Por Alexander García Milián
Es abril de 2020, sí, es abril de 2020 pero puede ser mayo o junio también de 2020. No es Isaac Asimov ni Ray Bradbury, es abril, mayo, un año después, año y medio después de este día, diría para ser casi exacto; soy yo escribiendo, ustedes leyendo y la vida fragmentándose en escuetas milésimas de segundos que difuminan el tiempo.
Es abril de 2020, estamos en Nueva York, supongo que es Nueva York, veo a lo lejos el Hudson, siento correr una pesada brisa que imagino llega de la Gran Manzana. Es un uniforme, no es blanco a rayas, es azul, azul combinando con otras tonalidades, a rayas en ocasiones; dice Mets y desde 1986 no ganan una Serie Mundial.
Es abril de 2020 y un año antes, es decir hoy, o ayer quizás, yo pienso en la historia; la que puede llegar, vuela la imaginación, vuela con los días otra vez y allí en el cuarto mes del año, del próximo año, veo en ráfagas dos rostros conocidos en los jardines del Citizen Field; Yoenis Céspedes y Alfredo Despaigne.
Me toco las manos, me pellizco fuerte, abro bien los ojos, miro hacia arriba, pienso que estoy soñando y cuando miro de nuevo, veo a los dos granmenses en Holguín, jugando también en los jardines pero en Holguín. A los minutos, turno al bate para Céspedes,… estacazo por el izquierdo, de línea, largo como le gusta darlos; luego llega Alfredo, al primer lanzamiento, monstruoso batazo entre left y center, back to back, solo ellos.
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Esta Yoenis de pronto así como en un flashazo presto a coger el batazo de Ogasawara, la niebla lo ciega, la niebla del Petco Park, la bola le da en el guante, cae al suelo, Maya se pone los brazos en la cabeza, todos lo hacemos; Despaigne está en el banco, es el segundo Clásico Mundial, 2009, Céspedes es regular, Despaigne está en el banco, en ese mismo juego le da línea a Iwakuma, pero la figura es Yoenis entonces…
Vuelve abril, abril de 2020, ya son dos rostros con diez años más, sí, diez años atrás, en ese 2009 eran dos chicos, dos perlas del béisbol cubano, listas para hacer de las suyas; Yoenis debutó años más tarde con Oakland, Alfredo, luego de pasar por Campeche se fue a Japón, allí hiso de las suyas, ahora sus caras se miran con picardía buscando una seña que indique algo, – este batea por ahí- o aquel si tiro slider ahora al tercer lanzamiento, viene con cutter- ; ríen, ríen a rienda suelta, veo sus blancos dientes resaltando como en aquel Mundial Universitario, cuando Despaigne decidió el partido final ante Estados Unidos.
Los dos estaban en aquel equipo, pero en esa ocasión, Alfredo fue el héroe…
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Las gorras caladas, el uniforme ajustado, serios, algo recios, ahora en Nueva York, están los dos otra vez, al menos lo imagino, diría que lo veo, Céspedes- Despaigne, Mets, 2020. Solo ellos, solo el béisbol consiente esto.
¿Quién no sueña o imagina lo ocurrido?, me pregunto lectores, y no lo veo para nada imposible. Luego de diciembre, es casi una realidad, luego de la espera vuelven los sueños y pienso que el destino, ese que hace con nosotros lo que quiere, un día de abril del año que viene, nos permita ver a Céspedes y a Despaigne otra vez jugando juntos.
Sí, un día de febrero de 2019, un día gris y algo opaco, soñé con abril del 2020 y salió esto. ¿Sueño o realidad?, a estas alturas, ¿Cuál es la diferencia?
Nos vemos a la vuelta.