Eulalia “Viyaya” González: Pionera que rompió las barreras del beisbol

Carlos David Rojas

MLB

"Viyaya" González fue la primera niña —sí, niña— que jugó béisbol competitivo entre hombres en Cuba.

Eulalia González

En una tarde calurosa del desierto, recibí un mensaje de mi amigo Graig Kreindler, el artista que pinta el béisbol como si atrapara la memoria en el aire. “Hey Carlos, ¿conoces esta imagen de Eulalia González?”, me preguntó, adjuntando una foto que algunos databan erróneamente en 1960.

Le respondí al instante. Sí, el nombre me era familiar; la foto era de mediados de los 40 por el diseño y estilo del uniforme. Algo había leído sobre ella y su equipo, el Deportivo Tacón durante los años 1943-1948. Fui a mis archivos, escarbé en los silencios de la historia y lo que encontré fue un puñado de pistas que bastaron para desenterrar una figura inmensa y olvidada. Entre recortes y relatos, emergió la historia de una adolescente que había desafiado el tiempo, las reglas y el olvido. Comprendí que su historia no podía permanecer en las sombras.

Eulalia «Viyaya» González fue la primera niña —sí, niña— que jugó béisbol competitivo entre hombres en Cuba. Años más tarde, se convertiría también en la primera mujer cubana en firmar por un equipo profesional de los Estados Unidos. Estas dos hazañas no solo definen su carrera, sino que exigen que su leyenda sea contada desde el principio.

Eulalia González

Una mujer en un juego de hombres

Con solo 13 años, «Viyaya» se convirtió en titular del equipo de béisbol varonil infantil del Deportivo Tacón en enero de 1943. En el corazón de la Plaza del Vapor de La Habana, esta “chiquilla”, que jugaba desde los 11, se transformó rápidamente en una sensación. Defendía la primera base con una seguridad inaudita y se medía sin complejos contra los varones, atrayendo multitudes que querían verla jugar. Muy pronto, su nombre se convirtió en leyenda de esquina en esquina.

Incluso gracias a su fama, el equipo consiguió patrocinadores para confeccionar sus elegantes uniformes. El 24 de enero, tras una victoria 9×6 sobre el Deportivo Cano, las crónicas deportivas ya destacaban su actuación, confirmando que había nacido una estrella.

Su impacto en el equipo era innegable. Un mes más tarde, fue nuevamente titular en la victoria 16×15 contra las Estrellas del Mella. Bajo el nuevo nombre de Estrellas de Orozco, en honor a su director Ramón Orozco, el equipo se convirtió en una fuerza dominante. Con «Viyaya» anclada en la primera base, lograron un récord asombroso de 30 partidos ganados y solo dos perdidos.

Eulalia González

La prensa la bautizó como “un milagro del béisbol”. El periodista Celso Enríquez describió verla jugar como “una escena espectacular”, mientras que el cronista Elio Menéndez recordaba cómo la invitaban a las prácticas del Stadium La Tropical para que hiciera gala de sus potentes tiros ante la ovación de un público maravillado.

Aunque su fuerte era la defensa, al bate tampoco se quedaba atrás. Los lanzadores rivales, frustrados por su talento, no dudaban en recurrir al recurso más rudo: lanzarle pelotazos. Pero ella no se intimidaba; respondía con más coraje.

Cuando el Talento No Entiende de Géneros

Para 1945, «Viyaya» ya era sinónimo de expectación. Tras superar una breve enfermedad que la alejó de los diamantes, regresó para consolidar su leyenda. Ese año, el diario Hoy reseñó su participación en un torneo juvenil semiprofesional con una frase que la inmortalizó:

“Viyaya no puede jugar softball en los campeonatos femeninos porque se desenvuelve en el campo igual que los hombres. En la forma de enganchar los batazos, en sus tiros, en su corrido de bases… es idéntica a cualquier jugador que usted está acostumbrado a observar”.

Su fama era tal que, según relataban los rotativos de la época, sus exhibiciones defensivas antes de los juegos —en torneos tanto profesionales como semiprofesionales— se convirtieron en espectáculos por derecho propio, capaces de atraer a cientos de aficionados solo para verla mascotear en la inicial.

Eulalia González

El Salto al Profesionalismo de Eulalia González

La primavera de 1947 marcó un antes y un después. Durante la Serie Americana de Béisbol Profesional Femenina, celebrada en el Gran Stadium del Cerro ante más de 16,000 espectadores durante el encuentro inaugural, «Viyaya» fue convocada para reforzar a varios de los equipos participantes. Su nivel de juego y su temple no pasaron desapercibidos. Hay que acotar que fue la única cubanita en participar oficialmente en ese torneo integrada a los clubes americanos participantes.

Su actuación fue tan sólida que el equipo estadounidense South Bend Blue Sox, que la había contratado para la serie, le extendió una oferta para integrarla a su plantilla en Estados Unidos. El 30 de abril de 1947, la prensa cubana anunció la noticia. Días después, se confirmaba su traspaso a las Racine Belles, las campeonas de la All-American Girls Professional Baseball League (AAGPBL). El lunes siguiente, 5 de mayo, «Viyaya» partía rumbo al norte, abriendo un camino que luego seguirían otras pioneras como Ysora del Castillo, Mirta Marrero, Luisa Gallegos e Isabel Álvarez.

En uno de los sucesos más memorables de esa serie, el 3 de mayo, «Viyaya» fue alineada como lanzadora titular de una selección de Estrellas Americanas para enfrentar a sus compatriotas, Las Cubanas dirigidas por Octavio Diviñó. Brilló desde el montículo permitiendo solo dos hits y ponchando a doce rivales. Además, conectó dos imparables en un vibrante empate 5-5 que demostró el coraje y talento del béisbol femenino cubano.

Eulalia González

El Legado que No Debe Olvidarse

Impulsada por su calidad y renombre, «Viyaya» fue una figura clave en la fundación de la Organización Deportiva de Béisbol Femenino de la República de Cuba en septiembre de 1947. Su fama dio visibilidad y fuerza a un movimiento que comenzaba a resquebrajar el muro del mach*smo deportivo. Ella nunca pidió tratos especiales ni aceptó condescendencia; solo exigió respeto a través de su juego.

El tiempo, injustamente, ha intentado silenciar su nombre. No figura prominentemente en los libros de historia del béisbol. No tiene placas, ni homenajes, ni series de televisión. Pero Eulalia “Viyaya” González fue una pionera con todas las letras. La primera niña en competir de igual a igual con hombres y la primera cubana en firmar como profesional en Estados Unidos.

Fue, por encima de todo, una competidora feroz que redefinió lo posible para las mujeres en el diamante. Jugó cuando se suponía que no debía, lo hizo cuando pocos creían y compitió como los grandes. Es hora de que su nombre vuelva a ocupar el lugar que nunca debió perder: el de las verdaderas leyendas del béisbol. Y que inspire a cada niña que se atreve a pisar un diamante.

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