ARCHIVOS SECRETOS: Eulogio Vilanova: «Los Metros estábamos desamparados»

Por Alexander García    La historia de Eulogio Vilanova está ligada de todas las maneras posibles a la historia del otrora segundo equipo de la capital en las Series Nacionales: Metropolitanos. Son dos, tres, tantas historias, historias tristes en la pelota cubana. Y es que cuando uno menciona el nombre Metropolitanos, un halo fantasmagórico empieza […]

Por Alexander García

   La historia de Eulogio Vilanova está ligada de todas las maneras posibles a la historia del otrora segundo equipo de la capital en las Series Nacionales: Metropolitanos. Son dos, tres, tantas historias, historias tristes en la pelota cubana. Y es que cuando uno menciona el nombre Metropolitanos, un halo fantasmagórico empieza a merodear todo.

   Ahora mismo, al escribir, reflexiono, y me doy cuenta que tal parece no haber existido nunca un equipo así en las Series Nacionales, sin más, un día X, un sesudo o varios sesudos, decidieron sacarlo del mapa y aquí quedó todo.

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   Unos hablan que la maldición llegó después de aquel año 1996, cuando casi medio equipo de Industriales se quedó en México; otros ven el porqué en la mala suerte que impuso el destino; algunos hablan de un antes y un después: primero la paridad, luego el abuso y la mezquindad.

   Hace veinte años la suerte pudo cambiar, para muchos fue así; cuando las imágenes de aquel memorable duelo de postemporada entre Metros e Industriales comienzan a fluir en YouTube o en la televisión, es imposible no emocionarse, fueron grandes, todos fueron grandísimos, inmensos diría.

   «Estuvimos a punto de ganar, después del segundo partido lo creímos, pero la afición quería comerse al equipo; tal parecía que los Metros no eran de la capital, aquello fue muy desagradable y aún lo recuerdo; de hecho, pienso que es el peor momento de mi vida en el béisbol», alega Vilanova, mítico manager de Guerreros Rojos de comienzos de siglo.

   Las palabras fluyen lentas, parecen bien pensadas, guardadas como esperando el mejor momento para ser dichas y es que el vacío informativo de los medios nacionales ha sepultado en el olvido a la figura de Eulogio Vilanova.

   Para conocer más sobre su vida, facetas poco conocidas, instantes guardados con celos que trascienden los momentos de glorias y todo el trabajo pasado en pos de lograr algún resultado, SwingCompleto se acercó a su figura.

   «En la pelota cubana se pasa mucho trabajo; es demasiado sacrificio para tan poca retribución. Puedes lograr resultados poniéndole ganas, pero las condiciones no son las idóneas; la falta de atención, la escasez de implementos, el tema monetario son aspectos fundamentales. Los peloteros tienen calidad tanto como los entrenadores, eso está probado internacionalmente, pero cuesta demasiado. Yo  mismo siempre tuve resultados, desde las categorías juveniles, pasando por campeonatos provinciales y la Serie Nacional, ¿y qué?», refiere Vilanova sobre su visión de la pelota en Cuba.

  Con esa interrogante da una sensación de hastío atroz; hace una pausa de unos segundos y a propósito agrega que «cuando yo empecé allá en Camagüey, el béisbol era otra cosa, había más amor, más interés, se pasaba trabajo igual, pero la mentalidad era diferente, más positiva; después, de a poco, todo fue cambiando para peor».

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   Metros ya está seguro; La “Garra Roja” va por más; Historia: ¡primer KO con madera!; El Latino se tiñó…! de rojo!; Metros y Granma se crecen-, hace veinte años eran estos los titulares beisboleros en las principales páginas deportivas del país. La estampa de Metropolitanos le hacía sombra al mismísimo campeón nacional para aquel entonces: Santiago de Cuba, incluso, ese primer nocaut fue en el Latinoamericano ante Industriales; Eulogio Vilanova estaba allí, estaba en todo, era el ideólogo de aquello que asombraba a toda Cuba.

   Cuando uno lee la impresión emerge por sí sola, pues en un momento donde existía excelente nivel los Metros lograron colarse en la élite, pero al mirar los hechos y leer historias de los protagonistas nos percatamos de que en verdad fue una gesta…

   «Nosotros estábamos desamparados como aquel que dice, pues todo el apoyo en La Habana era para Industriales, todo; teníamos que inventar cada día, ser inteligentes, hablarle siempre a los peloteros, motivarlos, casi siempre negando la cruda realidad: el alojamiento, las condiciones para entrenar, la alimentación; era difícil, pero siempre supimos reponernos y salir adelante, hasta colarnos entre los mejores», acota.

   A su vez destaca que «siempre conté con entrenadores preparados que sabían tocar la fibra del atleta e impulsarlo a sacar lo mejor, gracias a ellos, tuvimos los resultados».

   Casi toda esa generación dorada que ganó con Rey Vicente Anglada en 2003, 2004 y 2006, empezó en los Metros; díganse nombres como Rudy Reyes, Alexander Malleta, Yoandry Urgellés, el olvidado Bárbaro Cañizares, por solo citar a algunos.

   En este momento las palabras retumban como mazazos y otra vez volvemos al punto neurálgico: aquel playoff de hace veinte años:

   «Las imágenes están ahí, aquello fue a estadio lleno, Industriales el gran favorito, la mayoría de sus jugadores eran estrellas, el público estaba a su favor. En resumen, nosotros teníamos todo en contra; éramos un equipo joven, con deseos de triunfar, pero igual parecíamos extranjeros en nuestra propia casa», sentencia.

   Eulogio añade «ganamos dos seguidos, recuerdo aquel juegazo de Rene Espín; no obstante, lo que más fresco tengo en la mente es cuando después del segundo partido, la gente quería matarnos afuera del estadio, fue muy penoso aquello».

   Después de aquella Serie Nacional, Eulogio Vilanova dirigió por dos temporadas más y luego salió del país. La desilusión emerge y por su propio peso pretende manejar los hilos de la conversación, pero no, Vilanova confiesa su amor por la familia, a la cual otorga todo el mérito por sus logros:

   «Mi familia es todo para mí, nos llegó el sorteo y decidimos salir hacia Estados Unidos, acá estamos y yo sigo haciendo lo que me gusta, siempre vinculado al béisbol, pues entreno a muchachos jóvenes» alega.

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   ¿Es un hombre feliz?- suelto la pregunta; Vilanova medita y entonces responde: «Sí, seguro. Trabajo en lo que estudié y lo hago rodeado de mis seres queridos, ¿qué más puedo pedir?».

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