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El 16 de enero de 2020, en el estadio Alfonso “Chico” Carrasquel de Puerto La Cruz, la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP) vivió uno de los momentos más controvertidos de su historia reciente. En plena semifinal entre Tiburones de La Guaira y Caribes de Anzoátegui, el entonces manager escualo Renny Osuna protagonizó un acto reprobable al escupir al umpire principal, Carlos Leal, durante una acalorada discusión en el séptimo inning.
La escena fue captada por las cámaras de televisión y rápidamente se viralizó en redes sociales. Osuna, visiblemente molesto por una decisión en el conteo de bolas y strikes, encaró al árbitro y, en un instante de descontrol, arremetió directamente al rostro de Leal. La acción provocó su expulsión inmediata del encuentro y desató la indignación tanto dentro como fuera del terreno.
En ese momento, Renny Osuna apenas cumplía su primer año como dirigente, tras haber dejado recientemente su etapa como pelotero activo. La presión de las semifinales, sumada a su inexperiencia en el rol, terminaron por hacerlo estallar.
Sanción ejemplar y castigo sin apelación
Dos días después del incidente, la Junta Directiva de la LVBP emitió un comunicado oficial anunciando la sanción correspondiente a 10 juegos de suspensión y una multa de 500 unidades tributarias, en cumplimiento del artículo 21, ordinal 1ro y el artícul* 20, ordinal 7mo del reglamento disciplinario del campeonato.
La sanción debía cumplirse en la temporada 2020-21, y ni Osuna ni Tiburones interpusieron apelación. El castigo fue aceptado de forma inmediata, como una muestra de asumir la responsabilidad institucional.
Aunque se trató de una sanción estrictamente disciplinaria, la liga también buscó enviar un mensaje claro, pues las conductas antideportivas de ese calibre no serían toleradas bajo ningún contexto, sin importar el rol o el momento.
Una mancha en el año más exitoso de Renny Osuna
En paralelo, Renny Osuna ofreció una disculpa pública a través de un video compartido por el equipo, en el que reconocía su error y se mostraba visiblemente afectado por lo ocurrido. “No lo justifico. Fue un error inaceptable. Me dejé llevar por la euforia del juego”, dijo. También pidió perdón al umpire Leal, a sus jugadores, a la liga, a los fanáticos y a su familia.
Ese episodio empañó lo que había sido una temporada histórica para Tiburones. La Guaira había cerrado la ronda regular con el mejor récord y Renny Osuna había sido reconocido como Mánager del Año, logro que quedó en segundo plano tras el incidente. El impacto mediático fue fuerte, ya que se cuestionó su temperamento, su preparación para liderar y el clima emocional dentro del equipo.
Hoy, aquel hecho permanece como un punto de inflexión en la carrera de Renny Osuna. Más que una simple sanción, fue una lección pública sobre los límites de la presión y la importancia del respeto en el deporte profesional.
Pienso también que deben de colocar una sanción. A los árbitros por qué de verdad aveces cantan lo que les da la gana y si es bola lo cantan Strike ya basta