Industriales vs Pinar: la mejor cara del mejor de los clásicos

Por Alexander García En el guantazo contra las cercas del center field, en los gestos de Lisban Correa dándose en el pecho después de ver como la bola se iba de jonrón por el mismo medio, en la locura desbordada de los jugadores al salir del banco para abrazar a Stayler Hernández, en los nervios […]

Por Alexander García

En el guantazo contra las cercas del center field, en los gestos de Lisban Correa dándose en el pecho después de ver como la bola se iba de jonrón por el mismo medio, en la locura desbordada de los jugadores al salir del banco para abrazar a Stayler Hernández, en los nervios de Yoandy Cruz, en los rostros caídos de Alexander Urquiola y de Gallardo viendo desde el banco como el partido se les iba; ahí en esos pedacitos ínfimos de buena pelota está la imagen que queremos ver de la Serie Nacional.

En tantos instantes se fragmentó el juego del sábado último entre Pinar del Rio e Industriales que da gusto hacerlo así, fragmentando el partido en instantáneas  de los mejores momentos para revivir sensaciones que yacían medio muertas.

Para dicha de nosotros, los fanáticos, el domingo fue uno de esos juegos extraños en nuestra pelota, 2-1, lo escribo y todavía no siento que sea real, pues a base de pitcheo se movieron los hilos de este encuentro; otra vez Correa se erigió el templo a la inmortalidad con su jonrón 23, ¿ hasta dónde llegará?

Fueron los dos primeros de cinco juegos en doce días, pues en menos de dos semanas, estos equipos se verán las caras otra vez en terreno neutral o en la casa de los Vegueros, el Capitán San Luis. Fueron los dos primeros de cinco juegos y las expectativas no podían quedar mejor con un choque definido así en extrainnings y otro por una carrera.

Cuando Industriales y Santiago quedan a deber, cuando Industriales y Villa Clara igual dejan con las ganas, incluso si Pinar y Villa Clara dieron una subserie pareja en el Sandino y así igual dejaron que desear como clásico de la pelota cubana; si todos quedaron a deber, pero este Industriales – Pinar oxigenó esta tradición anquilosada.

La presión se siente desde el comienzo, en cada lanzamiento, en las miradas, en la manera en que se busca una carrera a costa de lo que sea y eso llena la vista del fanático, esa fue la sensación que dejaron estos partidos de fin de semana y no me canso de aplaudir.

Si algo le hacía falta a la Serie para levantar la moral era un final candente como este que se avizora, como este juego entre Vegueros y Leones, ahí en el Latino se pudo ver la mejor cara de nuestra pelota, esa que tanto anhelamos y buscamos con denuedo; no solo por las 92 y 94 millas sostenidas de Frank Abel Álvarez ni por los jonrones de Lisban Correa, le hacía falta porque la falta de ganas en el torneo, los rostros alicaídos, la dejadez, todo eso está a la orden del día y da tela para otro comentario, pero este sábado, en este juego, fue diferente.

Primero, en ese noveno inning con dos outs, nadie pensaba que Correa vendría a batear con el empate en base, pero como salido de un conjuro todo se conjugó  para ello y si Frank Abel estaba pasando a los bateadores con su bola rápida, Correa le dio en el medio a la recta para enloquecer a cientos de miles en sus casas, enfurecer a otros, para robarse el espectáculo y ser el dueño absoluto.

Segundo con una actuación soberbia del renacido Brian Chi y otra más soberbia aún del mejor Andy Rodríguez, soltando su bola rápida con un control exquisito.

Industriales ganó y está más metido en la pelea que nunca, más de lo que nadie pensaba una semana atrás; Industriales ganó y Pinar del Rio perdió de una forma que igual da gusto, pues perdiendo de esa forma, así dos veces a un out de la victoria y después  de forma cerrada por ventaja de una; no es perder como dirían muchos y aquí quizás este lo mágico de este deporte, te enamora cuando menos lo esperas, en las circunstancias más increíbles.

Si este no fue el partido del año, está ahí o estará, a Carmona y su tropa les hacía falta una inyección de adrenalina así, una explosión como esa del noveno inning cuando la pelota cayó en las gradas por detrás del jardín central o cuando Andy cogió el machucón y soltó con seguridad a primera; sus caras lo dicen todo: ¡estamos aquí!

Nos vemos a la vuelta.

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