«TAN DURO como Maels y Chapman, había bateadores que pedían no enfrentarme» aseguró leyenda cubana

Por Swing Completo 

   No hay un aficionado cubano que desconozca que los lanzadores Maels RodríguezAroldis Chapman alcanzaron gran fama entre otras cosas por su velocidad por encima de las 100 millas por hora, una cifra a la que otros cubanos más jóvenes como Osiel Rodríguez y Raidel Martínez también han arribado. 

   Pero mucho antes que ellos hubo un cubano capaz de aterrar y no solo por sus lanzamientos supersónicos, sino porque la pelota se desviaba de su objetivo principal en muchas ocasiones. Según sus propias palabras él tiraba tan duro como Maels y Chapman, porque varios le dijeron que su recta pudo ir tan lejos como a 103 y 104 millas.  

   Me refiero al afable Roldán Guillén, granmense de nacimiento, pero tunero por adopción, quien con más de 70 años todavía recuerda todos los momentos positivos y negativos que lo marcaron como pelotero. 

   Aunque no es fundador de las Series Nacionales formó parte de la etapa inicial de estos certámenes, con destaque en la campaña 1966-67 en la que fue miembro de Orientales cuando lograron la mítica coronación tras vencer a Industriales en el estadio Latinoamericano de la mano de su as Manuel Alarcón. 

   «Ese fue un tremendo campeonato», nos cuenta el veterano, quien agregó que guarda aquel triunfo oriental como lo más grande que le pasó en su carrera como atleta a pesar de que su nula incidencia en ese juego final. 

   Sobre su experiencia en los diamantes beisboleros señaló que el descontrol fue su mayor enemigo en los primeros años, por lo que su velocidad no lo ayudaba a tener mejores resultados. «El descontrol me privó de hacer un mejor trabajo y me trajo momentos muy tristes, como el día que le di el pelotazo al “Yayo” Linares (Eulalio) que lo sacó del béisbol para siempre. Me sentí muy mal después de aquello», lamenta. 

   Linares era un segunda base muy talentoso de los equipos habaneros, y no solo se vio imposibilitado su regreso al juego activo, sino que la visión en uno de sus ojos fue limitada en extremo.

   Cuenta Guillén que su velocidad y descontrol eran tan intimidantes, que había bateadores que le pedían a sus managers que no lo pusieran frente a él. «Bobby Salamanca llegó a decir que yo tiraba 103 y 104 millas, y que no había nadie en Cuba que hubiera tirado tan duro jamás». 

   En realidad, el criterio de alguien tan respetado y conocedor como Bobby no es una confirmación sobre la potencia exacta en su recta, en una época donde no había ningún tipo de aditamento para saber la velocidad de los lanzadores cubanos. Todo se basaba en la apreciación y lógicamente en especulación por mucha sabiduría del que haga el dictamen. 

   Roldán sufrió una grave lesión iniciada la década del setenta que contribuyó anímicamente más que en el aspecto físico para que volviera a la pelota. «No hicieron un buen trabajo conmigo en la rehabilitación y me sentí mal por la manera que pasó todo. Entonces decidí retirarme y convertirme en trabajador azucarero. Un día Fidel preguntó por mí, que dónde estaba metido yo, y fue que me mandaron a buscar y me convencieron para regresar». 

   El supersónico exlanzador valoró de excelente la labor desarrollada con su persona por el legendario Conrado Marrero. «Gracias al guajiro Marrero fue que pude volver a lanzar en Series Nacionales incluso con mejores resultados que antes. Había perdido un poco de velocidad, pero seguía tirando duro, y Marrero me ayudó a mejorar mi control muchísimo y también mi repertorio», dijo el sencillo veterano que reside en el municipio tunero de Jobabo. 

   En un total de siete campañas si bien tuvo un registro negativo de 20-25, consiguió un dominio extraordinario frente a sus rivales al punto que solo le conectaron para 191 con una efectividad de 2,25. De los 95 partidos que lanzó en solo 39 actuó como abridor, lo que impidió que su cúmulo de ponches fuera más allá de los 260 en 340 entradas de labor. 

    Después de lanzar varias campañas a inicios de la década del setenta, Guillén tuvo una recaída en su lesión que lo obligó a separarse definitivamente del montículo. Posteriormente se vinculó como entrenador de pitcheo en la nueva provincia de Las Tunas en diferentes categorías. 

   De los lanzadores de la época prevelocímetro dentro de las Series Nacionales, otros que echaron tanto humo con su recta como Roldán salieron del oriente del país en su gran mayoría. En tal sentido habría que destacar a tres colosos de la talla Braudilio Vinent, Manuel Alarcón y el camagüeyano Juan Pérez Pérez. Según los que se enfrentaron a todos ellos la diferencia era imperceptible en cuanto a la potencia de su bola rápida, aunque varios han sugerido a ojo de buen cubero que Roldán fue el que más rozó y hasta superó las 100 millas por hora. 

   Ciertamente todo quedará en una gran incertidumbre, pues ni siquiera hay videos que ayuden a disipar la duda. Aún así, el conocido “meteoro oriental” seguirá estando en el imaginario de expeloteros y aficionados de aquella era como el primer gran supersónico de las Series Nacionales, capaz de emular con los que estadística y oficialmente han llevado la voz cantante.

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