Una vez más, el equipo Cuba de beisbol no cumplió con las expectativas que muchos aficionados del país depositaron en la novena nacional. La selección de la isla cayó este 17 de noviembre frente a la escuadra de Japón en la tercera edición del Premier 12 y perdió cualquier opción de clasificar a la Super Ronda.
Esta última presentación se saldó con la sonrisa de los asiáticos con marcador de siete carreras por seis, lo que le cerró definitivamente el camino a los de la isla. El representativo de Cuba llegó a este duelo con algunas esperanzas, después de su victoria ante la novena de Australia en la jornada precedente. Pero, ese sueño se rompió en pedazos.
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Las causas de la debacle fueron visibles desde la primera jornada, lo que convirtió cada desafío en una prueba visible que el beisbol en Cuba languidece poco a poco. Los resultados del último lustro son pruebas irrefutables que el deporte nacional necesita cambios radicales o la caída será aún más abrupta.
En primer lugar resaltó la actitud de la plana mayor del conjunto, encabezada por Armando Johnson. El lenguaje corporal del pinero se escondió siempre en gestos de pesimismo, lo que para nada es un ejemplo a seguir si se pretende irradiar a sus discípulos buenas vibras y deseos de triunfos.
Otro capítulo desafortunado para el equipo Cuba
Las decisiones de Jhonson y su equipo muchas veces estuvieron erradas y el propio manager lo reconoció. En este acápite resaltó la falta de previsión para extraer un lanzador en el momento preciso, lo que posibilitó varias carreras rivales. En los movimientos a la ofensiva ocurrió lo mismo, pues una y otra vez hubo peloteros con posiciones claves en el lineup que fallaron repetidas veces. Sin embargo, se mantuvieron inamovibles, lo que dañó la producción de anotaciones.
El nulo estudio del contrario es otro aspecto en el cual el equipo Cuba está a años luz del resto de los contrarios. La sabermetría, una herramienta tan eficaz en los tiempos modernos, pareció no importarle a los entrenadores de este combinado. Un ejemplo claro de la manera de actuar en dicho asunto se visualizó en los jugadores japoneses en el desafío ante los caribeños. Los del Sol Naciente se acercaron en disímiles oportunidades al especialista que les indicó la manera de comportarse ante cada pitcher cubano. Eso es ser un completo profesional, pero los antillanos carecieron de este plus.
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Desde el punto de vista deportivo se hizo evidente las carencias del pitcheo bajo el mando de Pedro Luis Lazo. A excepción de Yoennis Yera y Raidel Martínez, los demás serpentineros presentaron problemas graves con el comando de sus envíos. De igual manera, el pensamiento técnico táctico fue una deuda enorme en la labor de los lanzadores, los que en múltiples ocasiones no eligieron la mejor opción y fueron castigados.
Otra debilidad del equipo Cuba fue el bajo desempeño a la ofensiva de peloteros destinados a asumir puestos de liderazgo. La casi nula producción de Erisbel Arruebarruena y Ariel Martínez no ayudó en este empeño, más aún cuando ocuparon turnos de suma responsabilidad, como el quinto y sexto orden al bate.
El Premier 12 se incluyó en la larga lista de infortunios para el equipo Cuba. Mientras no se haga caso a las claras señales que lo hecho hasta el momento está mal, seguirán chocando con la misma piedra.
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