El único “Cy Young” que enfrentó a la generación de Omar Linares y del que los cubanos no hablan

Por Yasel Porto

Cuando se habla de peloteros norteamericanos que dejaron huella en la afición cubana, tanto por su buena impresión frente a Cuba como por su posterior desempeño en Grandes Ligas, los nombres más mencionados por muchos fanáticos, periodistas y peloteros son los del derecho Burt Hooton y el zurdo Jim Abbott. También se mencionan otros más recientes pero casi nunca sale a relucir el del protagonista de mi artículo.

Y no debiera ser así, primero, porque en más de una ocasión lanzó y se lució contra la selección cubana en una etapa que no poco señalan como extraordinaria por el talento individual de buena parte de los integrantes de aquellas escuadras, y en segundo lugar porque años después de darse a conocer fuera del entorno de su campeonato universitario logró uno de los sueños más codiciados por un lanzador en el mejor béisbol del mundo.

Hablo de Robert Allen Dickey, o simplemente R.A. Dickey como se le decía y ponía mientras estuvo activo en el deporte de las bolas y los strikes.

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Fue el 31 de julio de 1995 en el famoso tope Cuba-Estados Unidos celebrando en Millington, cuando hizo su primera presentación frente a la selección que, en ese momento, ostentaba el título olímpico y mundial.

Abrió aquel encuentro y sostuvo un buen duelo con el astro villaclareño Rolando Arrojo, aunque a Dickey le tocó salir primero de aquel encuentro. Cuba le marcó una vez en el primero y cuarto episodios, por lo que fueron dos carreras y seis hits a su haber en cuatro entradas de labor. Omar Linares se apuntó uno de esos indiscutibles con una carrera impulsada dentro de un juego que fue ganado por los anfitriones 5×3.

Durante todo el periplo realizado por aquel equipo universitario de Estados Unidos (cerraron con balance de 36-6 incluido resultado perfecto de 4-0 contra Cuba) el rendimiento del natural en Nashville, Tennesee fue impresionante. Dejó su efectividad en 1.94 con marca de 3-1 en 46 capítulos totales y 11 juegos iniciales.

El 4 de julio de 1996 en Norfolk, a escasos días de la inauguración de los Juegos Olímpicos en Atlanta, Dickey tuvo su segunda apertura contra Cuba. En esta ocasión recibió un castigo mayor al dejar el juego en el quinto inning con un out y cuatro anotaciones en contra, tres de ellas limpias.

En esta ocasión pudo doblegar a Linares completamente, aunque otros llevaron a cabo una productiva ofensiva. Especialmente el camagüeyano Miguel Caldés quien tuvo jornada perfecta, incluyendo par de remolques frente a Dickey. La otra la trajo el jardinero santiaguero Rey Isaac.

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De todos modos, no tuvo que lamentar derrota alguna gracias al bateo superior de sus compañeros, fundamental para el éxito 8×4 de los locales.

Ya en medio de la cita estival en la urbe más importante del estado de Georgia, Dickey mantuvo su invicto en la temporada tras el triunfo sobre Italia el 24 de julio y más tarde el día 30 con un dominio aún mayor sobre el plantel de Holanda.

Fue el mejor de todos los lanzadores de su equipo, y estamos hablando de un grupo de elevado talento que posteriormente vio como casi todos lograron destacarse temporalmente en Grandes Ligas. Me refiero a pitchers como Kris Benson, Braden Looper, Billy Koch, Jim Parque, Randy Wolf y Jeff Weaver. Dickey cerró la intensa temporada con récord perfecto de 7-0 y un promedio de limpias de 3.35, el cual sigue siendo meritorio si tenemos en cuenta el bate de aluminio y el enfrentar a muchos equipos con más experiencia y no solo hablo del cubano.

Después de eso llegó una etapa que quizá algunos de ustedes conozcan mejor. Fue adquirido por los Rangers de Texas en el draft amateur y debutó en Grandes Ligas en 2001 con un segundo año bastante bueno al menos en su foja (9-8). Cuando todo parecía perdido tras una lesión bien compleja, la adopción del lanzamiento de nudillos y su duro trabajo de preparación para regresar al béisbol de primer nivel lo llevó hasta la mismísima cumbre.

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Su campaña de 2012 con los Mets de Nueva York fue sencillamente fantástica con el colofón insuperable de ser premiado con el premio “Cy Young” al mejor lanzador de la Liga Americana. Tuvo registro formidable de 20-6, con PCL de 2.73 y 230 ponches en 233 entradas pese a apelar solo a su bola lenta y movida.

Su mérito es múltiple, no solo por sus resultados tras muchos años de decepciones diversas y duros golpes de salud, sino que lo hizo con nada menos que 37 años y a base de un lanzamiento en extinción dentro del béisbol moderno.

Dickey logró un gran contrato con Toronto tras ser declarado agente libre después de su distinción y allí 14 partidos por dos temporadas consecutivas tampoco es para subestimar (nunca logró menos de 10 victorias ni tuvo balance perdedor entre 2013 y 2017), aún cuando en otros parámetros no se acercó al año de explosión total.

Mas su fama y su carrera se fueron desvaneciendo poco a poco hasta que después de participar en 2017 con Atlanta fue desestimado por todos los clubes de la MLB. Se quedó en foja de 120-118 con efectividad de 4.24 en 400 partidos lanzados, 300 de ellos como abridor.

En realidad, la relación de Dickey con Cuba debiera adquirir mayor notoriedad de la que prácticamente no existe hoy, especialmente si tenemos en cuenta que fue el único, posteriormente “Cy Young” que rivalizó con aquellas selecciones de la Isla.

Fueron muchos los lanzadores de gran talento que hicieron el grado en aquellas selecciones nacionales universitarias y que más tarde accedieron a las Grandes Ligas. Así como otros que triunfaron en el llamado «big show» con «Cy Young» incluido, pero que en su etapa estudiantil no lograron colarse en el equipo nacional ni enfrentarse al poderoso equipo cubano.

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