Los costosos uniformes del beisbol cubano: ¿negligencia o beneficio selectivo?

Carlos David Rojas

Actualizado en:

Mientras la Federación Cubana firma cheques, sus contrapartes firman contratos de patrocinio que inyectan capital.

Los costosos uniformes del beisbol cubano

En el ecosistema del beisbol profesional moderno, el uniforme es un activo que genera dividendos; en Cuba, por el contrario, representa una hemorragia presupuestaria. Mientras las potencias de la región y de Asia han convertido la indumentaria en una fuente de ingresos netos, la Federación del Beisbol Cubano (FCBS) opera bajo una lógica inversa que desafía cualquier manual de administración financiera.

Según el balance correspondiente a 2025, la Federación destinó 1.238.805 dólares (redondeados, para efectos de este análisis, a 1,24 millones de dólares) exclusivamente a vestuario, calzado y accesorios deportivos. Un monto que, en mercados como México, Japón o Estados Unidos, representaría una entrada masiva de capital a través de patrocinios, donde las marcas pagan por la exclusividad de proveer uniformes y equipamiento, constituye en Cuba un gasto neto del que no se recupera un solo centavo.

La anatomía de un gasto injustificable en el Beisbol Cubano

El desglose de los pagos efectuados por la Federación cubana revela una dependencia absoluta de la compra directa, incluso en áreas donde el patrocinio es la norma global:

  • El grueso de la factura: Se desembolsaron 565.256 dólares para el vestuario de la actual Serie Nacional y la Liga Élite, a lo que se suma un adelanto de 539.412 dólares para garantizar la indumentaria del próximo año. En términos prácticos, más de 1,1 millones de dólares de los 1,24 millones totales quedaron comprometidos con un solo proveedor.
  • Calzado de árbitros y categorías inferiores: Mientras las marcas internacionales compiten por visibilidad y posicionamiento, Cuba pagó 35.400 dólares en zapatillas para entrenadores y árbitros, y destinó 3 000 dólares adicionales al calzado de un Campeonato Mundial Sub-12.
  • Indumentaria y accesorios: La ropa de los umpires costó 74.062 dólares, el softbol nacional requirió 7.453 dólares y se asignaron 14 222 dólares a la compra de guantillas de bateo.

El espejo del mundo: donde el uniforme es dinero

Mientras la Federación Cubana firma cheques, sus contrapartes firman contratos de patrocinio que inyectan capital:

  • México (LMB): Su alianza con New Era proyecta beneficios por 1000 millones de pesos. La liga recibe uniformes y gorras sin costo y, además, percibe ingresos por licencias de comercialización.
  • Estados Unidos (MLB): El acuerdo con Nike y Fanatics supera los 1000 millones de dólares, lo que implica no solo una inyección directa de efectivo, sino también el suministro gratuito de toda la indumentaria de juego para los clubes.
  • Japón (NPB) y Corea (KBO): Gigantes como Mizuno y Prospecs asumen el costo total del vestuario a cambio de exclusividad y derechos de marca..

¿Gestión arcaica o conveniencia de factura?

El modelo contractual de la FCBS constituye una anomalía financiera. Esta estructura expone, al menos, tres grietas críticas de transparencia:

  1. Transferencia del riesgo al Estado.
    En una alianza racional, el proveedor asume el riesgo comercial. En este caso, el presupuesto público garantiza el flujo de caja del proveedor extranjero, incluso mediante pagos adelantados de hasta un año.
  2. Inexistencia de retorno.
    Resulta inexplicable que, tras invertir 1,24 millones de dólares, no exista una red oficial de merchandising que genere ingresos para la Federación. ¿A quién beneficia un contrato en el que el comprador paga precios de mercado y renuncia, de antemano, a cualquier forma de regalía?
  3. El vacío de la licitación.
    En sistemas transparentes, un gasto de esta magnitud se somete a procesos competitivos en los que las marcas ofrecen incentivos adicionales, como clínicas de formación o donaciones de implementos para ligas infantiles. La fidelidad inalterable hacia un único proveedor, pese a costos tan elevados, plantea interrogantes sobre los criterios de selección, ausentes en las comunicaciones oficiales.

Mientras el mundo utiliza el uniforme para financiar el espectáculo, Cuba consume el presupuesto del espectáculo en uniformes. Los 1,24 millones de dólares dilapidados son los mismos que faltan en los techos de los estadios y en los guantes de las categorías infantiles. La pregunta es inevitable: ¿estamos ante una incapacidad técnica sin precedentes o frente a una estructura de compra diseñada para asegurar el flujo de divisas hacia un solo destino, sin auditorías ni cuestionamientos?

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