Luego de dos años SE REENCONTRÓ en La Habana con su esposa un gran hombre del béisbol cubano

Por Yasel Porto

Los reencuentros familiares siempre tienen una alta carga emocional. Sobre todo cuando el amor es poderoso y solo así ha logrado mantener el vínculo en medio de la obligada distancia física.

Este artículo no cuenta el momento tan especial vivido hace pocas horas por algún jugador retirado o en activo, un entrenador o un componente oficial de nuestro béisbol. Pero a él lo considero una persona muy importante para la pelota cubana, no por el apoyo que siempre le dio como fanático, sino por todo lo que hizo directamente en diferentes proyectos y en ocasiones hasta de forma individual.

El nombre de José Antonio Pérez Hernández le sonará solo a un puñado de lo que leen estas líneas. Pero para este grupo y para «Tony» no solo es que dedico este escrito.

Es también para esa gran mayoría que desconoce toda la grandeza de alguien que dio y todavía sigue dando mucho más por su principal pasión deportiva, y que por fin cumplió un sueño personal que a los que lo conocemos nos hace sentir felices igual.

Por eso decidí invertir tiempo en este artículo, porque no solo podemos hablar de los hombres buenos cuando mueren o están a punto de hacerlo. Siempre he preferido los reconocimientos en vida a los otros, especialmente cuando está en nuestras manos hacerlo.

Tony y su singular medio de transporte, un polaco que él y todos conocían cariñosamente como «la bala», fueron parte de innumerables hechos en favor del deporte patrimonio nacional de Cuba.

Tony Pérez en el proyecto Béisbol de Siempre. En las investigaciones en el cementerio (fotos 1 y 2) y en eventos con niños en proyecto comunitario del Trigal y la escuela Leonel Fraguela (fotos 3 y 4)

Ahí hay que incluir las investigaciones sobre Esteban Bellán, Cristóbal Torriente, José de la Caridad Méndez y otros más dentro y fuera del cementerio de Colón, conjuntamente con los homenajes a estos en este sitio que incluyó el establecimiento de tarjas en honor a los tres citados anteriormente. Y a esto sumar otras acciones con peloteros retirados ya fuese el día de su cumpleaños, el de su muerte o más allá de esas fechas señaladas.

También en las actividades con niños en diferentes terrenos y escuelas de la isla, y la organización de dos momentos grandiosos como lo fueron el lanzamiento de la primera bola en un juego de Serie Nacional del pelotero cubano con mayor edad todavía vivo, Ibrahim Brull, y el de Miguel Cuevas y Pedro Chávez antes del primer partido de la semifinal de 2020.

Sin contar el respaldo con su carro pese a toda su lucha por mantenerlo en forma para el desarrollo del programa que dirigí y conduje junto a Ismael Sené por casi siete años en la televisión cubana. En mucho de lo logrado hubo alta incidencia de él y su increíble «bala» de mil batallas.

Este hombre natural de un municipio Cabaiguán del cual sigue viviendo orgulloso, fue uno de los que más trabajó mientras duró el proyecto del Salón de la Fama del béisbol cubano, y lo mismo ha sucedido con eventos cuya organización principal ha corrido a cargo de las instituciones oficiales.

Tony recibe placa dorada por su trabajo con el béisbol cubano (foto 1), haciendo guardia de honor tras la muerte del exlanzador Nelson Campver (foto 2), junto a amigos en su «polaco» (foto 3) y celebrando en el hospital con amigos y familiares del legendario Andrés Ayón en su último cumpleaños, dos días antes de su fallecimiento (foto 4)

Como imposible sería obviar su liderazgo no presidencial dentro de la famosa peña MLB.com, la única que por muchos años se dedicó a darle seguimiento al béisbol de las Grandes Ligas con sus encuentros de cada tarde de viernes en el parque John Lennon del Vedado capitalino.

Gracias a él también se han podido recuperar informaciones históricas sobre béisbol en formato digital, y entre sus aportes investigativos más importantes en tal sentido está su trabajo bien profundo sobre las diferentes bolas utilizadas en las Series Nacionales.

A él no solo lo ha caracterizado su carisma y sencillez, sino ese gran altruismo que nadie imagina, pues el dinero que hacía en el alquiler del carro lo cogía para las cosas de la pelota. Para muchos puede ser difícil de creer o resulta exagerado, pero crean ciegamente lo que leen.

Ya hoy Tony no tiene a su lado a ese gran compañero que fue su carro, pero en su lugar cuenta con la enorme dicha de volver a abrazar y besar a Barbarita, su esposa de toda la vida, madre de sus hijos y abuela de sus nietas. Y un día podrá reencontrase con el resto de una familia que reside íntegramente en Miami porque así él lo merece.

Varios y yo sabemos todo lo que eso significa, porque vivimos junto a él su sufrimiento por la separación física entre ambos por el COVID y otros asuntos personales de peso. Y no se trata solo del largo tiempo de vida compartida, sino del apoyo vital de ella para todo, incluyendo las cosas que él le dedicó a su béisbol.

Yo sé que esta es historia a muchos les parecerá intrascendente y hasta un tanto personal. Y por ello pido disculpas a esos más exquisitos que prefieren otro tipo de temas, ya sea por el nombre de los implicados o por la envergadura del mismo.

Pero a gente carente de fama pero sí de valores y entereza como Tony, Oscar, Sené, Agustín, JAPE, Pablo, Fidelito Corrales, Tamayo, Reynaldo, Dodany, Cary Mancebo, Reinaldo Linares y varios más, no puedo permitirme la injusticia de dejar anónima su obra y hacer silencio ante sus alegrías y dolores.

Mientras tenga un espacio público y salud a mi favor, simplemente no podré actuar de otra manera. De un modo diferente a peloteros, entrenadores o árbitros, pero ellos también han sido importantes para la pelota y como Tony, con la grandeza indiscutible como cubanos de verdad.

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