Por Yasel Porto
Luchó y luchó hasta que finalmente el cáncer logró anotar la carrera fatal este domingo 14 de junio, fecha que quedará con el dolor eterno en millones de fanáticos por apagarse la vida de uno de los receptores más trascendentales en 150 años de pelota cubana: Juan Castro García.
Operado en dos ocasiones entre 2019 y 2020 por un tumor en el hígado, su recuperación parecía bastante favorable hasta que esta semana tuvo una recaída que terminó siendo mortal al mediodía de este domingo. Su deceso se produjo a los 66 años en La Habana (Santa Fé, Playa), lugar al que se había mudado hace un tiempo.
Recientemente SwingCompleto tuvo acceso al mítico número 13 de los equipos pinareños y nacionales. Él aprovechó para enviarle un mensaje a la afición cubana con la esperanza de volver a encontrarse muy pronto con amigos y aficionados. También se había concertado la cita para cuando pasara la situación actual con el COVID-19 visitarlo y compartir un rato con alguien de excelente trato. Desgraciadamente esas promesas no se cumplirán. Por cierto, sus emotivas palabras constituyeron su última salida en público.
En conversación hace unos minutos con su biógrafo Juan Martínez Osaba, éste había hablado con “Juanito” por teléfono la semana más reciente diciéndole que no se sentía muy bien. Indiscutiblemente era un preámbulo de lo que sucedería poco después.
Es evidente, ni las operaciones ni el proceso de quimioterapia pudieron revertir la ofensiva de un tumor que ya a estas alturas había traspasado el límite del órgano al que había atacado en un comienzo. Es la incertidumbre que rodea esta enfermedad por muy temprano que se ataje.
Años atrás él había padecido de otras afecciones que habían hecho preocupar a su familia y a aficionados del béisbol, pero nada comparable a este proceso que termina de la forma más desagradable.
Castro nació el 31 de enero de 1954 en la capital, aunque días después fue llevado a su primer gran terruño de residencia como fue San Cristóbal, perteneciente en aquel momento a Pinar del Río.
Llegó en 1974 a las Series Nacionales y en ese nivel se mantuvo hasta su retiro oficial en 1991 junto a su gran compañero de batería Rogelio García.
Integró la mayoría de los equipos Cuba de aquel tiempo gracias una defensa extraordinaria que lo catapultó para la eternidad como uno de los enmascarados más destacados por la combinación de su brazo, inteligencia, conducción, elegancia y seguridad.
Ofensivamente no tuvo la misma trascendencia, pero se caracterizó por su oportunidad en momentos difíciles y por un poder que, si bien no estuvo a la altura de otros miembros de su poderoso equipo, fue uno de sus componentes a resaltar con el bate. Quizá su jonrón en la final de los Panamericanos de Caracas 1983 reluzca como su batazo más memorable dentro y fuera del país.
Después de brillar como cátcher tuvo muy buenos resultados como entrenador y manager, tanto con Pinar del Río y Sancti Spíritus como a nivel internacional.
Por voluntad familiar sus restos serán cremados, por lo que la despedida de la familia del béisbol será utilizando los diferentes medios de comunicación de que desde el momento en que se supo la noticia se han llenado de comentarios sentidos y homenajes de todo tipo. De todos modos, con el panorama actual de coronavirus tampoco se podía haber pretendido un adiós masivo.
A partir de ahora el 14 de junio tendremos el reconocimiento presente a dos grandes de la pelota cubana en sus respectivas funciones. Por un lado, el natalicio del periodista y comentarista deportivo Eddy Martin, y ahora, la desaparición física de quien al margen de polémicas de si fue o no el mejor de por vida en su posición, no solo fue uno de los grandes como receptor. Juan Castro fue más que un receptor brillante porque desde hace mucho se ganó la categoría de inmortal de nuestro béisbol.