Por Yasel Porto
Este 25 de septiembre se cumple el cuarto aniversario del fatal accidente naútico del fenómeno cubano José Fernández, cuya muerte representó un golpe que todavía sienten muchos, especialmente su madre. Sin lograr recuperarse completamente de la partida de su hijo en el mejor momento de su carrera deportiva, Maritza se mostró insatisfecha por lo que no se ha hecho a la hora de perpetuar la memoria de quien fuera la gran estrella de los Marlins de Miami.
Aunque ella reconoció el apoyo que ha recibido de muchas personas por diferentes vías, no deja de reconocer lo difícil que ha sido afrontar estos cuatro años sin la presencia de su único hijo con quien tenía una relación sumamente estrecha. A su vez se manifestó un tanto contrariada porque a su entender la manera de tributarle no ha sido la mejor, sobre todo en los últimos dos años.
«No entiendo por qué el número 16 no ha sido retirado oficialmente del equipo de los Marlins. Ese fue el que tuvo siempre desde que llegó a Estados Unidos y empezó a jugar en el Alonso High School hasta el momento de irse. En realidad, no sé qué ha pasado pero espero que un día sea retirado», dijo Maritza quien sobre este punto agregó su deseo que se hiciera algo diferente. «Todo el mundo lo recuerda, pero no es que se recuerde verbalmente, sino que exista algo donde todo el mundo diga: oh, aquí está José, y sobre todo para esos niños que quieren ser como él que sepan en realidad cómo fue su vida».
Después del deceso de Fernández se preservaron dos espacios de recordación perenne en el estadio de los Marlins como fueron su taquilla en el club house y la famosa columna en los exteriores marcada con su nombre y su número en la que cientos de personas firmaron y escribieron mensajes para él y su familia. Pero cuando cambió de la dirigencia de la franquicia se tomaron decisiones cuestionadas por muchos fanáticos y periodistas alrededor de la imagen de JF16, entre las que estuvieron la eliminación de los dos tributos mencionados. Solo se colocó una placa diminuta en una ceremonia casi anónima.
No obstante, hay que destacar la realización de dos documentales de ficción sobre su vida llevados a cabo por dos canales de alto prestigio como ESPN y Univisión. Y junto a eso otro tipo de homenajes de excelente factura entre los que se puede mencionar el cuadro del pintor Reinerio Tamayo que fue el centro de su última exposición en Estados Unidos, que como las obras audiovisuales citadas anteriormente representa un digno homenaje hacia el popular joven convertido en una leyenda socio-deportiva.
Desde su debut en Grandes Ligas el conocido cariñosamente como “Delfín” mostró sus dotes extraordinarios como lanzador, junto a un carisma que lo hizo por un tiempo el mayor ídolo deportivo de todo Miami. Fue nombrado “Novato del Año” en 2013 y después de someterse a la cirugía “Tommy John” tuvo un regreso memorable que lo incluyó nuevamente en la élite del pitcheo de la MLB y un firme contendiente por el premio “Cy Young”.
Pero después de lanzar con éxito la noche del 25 de septiembre en la recta final de la temporada 2016, un accidente en su lancha a la entrada de la Bahía de Miami frustró cualquier esperanza de éxito futuro y de su propia vida.
Su muerte impactó considerablemente a millones de personas más allá del propio béisbol, de Cuba y de Miami, aunque también generó algunas polémicas y hasta demandas por el tema de la confirmación de si José era responsable por su destino y el de los otros dos que lo acompañaron. Todavía hoy no se ha determinado con total oficialidad quien era el que manejaba el yate y la incidencia del consumo de drogas en caso que se ratifique el dictamen inicial.
Por tal razón MLB no ha sido tan favorable de grandes homenajes sobre su figura al extremo que en el Juego de Estrellas celebrado en Miami la temporada siguiente a la desgracia, de haberse proyectado como la gran figura mediática del evento pasó a un anonimato casi absoluto en las actividades alrededor del “clásico de verano”.
José Fernández dejó una historia impresionante en la que hay que sumar el proceso para llegar al béisbol profesional donde se incluyó una compleja travesía marítima hacia Estados Unidos en la que su madre estuvo a punto de morir en el mar de no haberse tirado a salvarla.
Actualmente Maritza está al frente a una Fundación que lleva el nombre del exlanzador la cual contribuye con el desarrollo del béisbol tanto en Miami como en la propia Cuba, aunque todavía tiene el anhelo de hacer algo bonito en el lugar donde José dio sus primeros pasos. «Me gustaría hacer algo en “el beisbolito de Santa Clara” donde él comenzó a los cuatro años y medio de edad cuando yo nunca pensé que iba a ser un gran pelotero. Por eso quisiera hacer algo ahí, porque fue el comienzo de un camino duro de mucho sacrificio”.
También apuntó que uno de los motivos esenciales de la Fundación y su ayuda a los más jóvenes que se vinculan con el deporte de las bolas y los strikes era la pasión que tenía “Delfín” por los muchachos. «Él me decía que cuando se retirara quería ser entrenador de niños, y es lo que me ha llevado a insistir en este proyecto como manera de cumplir su deseo».
Igualmente mandó un mensaje a aquellos niños y jóvenes vinculados con la pelota para los que José se convirtió en un ídolo. «Para llegar a ser como José hay que entrenar bien duro y sacrificarse mucho. No hay lunes, ni sábado ni domingo. Todo se llama béisbol».
Hoy Maritza trabaja a diario por mantener vivo el legado de José Fernández de diferentes formas, incluida la conservación en su hogar en Miami de buena parte de sus pertenencias del deporte. También dedica mucho tiempo para la atención de su nieta de tres años a la que considera el mayor aliciente en medio de todo el sufrimiento que ha combatido desde el 25 de septiembre de 2016.