Rey Vicente Anglada… el último suspiro

Por Alexander García Milián

Cada vez que lo miro agacho la cabeza, siento un respeto profundo ante esa mirada triste pero limpia, si, una mirada cansada, algo opaca pero siempre expresando tanto; una mirada que parece rompernos por dentro, más cuando muestra esa media sonrisa que le da el rasgo de personalidad al que pocos llegan, es Anglada señores, otra vez Anglada, Rey Vicente Anglada  que murió una vez y resucito para quedarse siempre.

Es Rey Vicente Anglada y el nombre es como una trompada en pleno rostro, pues es un nombre forjado en el tiempo y en los hechos que ese tiempo ha dado, un nombre forjado en el diamante de béisbol, en el juego pimentoso de las barriadas, en el folklor único que se vive con la pelota cubana.

Es Anglada otra vez y hablamos porque ya la noticia es un disparo fulminante que alcanza a todos- se va al terminar esta Serie 59- se va como aquel día después de ganar todo, tres títulos nacionales, unos Juegos Panamericanos, una Copa Intercontinental, todo, le dieron el Cuba a Pacheco en 2008 para las Olimpiadas y ahí se le fue la oportunidad, quizás, todo es pura especulación, a estas alturas se sueña y se viven las cosas como en cuento, incluso la posibilidad de que Anglada no dirija más a Industriales.

De grandes regresos ha estado marcada la existencia del capitalino, desde aquel primero allá a finales de los 80, luego de su estancia en prisión y como tras vincularse otra vez con el entrenamiento deportivo fue un baluarte en el desempeño de los equipo del Cerro en todas las categorías.

Tras el doble éxito de Industriales ante Matanzas en el Latino, la mística inundó todo alrededor del equipo azul, la figura de Rey se torna más imponente y si decidió quedarse porque el público se lo pidió, tal vez la noticia de su despedida sea el aliciente que de paso a la hazaña pues con los elencos capitalinos es así y no es palabrería, es recurrir a la historia.

Es Anglada aclamado por la gente de toda Cuba, Anglada como un inmenso corazón siendo el alma del industrialismo, su cara, su espíritu, si buscan un símbolo de idiosincrasia que identifique a la escuadra azul, vean la foto de Rey tirándose en home con el pie levantado, pleno de adrenalina; ahí nace y muere para volver a nacer con la otra imagen… Rey levantando el trofeo de campeón en 2003.

Es Anglada como el último escudero de un béisbol que ya no existe, un béisbol que quedó atrapado en las arenas del tiempo; es Anglada mirándonos de frente otra vez y tal vez en su último suspiro.

Nos vemos a la vuelta.

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