Aaron Judge y su eterna deuda en postemporada con Yankees

Adrián Bonilla

MLB

Aaron Judge tiene una deuda que aún puede saldar con su equipo.

Aaron Judge tiene una deuda que aún puede saldar con su equipo.

Aaron Judge ha demostrado ser uno de los bateadores más temibles de su generación. Cada temporada regular, el capitán de New York Yankees recuerda por qué es el rostro de la franquicia. Pero cuando llega octubre, ese monstruo ofensivo del que hablamos parece desvanecerse. La historia se repite, y en 2025 vuelve a quedar en evidencia; Judge no logra ser el mismo en postemporada y su equipo lo siente.

Hasta la fecha, sus números en postemporadas hablan por sí solos. En su carrera, el toletero batea apenas .217, con 51 hits, 16 jonrones y 35 impulsadas en 62 juegos. En los últimos dos años, incluyendo la postemporada 2025, su rendimiento ha sido aún más discreto, dejando cifras muy alejadas del slugger que en temporada regular rompe marcas con naturalidad.

La gran pregunta es: ¿Por qué Aaron Judge no rinde en los momentos más importantes?

El peso de la presión y la calidad del pitcheo en postemporada

La primera explicación puede ser tan simple como cruel y es que en postemporada se enfrentan los mejores. No hay lanzadores débiles como quien dice, no hay rotaciones cansadas ni relevistas improvisados. Cada abridor rival estudia con lupa sus zonas de poder, y los cuerpos técnicos saben exactamente cómo limitarlo. Judge, que se nutre del error o del pitcheo alto, se topa con un repertorio más variado, más inteligente y más hambriento.

A eso se suma la presión del escenario y es que todos no nacen con ese plus. Ser el capitán de Yankees no es cualquier cosa, cada turno suyo en octubre tiene un peso emocional enorme, con millones de ojos esperando el batazo que cambie la historia. Esa carga mental puede alterar su enfoque, llevarlo a perseguir lanzamientos fuera de zona o a querer hacer demasiado en cada swing. Y cuando se entra en esa dinámica, el béisbol se vuelve un juego cruel.

El contraste de Aaron Judge entre poder y consistencia

Judge no es un bateador de contacto fino si a ver vamos. Su fuerza es el poder, el impacto. Vive del swing grande, del golpe perfecto. Pero en postemporada, donde los lanzadores castigan los errores, ese estilo puede volverse su peor enemigo. Si no conecta la bola de lleno, las estadísticas se hunden rápido. A diferencia de los bateadores que se adaptan al contexto con sencillos o chocar la bola con habilidad oportuna, Judge depende del batazo largo, y eso lo hace más vulnerable ante los ajustes rivales.

Además, el tamaño de muestra en postemporada es pequeño. Un par de malas series pueden distorsionar su promedio y alimentar la narrativa de que no aparece cuando importa. Sin embargo, cuando los números se repiten año tras año, es inevitable pensar que hay algo más que simple mala suerte.

Judge tiene una deuda que aún puede saldar

Aaron Judge ha cargado con la responsabilidad de liderar a New York Yankees hacia una Serie Mundial desde que debutó, y aunque ha tenido destellos brillantes, su desempeño en octubre sigue sin reflejar la grandeza de su talento. Batea poco, se poncha más de lo habitual (89 en 235 turnos) y rara vez logra imponer respeto en los momentos decisivos, tal como lo hizo en el primer juego contra Toronto Blue Jays ponchándose con las bases llenas cuando las papas quemaban.

Aun así, la historia no está escrita. Si algo ha demostrado Judge es resiliencia; el «Juez» ha superado lesiones, críticas y años de frustraciones colectivas. Pero mientras sus números en playoffs sigan hundidos por debajo del .220, la conversación sobre su legado siempre incluirá el mismo reclamo: Aaron Judge le debe una gran postemporada a Yankees… y al béisbol.

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