Por Boris Luis Cabrera
Cuando Orlando Acebey decidió abandonar la selección cubana de béisbol una vez terminada la participación del elenco en la Liga Can-Am y en vísperas del tope bilateral con los colegiales norteamericanos, muchos pensaron teniendo en cuenta su edad y a pesar de su olfato para chocar pelotas en terreno de nadie, que colgaria los spikes y no intentaría abrirse camino en el mundo del profesionalismo.
El líder en imparables de la pasada serie nacional cubana piensa diferente. Con 15 campañas a cuestas y 35 años en las costillas y acabado de lograr sus mejores números ofensivos de por vida con una línea nada despreciable (.374/.417/.471) rompiendo sus récords individuales en anotadas (67), impulsadas (49), extrabases (23 con 6 cuadrangulares) y hits (143), actuación que lo llevó a las filas de la preselección nacional que se prepara para la cita continental de este verano; ahora anda metido de lleno en la empresa de lograr un contrato con alguna de las franquicias de las Grandes Ligas.
Radicado en Key West, el villaclareño que hizo carrera con los gallos de Sancti Spiritus en Cuba, no ha perdido un solo día de entrenar en los terrenos de una High School cercana bajo la tutela de Ralph Henriquez, un exreceptor de origen cubano que llegó a jugar en las Ligas Menores hasta el nivel de AAA y este jueves ha sido invitado a una presentación en la ciudad de Tampa ante un grupo de scouts, en lo que será la primera oportunidad que tendrá de demostrar sus herramientas y habilidades desde decidió dejar de ser parte de la Federación Cubana de Béisbol.
Orlando Acebey, hijo del otrora estelar Rafael Orlando, unos de los mejores defensores del tercer cojín que han pasado por series nacionales, es capaz de jugar todas las posiciones del cuadro y los jardines y se ha destacado por su habilidad para conectar pelotas para todas las bandas del terreno, promediando para 295 en su carrera y mostrando aún una curva ascendente en su rendimiento.