Por Pablo E. Díaz
En el año 2003 surge la idea, en conversaciones con el árbitro boricua, Carlos Rey, amigo de Cuba y su béisbol, de crear una Escuela Nacional de Arbitraje, donde se formaran de manera integral los jueces que posteriormente impartirían justicia en el Campeonato Cubano.
El planteamiento germinó a raíz de los Juegos Panamericanos de Santo Domingo. Por esa época el responsable de reglas y arbitraje de la pelota cubana, era el destacado árbitro Luis César Valdés con quién un equipo de Swing Completo conversó para conocer detalles al respecto.
“Luego de varias conversaciones y una previa coordinación, se hizo realidad el sueño anhelado por la familia del arbitraje cubano. Lo primero era buscarle un nombre y posteriormente determinar la sede del proyecto. Decidimos que se llamara Rafael de la Paz y que radicara en la ciudad de Santa Clara”, expresó.
Con obvio resentimiento el otrora destacado árbitro comentó que “luego de varios años cosechando frutos, de buenas a primeras sin explicaciones lógicas –casualmente coincidió con mi retiro- y cuando mejor estaba funcionando, dejó de existir, manifestándose así, una vez más, la indolencia y la falta de tino de la Comisión Nacional de Béisbol (CNB ) y las autoridades deportivas en la Isla, las cuales han hecho todo lo posible por destruir cada una de las estructuras, que en un pasado no muy lejano, aseguraban la calidad del mayor espectáculo sociocultural del país”.
“En los primeros cinco años, la escuela no recibió el apoyo financiero de ninguna institución deportiva del país, funcionaba gracias a las autoridades gubernamentales de la provincia Villa Clara, a pesar de ser esta un centro de interés nacional y debía ser priorizada por el INDER”, acotó.
Con frecuencia, en estadios, peñas deportivas, espacios públicos y hasta por nuestros narradores y comentaristas deportivos, escuchamos como se critican y hasta se ofenden a esos hombres que desempeñan una labor, que muchos no tienen el valor de asumir. Solo pocos son capaces de analizar un poco más allá y razonar, por qué nuestros umpires han mermado tanto su calidad.
Algunos, sin faltarles razón, alegan que son humanos y bastante bien lo hacen para el mísero salario que devengan por tan ingrata labor. Esos son algunos de los elementos, aunque no son los únicos, que tienden a “tirarle la toalla” a los hombres de negro.
Sin embargo casi nadie se pregunta: ¿dónde se forman y cuáles son las condiciones que enfrentan hoy los árbitros que trabajan al más alto nivel del béisbol cubano?
En estos tiempos son escasos los cursos de capacitación que se llevan a cabo y aquellas grandes figuras con prestigio probado dentro y fuera de Cuba, fuente de donde los menos experimentados se nutrían de experiencias y conocimientos, ya no están entre nosotros.
Antes nuestros jueces poseían dominio amplio y certero de las reglas, eran verdaderas instituciones y aunque jugadores y managers, protestaban igual que en la actualidad, existía un mayor respeto y las inconformidades con sus decisiones eran menores.
En décadas anteriores pasaban el año entero en los terrenos, por el sencillo hecho que se jugaba mucho béisbol en Cuba, en todas las categorías y niveles. Esto les daba la posibilidad a los jóvenes de desarrollarse y enfrentar, a diario, las distintas situaciones que se le presentan a un oficial dentro del diamante.
A pocos les preocupa, en la actualidad, las condiciones de transportación y vestuario de nuestros jueces, por solo mencionar dos elementos vitales para la presencia de un cuerpo arbitral en un terreno. ¿Cuántas veces se ha hablado sobre la necesidad de crear en nuestro béisbol, un sindicato que defienda sus intereses, como sucede en todos los campeonatos serios de béisbol en el mundo?
La comisión regula, dispone y sanciona a su antojo; amén de presiones y conveniencias sin que nada suceda. Sencillamente no se puede ser juez y parte, la cadena siempre revienta por el eslabón más débil.
En el diálogo el ídolo de San Juan de los Yeras, en el municipio villaclareño de Corralillo, lamentó, como en otras oportunidades lo ha hecho públicamente, la desaparición de la Escuela Cubana de Arbitraje y responsabilizó a la CNB en tal sentido.
“Muchos de los que hoy son jefes de grupos, como Jorge Nieblas, Yanet Moreno, Juan de Dios León, Omar Peralta y otros jóvenes talentosos como Yordanis Gómez y Luis Daniel del Risco fueron graduados de esa escuela. Un árbitro, además del dominio de las reglas, debe estar dotado de herramientas de comunicación, ética y ser, sobre todo, un formador de valores”, sentenció.
Este robusto y prestigioso umpire que trabajó en 27 Series Nacionales y llevó las riendas del arbitraje cubano durante 13 años manifestó también que “hoy algunos amigos me comentan sobre la calidad actual de nuestro arbitraje. Yo sinceramente no tengo el valor de criticar a unos muchachos a los cuales se les ha negado el derecho de contar con una academia para su formación y desarrollo; en primer lugar por ética, y segundo, porque en mi opinión, lo hacen muy bien teniendo en cuenta las condiciones que les ponen a su disposición”.
“Por suerte hoy en día existe el “replay” en los juegos donde está la televisión y en los playoffs eso está asegurado, este es un elemento que les ha servido para su autosuperación, mi generación no tuvo esa suerte”, sonríe con picardía Luis César.
Cuba siempre contó con extraordinarios profesionales del arte de impartir justicia, desde Raúl “El Chino” Atán, Bernardino Rodríguez, José María “Kiko” Magriñat, y un poco más cercano en el tiempo el fenomenal, Amado Maestri, miembro del Salón de la Fama del Béisbol Cubano (2014).
Maestri fue uno de los pocos que actuó en la Liga Profesional Cubana y en los torneos domésticos inaugurados el 14 de enero de 1962; muy popular por su recio carácter y personalidad a toda prueba, dueño de una autoridad única dentro del campo.
En Series Nacionales recordamos a varios de una calidad extrema, Alfredo Paz, Iván Davis, Nelson Díaz, Omar Lucero, Belén Pacheco, Raúl Hernández y muchos otros que iniciaron el camino y nunca pensaron, que a estas alturas, hubiésemos retrocedido tanto.
Muchas veces escuchamos que entre los elementos fundamentales para que un juego de béisbol se lleve a cabo está la presencia de los imparciales; en otras ocasiones se comenta que la calidad de una liga determinada está, fundamentalmente, centrada en la calidad de su cuerpo arbitral. Sencillamente nuestro arbitraje es hoy, un fiel reflejo de la triste realidad que vive la pelota en la Isla.