Por Pablo Pichardo.
Desde el mismo instante que la Comisión Nacional de Béisbol designó a Rey Vicente Anglada al mando del equipo Cuba para los eventos que se avecinan en esta temporada, y éste puso la condición de seguir dirigiendo a los azules, los aficionados capitalinos, envueltos en una especie de euforia colectiva, no pudieron predecir el futuro.
Hace solo unos días la preselección del equipo más ganador en series nacionales, comenzó sus entrenamientos en los predios del Changa Mederos de la Ciudad Deportiva y “El rey” apenas es un título simbólico al estilo de las más viejas monarquías europeas.
Ocupado en otros menesteres no menos importantes, Anglada ha dejado a su tropa a merced de la poca capacidad de mando de otros, mientras su “mano derecha”, Benito Camacho, también anda ausente por tierras mexicanas.
Sin agua, sin almuerzo, y sin transporte; los preseleccionados se reúnen cada día bajo ese sol despiadado de mayo para hacer sus rutinas diarias mientras se van amontonando unos sobre otros los problemas y las vicisitudes. Entre el descontento y el desgano, muchos susurran el nombre de Víctor Mesa y recuerdan, carácter aparte, sus gestiones fructuosas para garantizar el buen funcionamiento de los entrenamientos y las necesidades particulares de los atletas bajo su mando.
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Muchos criticaron al polémico director, apaleándolo como un cristo redentor cuando no pudo alzarse con el campeonato, pero pocos recuerdan sus peleas diarias con cuanto organismo tenía que ver con la logística para que sus discípulos tuvieran cubiertas las necesidades mínimas requeridas para poder rendir al máximo en el terreno de juego.
Ahora, una tropa disuelta al garete sin una autoridad de prestigio al frente, se irá marchitando con el paso de los días, ahogada en las necesidades. Los directivos del deporte suspiran y se quitan la soga del cuello, mientras siguen sumando lo que restan.
“El rey” no está ni estará presente en los próximos meses. En su mente, topes con profesionales mexicanos y con estudiantes norteamericanos, liga Can-Am, juegos Panamericanos y Premier 12; le hacen hervir las neuronas y ponen en juego su prestigio como timonel.
El fantasma de Víctor Mesa renace y se agigante en la mente de los sufridos peloteros que comienzan a ver como una quimera las aspiraciones de ganar el próximo torneo doméstico bajo esas condiciones adversas. Pocos tienen ese don de la ubicuidad y la omnipresencia, ni tienen en sus manos ese mando a distancia que solía tener el otrora estelar del jardín central.
¿Cuál es el futuro de Industriales? No tenemos la respuesta.