Por Alexander García Milián
Es 2013, marzo de 2013 y en Japón, Cuba va a por todo en el tercer Clásico Mundial.
El equipo antillano, dirigido por el hombre show, por Víctor Mesa, cuenta en sus filas con dos matanceros; Guillermo Heredia y José Miguel Fernández, ambos son regulares.
Las caras, las miradas, los pensamientos; Heredia, José Miguel, Víctor; Heredia es el primer bate de la selección, luego llega a la Serie Nacional y con Matanzas va a el banco, el delfín Víctor Víctor tiene que jugar y a Mesa no le importa más nada.
Entonces comienzan los problemas; Heredia en el banco, Víctor hace caso omiso, dicen por ahí que Guillermo explotó y tuvieron que sacarlo del Victoria; que quería romperle la cara al treinta y dos… En fin otra de esas tantas historias donde Mesa saca sus ínfulas de autoritario.
En los primeros Playoffs, Heredia se la daba a todo el mundo, la tomó con Sanctis Spiritus, con Ismel Jiménez, con todos, bueno, llegó a la selección nacional y ya saben… Desde las categorías juveniles Guillermo mostraba cualidades, solo era cuestión de tiempo.
De pronto Heredia como que desparece, muchos se preguntan aún…Se habla de esto y de aquello; cuando debuta con los Marineros en la MLB, pocos lo creen, pero es el, Guillermo Heredia, la promesa, el que debía ser estrella había llegado.
Ya poco importo lo de Matanzas, la prepotencia de Víctor, las piruetas y acrobacias de Víctor Víctor; las Series Nacionales, ya eso era agua pasada.
Pasan imágenes de buenas jugadas; lo mejor de los cubanos en la MLB, grandes fildeos, monstruosos batazos; Heredia en par de oportunidades saca pelotas de jonrón pasando su guante más allá de la cerca, atrapa otra cayendo hacia las gradas, la saca de línea por encima del monstruo verde en Fenway; no es fantasía señores, es la realidad.
Luego, hace unos meses, en República Dominicana, el matancero juega la LIDOM y da líneas a su antojo; – el grande es grande donde sea- me digo.
Ahora Heredia está casi seguro en el roster de su nuevo equipo, los Rays de Tampa Bay, se apresta para otra temporada en las Grandes Ligas, como uno de los consagrados, como ese negrito que allá en Matanzas, corría como un lince y le pegaba duro a la bola.
Hoy estimados lectores, es una de los hombres que pone bien alto el nombre de Cuba en el Big Show; el tiempo dirá, por ahora ha dicho bastante.
Nos vemos a la vuelta.