Por Reynaldo Cruz
La presentación de Camila Cabello en la final de la UEFA Champions League tuvo una nota amarga cuando la cantante se quejó en su cuenta de Twitter de cómo los cantos de los himnos del equipo por parte de la hinchada hicieron que su actuación no se viera bien en la televisión. Aunque el tweet en cuestión fue eliminado, varias capturas de pantalla circularon por las redes sobre este particular. En realidad, se trataba de abucheos por parte de los fans del Liverpool, a modo de protesta por lo que algunos calificaron de pobre organización del evento por parte de los organizadores.
Lo que sí resulta irrespetuoso es que cuando un cantante de la talla de Camila Cabello está ofreciendo un espectáculo para disfrute de los fans de ambos equipos, ellos decidan prácticamente responder con abucheos o sabotearlo con cantos que nada tienen que ver con el show que se estaba ofreciendo, una actuación para la que se requirió preparación y tiempo, y que no debe ser tomada a la ligera. Nadie les quita la razón respecto a su ira, pero la cantante nada tiene de responsabilidad con los problemas organizativos que haya tenido la UEFA en torno al partido celebrado en el Stade de France en Paris, en el que los rojos cayeron ante el Real Madrid.
Generalmente la fanaticada de algunos equipos de fútbol—no son todos, que quede claro—deja mucho que desear éticamente. Aunque no se sabe a ciencia cierta si solamente eran los del Liverpool los que abucheaban—y si en verdad hubo o no cánticos de himnos de clubes en ese momento—mientras la cantante hacía su performance, sí está más que claro que como fanáticos de cualquier tipo de evento de entretenimiento dejaron mucho que desear.
La cultura no es solamente conocer los nombres de los vinos caros y escuchar música clásica en el ambiente privado de su casa. Las más básicas normas de educación imponen un silencio ante el performance de un artista de alto vuelo o, en el peor de los casos, que la canción que canten sea para hacerle coro a dicho artista. Los abucheos—sobre todo cuando se protesta por algo que no es responsabilidad de quien actúa en ese momento—están fuera de lugar. Las personas que hicieron el viaje para apoyar al Real Madrid y al Liverpool definitivamente tienen el status económico para hacerlo, pero sus comportamientos no fueron precisamente una muestra de clase.
Los hechos de violencia por parte de fanáticos en estadios de fútbol alrededor del planeta han llevado a la FIFA a tomar medidas severas contra clubes y naciones en este tema, y lo sucedido con Camila Cabello durante su performance fue realmente lamentable.
Aunque la cantante, que tiene origen cubano y mexicano, eliminó su tweet probablemente por temas de relaciones públicas, y tal vez hasta por solidaridad por las protestas de varios fans del Liverpool, las capturas de pantalla quedaron, y una mirada al video le da toda la razón.
En momentos en los que se ha apreciado un resurgimiento del racismo por toda Europa como hace tiempo atrás, no es se puede descartar que los fans hayan decidido sabotear a una cantante de piel canela que está bien orgullosa de sus raíces latinas. De lo contrario, ¿por qué no abuchear al mismo Liverpool cuando tomó la cancha? Después de todo, al igual que Cabello, ellos formaban parte del espectáculo y no tenían nada que ver con la organización: eran igual de responsables que ella.