Por Gian Franco Gil
Una Liga Élite que de «élite» tiene muy poco. Otra derrota en un evento internacional. Problemas logísticos en el campeonato cubano. Estadios de béisbol que se encienden para espectáculos no deportivos. Esos son algunos de los problemas relacionados al «pasatiempo nacional» en las últimas jornadas.
Desde el pasado 20 de noviembre, el torneo cubano de béisbol, principal evento deportivo en el país, pasó a un segundo plano ante la amplia cobertura de los medios de difusión masiva por la celebración del Campeonato Mundial de Fútbol en Catar 2022.
La transmisión en vivo de los desafíos durante los últimas jornadas del mes anterior y los primeros días de diciembre, se convirtieron en un producto exclusivo, solo al alcance de los usuarios con acceso a los canales digitales en alta definición de la televisión cubana.
Además, el horario de juego en Cuba coincidió con el último choque del certamen mundialista, poniendo a escoger al público antillano entre un evento sin alicientes, falta de espectáculo; con el torneo más esperado del año, seguido por cientos de millones de personas en todo el planeta.
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El resultado de la falta de organización, la ineficiente planificación estratégica, de no ubicar «la pelota» en el lugar que merece una disciplina patrimonio nacional, se vio reflejado en la discreta asistencia de aficionados el pasado 10 de diciembre al estadio «José Antonio Huelga» de Sancti Spíritus.
Solo 40 personas llegaron a la sede yayabera de Ganaderos, en la que enfrentaron a Centrales, según datos ofrecidos por la página oficial del evento. Un duelo con la presencia de uno de los ídolos de la provincia; Frederich Cepeda. El máximo jonronero de la campaña: Yordanis Samón y la actuación del estelar Fredy Asiel Álvarez.
«Lo que mal empieza, mal se desarrolla y mal acaba», es una frase que escuchan la mayoría de los cubanos desde que son niños. El proverbio popular se aplica a la cuestionada Liga Élite, que comenzó sin la aprobación de los aficionados, incluso sin el visto bueno de parte de la prensa en la Isla.
Intentando imitar las otroras Series Selectivas, los funcionarios se aventuraron a crear un evento similar, pero olvidaron encontrar «el gancho». Lo que atrapaba de la Serie Nacional es que cada aficionado atesoraba un cariño especial por un equipo, ya sea el de su provincia, el que vio jugar primero o el que le inculcaron sus antecesores, pero ya tenía un sentido de pertenencia.
Seis equipos conformados por ubicación geográfica, nombres impopulares, los jugadores más talentosos saliendo a contratos. Retraso en la entrega de los uniformes, mala alimentación. Dificultades para gestionar la transportación de los jugadores y árbitros, son algunos de los problemas que alejaron a los seguidores de la pelota de los estadios.
También, una Copa del Caribe a la que asistió un equipo nacional en calidad de invitado y acaparó algunos de los principales talentos de la campaña. Así, evidentemente, resulta muy difícil lograr la atención del respetable, que tiene en su poder la oportunidad de valorar y criticar todo lo relacionado con el «pasatiempo nacional».
Cuba participó en el evento en Bahamas con el objetivo de «lavar su imagen» en este 2022. De propiciar un inicio internacional «fácil» para Armando Jhonson, quien será el encargado de dirigir la escuadra cubana en el V Clásico Mundial de Béisbol, pero una vez más el plan falló y terminó ocurriendo otro fiasco o, más bien, lo que nos tienen acostumbrados en la última década.
Hasta dónde ha llegado Cuba? Hasta cuándo nuestros jugadores van perder con las quintas o sextas versiones de los equipos que enfrenta. Sí, porque ese equipo de Puerto Rico que los derrotó en par de oportunidades y se coronó en la final, no enseñó ni siquiera lo mejor de su liga doméstica.
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Pero, incluso, en los escenarios de análisis más complejos, perder siempre será una opción. «Un juego lo gana y lo pierde cualquiera», se podría hasta justificar. Lo que es imperdonable es que enciendan las luces de un estadio de béisbol para acoger un concierto «multitudinario».
Según reportes del colega Boris Luis Cabrera en su cuenta de la red social Facebook, las autoridades de Sancti Spíritus encendieron el alumbrado de su estadio de refrencia para acoger un concierto nocturno de gran convocatoria, justo el día que fueron solo 40 espirituanos a ver el desafío de béisbol correspondiente a la Liga Élite.
Inexplicable. Sí. No tiene otro calificativo. Día tras día se repite el discurso de que los estadios no se encienden para contribuir al ahorro de energía. Por ello, los peloteros juegan en condiciones casi inhumanas, bajo el inclemente Sol del Caribe, en un horario que no favorece la asistencia de público.
La pelota cubana «tocó fondo». No puede descender más. No sería justo para los que con sus batazos, fildeos y lanzamientos escribieron la historia. Pasajes llenos de gloria, de títulos, de victorias, de momentos felices. El béisbol cubano necesita un cambio radical. Necesita nuevas visiones. Necesita una «cabeza pensante» y un «brazo que ejecute» distinto. Es momento para la transición. Estamos a tiempo de salvarlo.