Por Alexander García Milián
Es una tensión extrema que parece presionar a más no poder; una tensión que estresa a todos y entonces así a lo Hithckoc, el ambiente se inunda de suspense y regresan las pesadillas, todos los temores, las peores dudas; con el juego en la mano, a tres out de la victoria, a punto de recoger los bates, sale Frank Luis Medina a relevar y… ¡Pumm!; los rostros hasta entonces alegres, los rostros comienzan a compungirse.
En el debut de la selección cubana dentro de la Liga Can-Am; el triunfo llenaba de esperanzas a todos, nos cambiaba el ánimo, nos revitalizaba; de pronto… los demonios, todos, los peores demonios emergieron y formaron su aquelarre, su noche de Walpurgis y esa nube negra que pende sobre nuestro béisbol volvió a estar presente.
Ya con el paso de los días, los buches amargos comienzan a digerirse mejor, los sentimientos encontrados vuelven y la fe se pierde una vez más; la cara de nuestra pelota está ahí, en la dinámica de ese elenco que disputara sus varios juegos en tierras canadienses, como parte de su preparación rumbo a los Panamericanos.
La asistencia a la Liga Can – Am, fue algo que se luchó con fuerza, se hicieron gestiones por todos lados y al final se logró el objetivo. Todo quedó como la gran proeza, la faena titánica, el logro cimero, antes de ese primer partido la ansiedad estaba disparada, queríamos ver- bueno conocer siquiera el resultado- y la bomba no pudo ser peor.
Un equipo cubano que fue a la altura en México, que lleva tiempo preparándose, sobre el cual se ha hecho toda una campaña propagandística increíble, un equipo que es una papa caliente, que ya sin anunciarse era un problema y cargaba consigo todas las culpas, las culpas de unos doce años diría, las culpas de la mala cara, de las derrotas de siempre.
Cuando esperábamos que de una vez todo sería diferente, al final, cuando nadie lo esperaba, cuando Anglada con su parsimonia, con esa calma que se vuelve gélida con el paso de los segundos trataba de simular pero se moría de ganas de obtener el triunfo; al final la derrota no pudo ser peor.
Aún queda tramo por andar en la competencia, quedan también los juegos con Estados Unidos y Nicaragua; pero señores, la imagen de nuestro equipo, de la selección cubana no irá más allá de su límite y este no es un secreto para nadie, está ahí, estuvo ahí cuando Ottawa ganó el juego y nos bajó del cielo, por enésima vez.
Al mirar hacia los Juegos Panamericanos, ver a Canadá, a Nicaragua, a Puerto Rico, México y a Dominicana, realmente no siento que el oro- para lo que está el equipo Cuba- no siento que el oro sea un hecho; en uno de esos conjuntos, quizás entre canadienses y boricuas este el verdugo de Cuba; nuestro nivel, el de hoy, no da para más.
Nos vemos a la vuelta.