque. Otra historia bien triste aconteció décadas después de la tragedia de marras, relacionándose de un modo particular con uno de los mejores lanzadores de todos los tiempos dentro de Holguín como lo fue el zurdo Oscar Luis Gil.

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