Ibar y las estadísticas DESMINTIERON la “multa” que todavía muchos siguen cobrándole

Por Yasel Porto

La carrera deportiva del extraclase exlanzador habanero José Ibar Medina estuvo adornada por múltiples momentos destacados. Las luces fueron mucho más protagonistas que las sombras que pudieran señalársele a un hombre cuyos resultados le bastan para luchar por el top 10 histórico de Series Nacionales entre pitchers derechos.

A nivel internacional hubo un solo tropiezo, el cual todavía hoy la trae cuestionamientos por parte de los más exigentes que buscan a toda costa la mancha para resaltar a otros cuando se entra en ciertas comparaciones. Y la crítica sobre Ibar no recae tanto en no haber pasado del primer tercio en aquel trascendental juego Cuba-Orioles de Baltimore efectuado en La Habana, sino en “haber equivocado su estrategia” contra uno de los bateadores rivales.

Así le señalaron en su momento varios periodistas y comentaristas deportivos, apoyándose en un pensamiento diferente que imperaba dentro del béisbol profesional y en especial las Grandes Ligas. Y detrás vinieron aquellos fanáticos que no tenían acceso a la información de lo que sucedía en la pelota más allá de la naturaleza interna.

Para ese grupo el jonrón de dos carreras que conectó el receptor norteamericano Charles Johnson fue a causa del “error” de Ibar en venir a marcarle a su oponente en cuenta de tres bolas sin strikes. Algo así como que todo bateador de Grandes Ligas hará swing si está en un conteo como ese y le tiran algo que esté en zona.

En intercambio que sostuve con “Cheo” hace algunos días en su casa de Florida éste me reafirmó no haberse equivocado en lo absoluto por aquel cuarto lanzamiento contra Johnson, que en realidad no era un hombre habituado a ese tipo de conexiones. No lo había sido antes cuando se coronó con los Marlins en la Serie Mundial de 1997 y tampoco mejoró después el aspecto de su frecuencia de batazos de vuelta completa.

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“Había mucha tensión con aquel partido, pero la tensión se terminó para mí cuando ya empezó el juego. Por tanto, yo no me sentí presionado. El jonrón fue uno de tantos que me dieron a mí”. Sobre si considera haberse equivocado por el envío realizado frente a Johnson se negó rotundamente a considerarlo así.

“Se habla mucho, incluso Héctor Rodríguez que en gloria esté, especuló mucho que si en la pelota los bateadores en 3-0 no le tiran a la bola y que los pitchers no deben venir a marcar. No sé de dónde se sacó eso porque no tiene nada que ver con la realidad de la pelota. El bateador que tiene posibilidades al bate cuando está por encima del conteo del pitcher si es un lanzamiento cómodo batea. No sé de dónde se manejó eso sobre que en la pelota profesional era diferente a lo que yo hice”.

Mas no quisimos quedarnos solo con la opinión de Ibar por mucho que esté en el derecho de tenerla junto con sus conocimientos sobre béisbol. Buscamos en sitios especializados en estadísticas más detalles como Baseball Info Solutions y Fan Graphs y los resultados fueron los siguientes.

En la temporada previa al histórico tope (1998), el mejor conteo para conectar jonrones fue el de dos bolas sin strikes. O sea, que de los 12 distintos tipos de conteo fue el de 0-2 el que recibió mayor castigo de los bateadores con un 36.3 % del total de pelotas sacadas del parque. Jonrones en 3-0 fueron apenas un 9.4 %.

Pero hurgando todavía más en los números fuimos a las bases por bolas para ver qué pasaba con el lanzador cuando ponía al bateador en tres bolas sin strikes. El 53 % de las ocasiones el cuarto lanzamiento caía en zona de strike y así evitaba caminarlo a primera base. Lógicamente que aquí se habla de strike sin contacto con la pelota, en los que el pitcher tuvo que hacer un nuevo envío ahora con el conteo en 3-1.

Un último parámetro importante fue el porcentaje de swing del bateador cuando en 3-0 el cuarto lanzamiento no terminó en bola. Quizá esto sea lo que más eche por tierra aquello de que Ibar no podía venir a marcarle a Charles Johnson porque en la pelota profesional nadie perdona eso.

El 72 % de los bateadores en esa temporada de 1998 recibieron strike con el cuarto lanzamiento cuando no fue bola. Solo el 28 % hizo contacto con la pelota en 3-0. Recuerden que hablamos solamente del envío número cuatro del lanzador sin todavía tener un strike a su favor y que todavía no quedó en base por bolas. La mayoría de las bases por bolas en la campaña mencionada no fueron con 3-0, sino con 3-1.

Con respecto al por qué tuvo que abandonar el juego tan temprano como el tercer inning, el oriundo del municipio santiaguero de Songo la Maya manifestó que hubiera querido seguir porque se sentía bien y pensaba que podía coger un segundo aire. “No tuve un buen inicio, pero ya luego acepté que viniera el compañero (Contreras) y lo hiciera. Pero me sentía con los deseos que me dieran un chance”, concluyó Ibar sobre el tema de aquel juego dominical en un repleto estadio Latinoamericano.

Es posible que ni con lo dicho por “Cheo”, incluso ni aún con estas estadísticas bien claras sobre el acontecer de la misma MLB donde jugaban Johnson y el resto de sus compañeros, varios se mantengan con su misma opinión de que el estelar exlanzador cubano tenía que haber tirado otra cosa. Es lo típico de los análisis resultistas, en los cuales como la palabra lo indica todo depende de lo que pase.

De todas maneras, para la mayoría va a prevalecer la realidad, tanto la de Ibar como la de los que saben más que un grupo minoritario e inquisidor que solo busca las manchas del sol o el culpable de un mal resultado. Por suerte las estadísticas muchas veces, como éste caso, son el mejor antídoto para ignorantes o venenosos.

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Pero al margen de todo eso ni el jonrón de Charles Johnson ni el haber dejado aquel memorable encuentro sin completar el tercio inicial restará un ápice a la grandeza de un lanzador que entre otras tiene un récords posiblemente eterno para Series Nacionales con sus 20 juegos ganados en una sola temporada. Eso, junto con muchas otras hazañas que lo llevaron a coliderar una rotación en el equipo Cuba en medio de muchas luminarias más.

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