Rogelio García: Inmortal del pitcheo pinareño

Por Alexander García

Cuando pensemos en béisbol y hablemos de pitcheo en la pelota cubana, de pitcheo como un arte, debemos voltear la mirada hacia la zona más occidental y allí escuchar historias tan memorables que a cualquier escribano le daría para una enciclopedia.

Los nombres de Jesús Guerra, Emilio Salgado, Julio Romero, Rogelio García, Omar Ajete, Pedro Luis Lazo y José Ariel Contreras, por citar a la pléyade más selecta, esos nombres son una parte indisoluble de la gloriosa historia del béisbol cubano.

En esta oportunidad, centraremos la atención en uno de ellos, un icono, un diamante de la lomita, Rogelio García…

Rogelio García

Su historia en la pelota empieza con un toque singular, pues no transitó por EIDE ni ESPA, únicamente estuvo en la Academia de Béisbol de Pinar del Río.

En ese entonces corría el año 1971 y Rogelio se imponía solo, gracias a su excelente condición física, así como a la entrega en los entrenamientos.

Según relata, Juan A. Martínez de Osaba y Goneaga en su texto, Pinar en la Lomita, García debutó con Vegueros en la XII Serie Nacional de Béisbol, bajo las órdenes del mítico Catibo, Francisco Martínez de Osaba y Goneaga.

Para sus primeras tres temporadas solo tenía acumuladas 40 entradas, pues era una época donde se hacía difícil encontrar un hueco dentro de aquel roster de lanzadores, Emilio Salgado, Mario Negrete, el ya mencionado Jesús Guerra y Rodovaldo Esquivel; refiere Osaba y Goneaga en su escrito.

A pesar de los adverso del contexto, Rogelio logro imponerse a golpe de talento, pues su recta endemoniada era un mazazo para sus rivales.

Pero cuando el oriundo del pueblo de Ovas comenzaba el despegue, llegaron dos lesiones consecutivas que lo mantuvieron alejado de la lomita.

Tras su rehabilitación, García que sostenía su repertorio en su potente recta y una slider, decide sumar el tenedor. Desde entonces y por ocho años sucesivos, estuvo dominando a placer en cuanta competencia participara.

Vale acotar en este punto, que un elemento importante a favor de Rogelio, lo constituyo su dueto con Juan Castro, quién confluyo en la misma época que el lanzador.

Cuentan cronistas de la época, como el ya mencionado Osaba y Goneaga, que llegó a existir un nivel de confianza tan alto entre ambos atletas, al punto tal que Juan Castro dejaba en libertad muchas veces a Rogelio para lanzar lo que quisiera.

Actuaciones estelares

En el plano internacional se recogen muchas actuaciones de nivel para Rogelio García; durante la Copa Intercontinental de Bélgica en 1983, ponchó tres veces al legendario Mark McGwire.

Ese mismo año, en Caracas, le recetó 16 ponches a los norteamericanos, repitiendo la dosis ante McGwire y otro estelar como Tino Martínez.

Con el Cuba, Rogelio fue figura indiscutible y así lo refrenda sus 39 victorias con solo una derrota.

La cruz…

El reverso de la moneda lo constituyen sus momentos más grises quizás dentro de la pelota criolla, cuando permitió jonrones decisivos en las finales de 1978 y 1986.

Quiso el destino que ambos batazos fueran en el estadio Latinoamericano, primero fue Pedro José Rodríguez para decidir el partido en el noveno inning del juego final entre Vegueros y Las Villas.

Luego, llegó Agustín Marquetti para pegarle en la cara a un tenedor que se le quedó flotando a la altura de las letras y darles un anhelado título por aquel entonces a los Industriales.

Legendario

Aunque no resultan desechables para nada, sus más de 200 victorias y sus 2499 ponches; más allá de sus números, Rogelio ha pasado a la historia de la pelota cubana, como uno de los mejores lanzadores de todos los tiempos… su hoja de vida está ahí para demostrarlo.

Nos vemos a la vuelta.

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