Por Alexander García
Es uno de los nombres emblemáticos en la pelota cubana, más que leyenda, Antonio Muñoz es un símbolo de las mejores épocas del pasatiempo nacional.
Cuando en algunas fotos, más, menos viejas, se ve esa figura imponente como una mole parada en home, subiéndose la manga de la camisa, el instante es sublime, toda su historia se recoge en letras mayúsculas desde momentos en blanco y negro hasta otros, ya a color.
El mítico número 5 del cienfueguero es un emblema sagrado en el universo beisbolero cubano y en instantes así como este de ahora, con tanta necesidad de revivir glorias y triunfos pasados, ese batazo inmenso frente a Japón en el Mundial de 1980, le pone la piel de gallina a cualquiera…
Muñoz no solo impresionaba por su corpulencia, 1.91 de estatura y más de 215 libras; muchos que lo vieron jugar cuentan que era un tipo joseador, combativo, pura adrenalina en el terreno, sin dejar de ser un caballero.
Un bateador de pura cepa…
Antonio no paso por ninguna categoría ni instancias deportivas existentes en la Isla, fue directo al play y tal como lo profetizó Pedro Natilla Jiménez, el hombre que dio con el allá en las lomas del Escambray, Muñoz se cansó de dar palo en nuestra pelota.
Tras un comienzo algo insípido, con promedios anémicos y poca producción ofensiva, Antonio encuentra la forma durante la campaña de 1970, cuando supera por primera vez la marca de los 300.
Desde entonces fue otro el camino, ya para 1979, había superado a Armando Capiró en el total de jonrones; un año antes había arribado a los 100 jonrones y tres campañas después, en 1981, ya el cienfueguero tenía los 200.
De igual modo, en la Selectiva de 1986, convertido en todo un símbolo de la pelota antillana, sumó sus 300 vuelacercas en los torneos domésticos…
Con el Cuba
Su relación con equipo Cuba parecía un divorcio a muerte, pues la sombra de Agustín Marquetti espantaba para Muñoz toda posibilidad de hacer el grado.
En 1974, al fin Antonio rompe el maleficio e integra por primera vez la selección nacional y desde ese entonces no dejo de estar nunca en cuanta escuadra se conformara para eventos internacionales.
Para aquel entonces a pesar de siempre estar presente, Muñoz casi no jugaba de regular y muchos comentaban sobre su falta de productividad con el equipo Cuba.
En 1978, durante los Juegos Centroamericanos de Medellín, Antonio logra entrar de modo definitivo en la alineación regular y demuestra con creces su determinación como bateador; lidera a la ofensiva con average de 690.
Cabe destacar además entre otros momentos memorables, la Copa Intercontinental de Bélgica en 1983 y el Mundial de Edmonton en 1985.
Por su corpulencia física y su disciplina en el entrenamiento, Muñoz casi ni sufría lesiones; estos aspectos lo ayudaron a sostener su longeva carrera deportiva.
Última Serie y retiro…
Su última Serie Nacional, la jugó en 1991 y el 8 de enero de ese año, arribo a la cifra de 2000 hits, al pegar doblete ante los envíos del habanero Roberto Ibáñez.
Al oficializarse su retiro el 23 de marzo, Antonio Muñoz estaba entre los primeros en casi todos los departamentos ofensivos, 302 de average, slugging de 535, 1407 impulsadas, 370 jonrones y 2014 hits.
Desde ese momento su leyenda era un hecho y la hasta hoy la historia lo sigue reivindicando como uno de los más grandes, quizás el mejor zurdo de todos los tiempos.
Sirva esta crónica como justo homenaje a otro de los ilustres.
Nos vemos a la vuelta.