Por Juan Páez / @jmanupz
En 1984, la Serie Nacional cubana sonó en las Grandes Ligas con la llegada del primer jugador de ese torneo a la Gran Carpa: el joven utility Bárbaro Garbey, quien venía de derrochar buen bateo con los equipos de la capital.
Era el pionero que les abrió la puerta a un sinfín de compatriotas que salió de la isla buscando la cumbre del deporte de bates y pelotas: la Gran Carpa.
El nacido en Santiago de Cuba fue parte del famoso éxodo del Mariel, aquel movimiento de emigración desde el Puerto de Mariel en 1980. Acababa de terminar una sólida carrera de cinco temporadas en la Serie Nacional, en las que totalizó 327 imparables y 140 carreras empujadas en 309 juegos disputados, e instantáneamente fue firmado por los Tigres de Detroit como agente libre.
Garbey, con discreto poder en la caja de bateadores, estuvo en ligas menores desde el momento de su firma, con números impresionantes, hasta 1984. Debutó ese año en las Grandes Ligas con 110 encuentros por los felinos: dio 94 incogibles, 17 dobles, un triple y cinco estacazos de vuelta completa, además de 52 impulsadas, 45 anotadas y un promedio con el madero de .287.
En la campaña de su estreno defendió la primera base, la antesala, la intermedia y los tres jardines. También, con 52, tuvo más producidas que varios de los titulares estelares de los bengalíes. Fue parte del equipo que fue a postemporada y que luego ganó la Serie Mundial ante los Padres de San Diego, la más reciente en la vitrina de los Tigres.
Salida rápida
En 1985, participó en 86 enfrentamientos y dio 61 inatrapables, con nueve biangulares, un triple y sacó seis pelotas del parque. Fletó 29 carreras y anotó en 27 ocasiones. No solo su tiempo de juego disminuyó considerablemente, sino también su línea ofensiva, pues pasó de .287/.325/.391 en 1984 a .257/.305/.380 en la citada campaña.
En noviembre de ese año, Detroit lo cambió a los Atléticos de Oakland por Dave Collins, pero ni siquiera jugó con el equipo grande y fue despedido en marzo de 1986.
Mientras encontraba otro trabajo en el mejor béisbol del mundo, se fue a México a jugar en la pelota mexicana. En 1988, estampó su rúbrica en un contrato con los Rangers de Texas y solo participó en 30 duelos: .194/.239/.226. Fue lo último que vio Garbey de las Grandes Ligas.
Desde su retiro se ha mantenido ligado a este deporte cumpliendo rol de instructor de bateo en diferentes ligas.
De hecho, en 2018 fue nombrado hitting coach del Danville Braves, club de los Bravos de Atlanta en la liga de novatos.