«Ni Padilla ni Anglada me valoraron», declaró expelotero habanero

Por José Alejandro Rodríguez  En el deporte han existido múltiples ejemplos de atletas con enorme talento y condiciones pero que, por diversos factores, entre ellos la mala suerte, han quedado a las puertas de un estrellato pleno. Eso no ha solo ha sido algo habitual, sino que se mantendrá como un componente inseparable incluso de la vida en general.  Uno de esos […]

En el deporte han existido múltiples ejemplos de atletas con enorme talento y condiciones pero que, por diversos factores, entre ellos la mala suerte, han quedado a las puertas de un estrellato pleno. Eso no ha solo ha sido algo habitual, sino que se mantendrá como un componente inseparable incluso de la vida en general. 

Uno de esos casos de desdicha constante es el del torpedero capitalino Roberto Carlos Ramírez Puente, con quien Swing Completo dialogó sobre una gama de temas sugerentes y amargos en grado superlativo donde se incluye su tormentoso inicio dentro de las Series Nacionales. 

«Mis inicios en la pelota cubana al máximo nivel no pudieron ser más difíciles. El primer golpe fue la muerte de mi madre nada menos que un mes antes de hacer mi debut con Industriales (2004-05). Fue muy complicado para mí sobrepasar ese problema ya que anímicamente su pérdida me afectó mucho en los entrenamientos para el campeonato y después en los primeros partidos donde yo estaba todo el tiempo en el banco», comenzó diciendo. 

Roberto Carlos llegó a las Nacionales precedido de un gran rendimiento en la Liga de Desarrollo con el equipo Capitalinos, tanto en el aspecto defensivo como por sus habilidades como bateador habilidoso tanto a la zurda como a la derecha, finalizando con average por encima de 400 en una lid donde terminó como tercer bate de su plantel tras haber empezado como noveno. Era su primera gran competencia después de haberse saltado todo el proceso habitual de EIDE, ESPA y eventos nacionales en las diferentes categorías inferiores. 

«A pesar de lo que hice en la Liga de Desarrollo yo sabía que me iba a costar mucho trabajo jugar regular pese a que ese primer año yo estaba muy bien físicamente. Pero hay cosas que la gente no sabe, como que decían de mí que yo no servía, que era un muerto, y en realidad dentro de la dirección y parte de los jugadores del equipo no hubo el respaldo suficiente. Mi situación era bien delicada y no pensaron en eso, de que era un novato que había perdido a su madre recientemente es sabido que la mente no va a estar bien al 100 %», continuó diciendo el oriundo del barrio “El Fanguito” en el municipio capitalino de Plaza de la Revolución.  

Más adelante confesó que la dirección de los leones liderada por Rey Vicente Anglada no hizo lo que debía y después que cometió dos errores lo mandaron para la reserva como desechándolo según su propia opinión, cuando apenas tenía doce veces al bate sin haber acumulado jamás dos turnos seguidos. 

En 2005-06 Ramírez Puente fue transferido a Metropolitanos bajo la batuta de otro ex segunda base, Juan Padilla, con quien después de arrancar como dueño del campo corto afrontó varios obstáculos para mantenerse en la posición.  

«Esa fue otra serie difícil, porque además de una lesión que tuve calentando antes del juego, no hubo un buen tratamiento por parte de Padilla que generó en una tensa situación y hasta discusiones con todo el cuerpo de dirección. Yo pensé que hasta brujería me había echado y eso me llevó a perder un poco de terreno. Al final terminé jugando sin una actuación extraordinaria, pero en realidad terminé mejor de lo que empecé». 

Para la temporada 2006-07 el sobrino de uno de los torpederos icónicos de la pelota cubana, Rodolfo Puente, fue desestimado por los dos equipos de la capital después de un rendimiento entre Serie Provincial y entrenamientos para el certamen nacional que se vio disminuido en comparación con los dos años precedentes. 

«Sé que estuve mal, pero yo cabía en cualquiera de los dos equipos por el hecho de que, sin mencionar nombres por una cuestión ética, yo era mejor que casi todos los de mi posición que fueron elegidos. Igual tampoco podía reclamar demasiado porque no estaba en mi mejor momento y aquello sirvió para ponerme más para las cosas y trabajar en función del siguiente año. Así lo hice en un gimnasio del Vedado donde hasta ejercicios aerobios incluí. Luego tuve una gran Provincial con el apoyo de un tremendo conocedor como lo es el torpedero Tony González, que influyó a que yo mejorara mi actuación para volver a caer en el Industriales de Anglada», dijo el exjugador. 

El retorno del que habla Roberto Carlos se produjo en la campaña 2007-08, en la que volvió a encontrar dificultades para ser el regular del campo corto. De antemano tenía en su contra que habían pasado de Metropolitanos al segunda base Yosmani Guerra con el objetivo de convertirlo en el torpedero regular de los azules. 

«Tuve que hablar con la dirección sobre el por qué no podía jugar más, siempre sin faltar el respeto a los entrenadores. No tuve casi participación, pero sí recuerdo una noche que se evidenció que yo merecía más de lo que se me había dado. Me acuerdo que jugábamos contra Sancti Spíritus en el estadio Latinoamericano repleto de gente, y después que sentaron a Guerra porque no había corrido me pusieron a mí, algo que aproveché para demostrar mi calidad. Cuando Anglada empezó a buscar yo enseguida saqué la cabeza como diciéndole que acabara de ponerme, y cuando salí al terreno lo hice muy bien». 

Ramírez prosiguió recordando lo acontecido al día siguiente que figura entre sus momentos más especiales como pelotero. «Fue una noche mágica en el siguiente partido que me hizo hasta llorar cuando llegué al hotel. Se me dieron las jugadas, tirándome para un lado y para el otro, bateando un triple importante que hizo que el público aclamara mi nombre mientras que la dirección estaba como sorprendida por lo que estaba pasando, como si se enteraran en ese momento lo que tenían en el dogout. Aquello cambió por completo la visión hacia mí, porque ya no era como antes que me tenían ahí como uno más por si alguien se lesionaba. Pero todo eso fue una batalla por las tantas veces que me molesté y tuve que hablar», agregó. 

El talentoso expelotero reconoció la falta de confianza y reconocimiento que lo acompañó buena parte de su estancia en Industriales, tanto en la etapa de Anglada como la que vendría posteriormente con Germán Mesa al frente de los leones, tema que abordaremos en otra ocasión por lo delicado y extenso del mismo.

«Yo en Industriales merecí más de lo que tuve y es una pena que la gente desconozca muchas cosas porque hay quienes hablan por hablar sin saber lo que pasa internamente. Por eso aprovecho esta entrevista para aclararle a los que dicen sin conocer que yo no pude destacarme más por motivos ajenos a mí, y es muy difícil jugar sabiendo que no tienes el soporte de la dirección. Realmente es muy difícil», dijo el recién retirado atleta que emigró de Cuba en 2012 y que actualmente vive en la ciudad norteamericana de Tampa. 

Si bien la época abordada aquí tuvo matices llamativos, los años más importantes llegarían desde que en 2009 su nivel de juego lo llevó a la élite de la posición dentro del béisbol cubano. Fueron muchas las situaciones y momentos importantes que merecen un aparte con uno de los peloteros que mejor representa lo que es tener talento y ser víctima a la vez de la mala suerte. No solo porque lo diga él mismo, sino por los que conocieron de cerca su carrera súper compleja dentro y fuera de Cuba.