Fernando Tatis y 2 Grand Slams en un mismo inning, 26 años del récord imposible

Adrián Bonilla

El 23 de abril de 1999 fue una fecha que quedó grabada en la bitácora de los milagros: Fernando Tatis conectó dos grand slams en el mismo inning.

El viernes 23 de abril de 1999 fue una fecha que quedó grabada a fuego en la bitácora de los milagros: Fernando Tatis, antesalista dominicano de St. Louis Cardinals, conectó dos grand slams en el mismo inning, un logro que nadie había firmado jamás en los 150 años de historia de las Grandes Ligas.

Por algún capricho del calendario, el béisbol suele reservar sus capítulos más insólitos para las tardes anodinas de principios de temporada, cuando la gran mayoría de los aficionados todavía no ha desempacado la chaqueta de invierno.

El escenario de los hechos

El Dodger Stadium amaneció encapotado, con 46.689 espectadores que esperaban ver a Chan Ho Park prolongar su buena racha. Dodgers, líderes del Oeste para ese momento, recibían a unos Cardenales que navegaban en la media tabla de la Central. Tony La Russa, líder del banquillo, colocó a Tatis como tercero en el orden, detrás de Darren Bragg y J.D. Drew, y justo delante del temible y legendario Mark McGwire.

La joven pieza dominicana llegaba con cinco vuelacercas en la temporada, pero cargaba un discreto promedio de .238. Nada presagiaba tanta locura.

La locura con el primer palazo

Parte alta de la tercera entrada, Cardenales 2, Dodgers 2.

Chan Ho Park abrió el episodio golpeando a Bragg, Drew negocia boleto, McGwire cede el primer out con elevado corto. Las bases se llenaron tras sencillo de Willie McGee y Park, claramente fuera de ritmo, regala una base por bolas a Eric Davis: 3‑2. Es entonces cuando Tatis se instala en la caja de bateo con cuenta de 2‑0, Park sirve una recta tibia, al centro del plato y ¡BOOM!, la bola tomó la autopista del jardín izquierdo y aterriza 411 pies después, en la segunda fila de gradas. Grand slam. 7×2.

El estruendo apenas se apaga cuando La Russa ordena paciencia: “Sigan presionando”. Y los bates obedecen: Bragg conecta sencillo, Drew vuelve a caminar y McGwire recibe otro pasaporte intencional. El bullpen angelino permanece mudo: Davey Johnson, manager de Dodgers, confía en que Park encuentre la brújula.

Segundo gran slam

Misma entrada, dos outs, bases llenas otra vez.

Park ha permitido cinco carreras, pero Johnson lo deja acabar con las botas puestas. Tatis regresa al plato con idéntico guion: almohadillas repletas y el graderío incrédulo. Esta vez la cuenta llega a 3‑2. Park arriesga con una bola rápida arriba y adentro; Fernando Tatis gira las muñecas como un latigazo y la pelota sale despedida a 416 pies, más alta, más lejos, hasta perderse detrás del bullpen de Dodgers. Segundo grand slam.

El electrónico de anotaciones salta de 11‑2 a 15‑2. En ocho minutos, el dominicano remolcó ocho carreras y convirtió el estadio en un mausoleo.

Park abandona el morrito con la peor línea de su carrera: 2.2 IP, 11 C, 11 CL, 3 BB, 2 HBP y, sobre todo, dos cicatrices históricas. El relevista Jamie Arnold finalmente cierra la entrada, pero el desastre ya es irreparable.

Anatomía de un milagro

  • 1. Único en su especie: Antes del 23‑04‑99, sólo 12 jugadores habían sonado dos grand slams en un juego; ninguno lo había hecho en la misma entrada. Después de Tatis, nadie siquiera se ha acercado.
  • 2. Ocho impulsadas en un inning: Empató la marca de más carreras producidas en un episodio (compartida con Jim Bottomley, 1924).
  • 3. Velocidad de réplica: Apenas ocho bateadores y 28 lanzamientos separaron los dos bambinazos.
  • 4. Efecto mariposa: Sin esos grand slams, Park habría salido con un aceptable 3‑2 en contra; Dodgers quizá remontaban. San Luis ganó finalmente 15‑2 gracias al colchón de Tatis.

Curiosidades de la vida en ese 1999

Fernando Tatis cerró 1999 con 34 jonrones y 107 impulsadas, la mejor campaña de su trayectoria. Sin embargo, nunca volvió a generar el mismo estruendo. Las lesiones lo desdibujaron y el recuerdo quedó encapsulado en aquel tercer inning angelino que obligó a las pizarras a reciclar caracteres para mostrar un “15” imposible.

Al terminar el partido, un reportero le preguntó si comprendía la magnitud de lo que había hecho. Tatis sonrió, todavía con el sobre esfuerzo en la voz: “Tal vez mañana”. Veintiséis años después, seguimos intentando procesarlo nosotros. Porque el béisbol permite cualquier fantasía, pero casi nunca la repite. Aquella tarde de abril, Fernando Tatis escribió un renglón que parece blindado contra la tinta del futuro.

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